CAPITULO 83: CINDY VIII

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No dejaba de observar el arma, no me creía que ese objeto mediano pudiera pesar en la forma que sentía.

—Por ahora necesito que te acostumbres a su peso, que no se te canse el brazo al apuntar y sobre todo que la agarres firme —Dijo Luis mirándome fijamente a los ojos.

—Bien, ¿y cuántas balas hay para ésta pistola?

—Sólo tengo dos cartuchos de 10 balas.

—Es relativamente poco, ¿no?

—Haz que cada disparo cuente, las balas en este momento son como oro, cada bala tiene un precio alto.

—Muy bien, eso de "Haz que cada disparo cuente" me suena mucho. Estoy segura que lo sacaste de alguna parte.

Luis hizo un par de carcajadas y respondió:

—Quizás, pero digamos que siempre he querido decir eso.

— ¿Por qué? Sólo es una simple frase.

—Me hace sentir como si fuera un maestro, o que te estoy dando una lección de vida muy importante.

—Bueno, pensándolo de ese modo, es verdad. Eres mi maestro por lo del arma y también me das una lección para que cuide de las balas y sepa usarlas.

—Exacto. Mañana te enseño a dispararla, no dispararemos literal debido a la poca munición, pero si te será de mucha utilidad lo que te diré mañana. Sólo te adelantaré algo. Cuando estés a punto de apretar el gatillo, respira suave y mantén la calma.

—Creo que eso ya lo sabía, pero no creí que fuera tan importante.

—En el manejo de las armas todo es importante, hasta el más mínimo detalle.

Hubo un pequeño momento de silencio, ambos observamos a la ventana y nos quedamos mirando la lluvia. Luis se levantó y caminó hasta la ventana, veía las calles solas, vidrios rotos y después preguntó:

—Aún no me creo lo que está pasando. ¿Por qué sucede esto?

—Esto es de locos, a veces pienso que estoy en una pesadilla, pero sé que no es así. Quizás el destino quiera limpiar el mundo de personas malas y perversas.

—Pero... Esa clase de personas tienen más posibilidades de sobrevivir por su condición, un asesino, por ejemplo, si no le temblaba la mano para matar personas normales, con más razón matará a los zombies e incluso a las personas que estén vivas.

—Creo que tienes razón, pero solo espero que todo esto tenga solución y que al menos en mi familia haya alguien que sepa defenderse y sobreviva.

—Mi forma de pensar es diferente, sé que todos los que conozco deben estar muertos o morirán dentro de poco. Incluso pienso que también moriré en algún momento cercano.

—No hables así, mira donde estamos. Estamos seguros, tenemos armas; cosa que la mayoría no tiene, y lo más importante, tu y yo estamos aliados, somos un equipo y podemos confiar mutuamente en nosotros.

—Pero... ¿Cuando se nos acaben las municiones qué? ¿Cuando empecemos a tener hambre y no encontramos nada qué? Esto no es un juego, aquí las cosas están peor de lo que crees. Una persona no dudará en matarnos por robarnos algo, el más fuerte sobrevive.

—Hallaremos el modo de superar todos esos problemas. Por el momento debemos descansar y esperar lo que vaya a suceder el día de mañana.

—Lo siento, es que a veces me siento muy débil con todo lo que está pasando. No pasará de nuevo.

Luis caminó de nuevo a su lugar y le dije:

—Dormiré, necesito que mi brazo se recupere lo más pronto posible. Descansa.

El Despertar ZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora