Ser quien soy (Yaoi/Gay) #FNAFHS

Capítulo 20

Golden Freddy

Me arrepentía, no es que no hubiera disfrutado lo que le hice a Freddy (de hecho, después de que dejáramos la cafetería y volví a mi casa, me masturbé con mi bufanda alrededor del cuello y sobre mi boca pensando en eso), pero tal vez no debí cruzar esa línea con él. Sé que lo asusté... todo el camino al campamento no me dirigió la palabra. Tengo que conseguir hablar con él y debo hacerlo antes de que tenga que regresar a la ciudad.

–Golden, ¿estás bien? Has estado muy callado desde que llegamos –Me dijo Chica, regresándome a la realidad. Me estaba acompañando a la cabaña en la pasaría los pocos días que voy a estar aquí.

–¿Eh? Sí, estoy bien... Es solo que, me hubiera gustado estar con ustedes el campamento completo –Al parecer soy bueno mintiendo. No me gusta hacerlo, pero no podía decirle que mi mente estaba llena de Freddy en este momento y como casi siempre.

–¿Y realmente tienes que regresar antes?

–Ojala fuese mentira, pero no es así.

–Bueno, te prometo que tomaré muchas fotografías de todo lo que te pierdas.

–Gracias, Chica –Le dije y forcé una sonrisa. Nos detuvimos cuando llegamos a la cabaña.

–Al parecer te tocó la misma que los Nightmare, te deseo buena suerte. Nos vemos después, voy a mi cabaña –Cuando se fue, entré a la cabaña y dejé mis cosas en un rincón. Ya tendría tiempo para acomodarlas después. Ahora tenía que averiguar en qué cabaña esta Freddy.

Pasé por varias cabañas antes de dar con la suya y... él no estaba ahí.

–¿Y... sabes a dónde fue, Foxy? –Le pregunté, traté de no sonar desesperado.

–No lo sé, hace unos minutos estaba con Bonnie y conmigo en la cafetería. Tal vez todavía este ahí –Me contestó entre bostezos, probablemente le haya despertado.

–Gracias y lamento haberte despertado –No quería más problemas con él, así que mejor me disculpaba. Cerró la puerta sin decirme nada más. Buenas Noches, supongo.

Me encaminé a la cafetería y Foxy tenía razón, ahí estaba mi adorable osito. Me acerqué a donde estaba sentado sin hacer ruido.

–FREDDY –Le grité al oído, se sobresaltó y trató de ocultar algo que tenía en sus manos. Parecía un pequeño frasco.

–¡¿Qué ocurre contigo?! –Me gritó cuando se recuperó del susto con su tono de voz más grave. Mierda, se acaba de enfadar.

–L-lo siento, no creí que te asustaras tanto.

–Pues ya ves... –Susurró y no pude oírle con claridad.

–¿Qué fue lo que escondiste en tu bolsillo?

–Ah... E-eso no importa –Me respondió con su usual voz tímida–. ¿Qué haces aquí? ¿A qué ha venido eso tan repentino?

–Te estaba buscando –Le respondí después de sentarme enfrente a él en la mesa.

–¿P-para qué?

–Quiero hablar contigo.

–Ya estamos hablando.

–Quiero hablar sobre lo que ocurrió en los baños hace unos días –Especifiqué. Freddy tenía su mirada fija en el suelo y aunque en la oscuridad casi no era visible, supe que estaba sonrojado.

–N-no quiero hablar de eso.

–Por favor, tenemos que hablarlo. No quiero que me ignores más tiempo.

Freddy permaneció en silencio, pero lo vi asentir indicándome que siguiera.

–De acuerdo, primero que nada quería disculparme. No debía haberlo hecho, pero te prometo que fue por ayudarte nada más.

–¿E-en serio?

–Sí, es cierto que tú me gustas y pues, hacerlo no me desagradó. Pero yo sé que te incomodé mucho y no debí insistirte. 

–¿Qué yo que...?

Acaso acabo de decir lo que creo que dije...

–Hablé de más...

–Y-yo ¿te gustó? –Solamente asentí, no quería seguir hablando para no cagarla más– ¿Cómo? ¿Por qué? Podrías tener a la persona que quisieras por ser famoso.

–Por esa misma razón te quiero a ti, la mayoría de las personas que se acercan a mí solo buscan algo de lo cual beneficiarse. Tú eres diferente, me atraen tus secretos, tus inquietudes, eres simplemente adorable.

–¿A-acabas de confesarte?

–Puede ser, pero tranquilo... Ya no pienso presionarte más. Si en algún momento quisieras estar conmigo, me encantaría ser el primero en saberlo.

–Gracias, te prometo que voy a pensarlo.

–Entonces gracias a ti –Le dije antes de acercarme a su lado de la mesa y abrazarlo tiernamente. Me hizo tan feliz que no me haya rechazado.