Cap.12

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Carl: ¿Quieres hacer algo? Lo digo para que se te olvide por un rato lo que sucedió. No te vendría mal.

Tú: ¿Qué quieres hacer en una iglesia?

Carl: Hay que salir, no sé, sólo no quiero estar aquí encerrado.

Tú: Pues vamos...

Salimos decididos, comenzamos a caminar sin un destino fijo.

Tú: Oye, por cierto... ¿Y tú mamá?

Carl: Mmm, ella...—su voz sonó débil —Ella murió dando a luz a Judith, yo le disparé para que no se convirtiera en un caminante...

Mierda, soy una estúpida.

Tú: Dios, lo lamento, lo siento tanto, te juro que no tenía idea de eso... —me arrepentí de hacer esa pregunta.

Carl: Lo sé, no eres la única que ha sufrido por una muerte...

Tú: Eso lo sé... ¿O cuándo dije que sólo yo sufro y ustedes no?

No estoy de humor, y eso es evidente.

Carl: No me refería a eso. —él se veía serio.

Tú: Entendí mal... Lo siento. —casi veía venir una discusión.

Caminamos un poco lejos, hasta que llegamos a una parte donde había bastante lodo, así que Carl se resbaló.

Tú: ¡Tienes tu trasero lleno de lodo! —no paraba de reírme, el momento en que cayó fue lo mejor, fue tan divertido.

Carl: ¡Cállate! —exclamó penoso, limpiandose un poco.

Después de reír tanto, note que con su mano tomó lodo para enbarrarmelo todo por la cara.

Tú: ¡Ay no! ¡Ni se te ocurra! —exclame mientras corría y Carl me perseguía.

Carl: ¡No corras, cobarde!

Mientras corríamos agarre un puñado de lodo y se lo aventé.

Carl: ¡Me las vas a pagar!

Tú: ¡Maldito! —grite mientras sentía gotas de lodo en mi cara.

Carl: ¿Ahora quién tiene lodo por toda su cara? —comenzó a reírse a carcajadas.

Tú: ¡Cállate!

Agarré más lodo para aventarle, pero cuando lo estaba persiguiendo, pasamos por un tronco caído, sin embargo no me había percatado que ahí estaba un caminante, de inmediato me tomó del pie haciéndome caer.

Carl había corrido tan rápido que no se dio cuenta de que yo había caído.

El caminante estaba sujetando mi pie demasiado fuerte para quererme morder y yo no podía safarme, ya que de la caída me lastimé el tobillo, ni fuerza tenía para forzarlo. Me dolía y más por el agarre del maldito caminante.

Carl: ¡_____! ¿Dónde estás? —lo escuché gritar cerca de los árboles.

Tú: ¡Ayúdame! —le grité en respuesta, estaba demasiado asustada, evitando ser mordida.

Escuché que Carl venía corriendo a donde yo estaba, así que volteé a ver al caminante y ví que mordió la punta de mi pie, no estaba segura si había mordido mi pie o simplemente el tenis.

Carl llegó y apuñaló al caminante por la cabeza, de inmediato se sentó para jalarme.

Carl: ¿Estás bien?

Tú: No...

Carl: ¿Pero qué paso?

Tú: Espera... —Me quité el tenis y noté que sólo mordió la punta del plástico del tenis, pero no mi pie— ¡No me mordió! —suspiré aliviada.

Carl: Menos mal sólo fue tu tenis.

Tomé mi tenis y estaba a punto de ponermelo.

Carl: ¡Cuidado!, ¡no se vaya a convertir! —comenzó a burlarse.

Tú: ¡Muy chistoso! —estiré mi brazo para agarrar lodo y se lo embarre en la cara como venganza —Sigue así y te va peor —reí.

Carl: ¿Me estás amenazando?

Tú: Mmm, tal vez.

Carl soltó una leve risa, yo estaba riendo a carcajadas, pero cuando abrí mis ojos me encontré con esos ojos azules característicos de él, nos quedamos mirandonos fijamente, entonces se me acercó y me beso, yo le seguí el beso. Era tierno, lento, y me mordía el labio, pero llegó a tal punto en el que me mordió el labio tan fuerte que me separe de él.

Carl: ¿Te dolió?

Tú: Si... ¡Auch! —exclame en un tono leve.

Carl: Lo siento... Pero me gusto. —sonrió coqueto, eso me gustaba.

Tú: Nada mal —reí penosa, es que en realidad besa muy bien, pero si no hubiera sido por la mordida del labio, hubiese sido perfecto.

Carl: Prometo que a la próxima no te dolerá —soltó otra risa.

Tú: ¿A la próxima? —pregunté retandolo.

Carl: Sí, bueno, _____... —se quedó callado y tomó mis manos —¿Quisieras ser mi novia?

Me quedé callada unos segundos, dándome cuenta que lo que él dijo en el vagón no lo dijo al aventón ni por conseguir pareja rápido, sino porque en verdad lo siente.

Tú: No lo sé —su cara cambió por completo —Tal vez, puede ser... —él entendió mi broma y sonrió —¡Por supuesto que sí, Carl!

Nos volvimos a besar y esta vez no me mordió, sí que cumple. El beso al principio fue lento, luego subió de intensidad haciendo que Carl se posicionara delicadamente encima de mí, sin dejar de besarme. Sé que si no lo paraba esto subiría de nivel, y no tenemos protección.

Un hijo en estos momentos no es muy buena idea, así que pare el beso y Carl se me quedo viendo extrañado.

Mi chico perfecto (Carl Grimes & Tu) [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora