🌼Capítulo 4🌼

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-Suficiente por hoy para mí, me largo- dije.

Me despedí de ellos y tomé un taxi a casa.

Ya todo lo tenía bien en claro: Jamás volvería a un maldito juego de un parque como esos. La próxima prefiero quedarme en casa.

Me preparé un licuado de frutas y prendí el televisor en busca de una buena película.

-¿Por qué hace tanto calor aquí?

Hablaba sola. Esa es otra de las muchas cualidades que tengo.

La calefacción estaba prendida y no sabía como apagarla así que lo único que se me ocurrió fue quedarme en corpiño. No hay nadie aquí y no lo va a haber hasta muy tarde así que aprovecharé.

Me senté en el sillón con el celular en mano, chateando con Keiel, tomando de a sorbos rápidos el licuado y buscando un canal que pase una buena película. Es muy en serio cuando dicen que las mujeres podemos hacer más de 2 cosas a la vez.

Keiel: Yo que tú me hubiera quedado en el parque.
Yo: ¿Por qué?, lo único que hacía allí era pasarla mal.
Keiel: Porque ahora mismo estoy yendo para allá.
Yo: ¿Qué, para qué?
Keiel: Para coquetear con tu tío, obvio.
Yo: ¿Te das cuenta de que si no estoy yo no tienes excusa para estar con ellos tres, verdad?
Keiel: Ouh, es cierto. No tiene sentido que esté con ellos si tú no estas. Okey, pero para la próxima me avisas cuando estés con Zedd.
Yo: Como quieras. Adiós.

Apagué el celular y justo encontré una película que llama mi atención, se llamaba "Asesinato en la casa Jeensen".

A mitad de película se acabó mi licuado, seguía recostada cuando escuché un raro sonido. Pero los disparos de la película llamaron a mis ojos a que vea el televisor.

El sonido resonó en mi mente otra vez. Pude conocerlo inmediatamente: un juego de llaves que gira en la puerta.

¡Mis padres!

¡No pueden verme de esta forma!

Busqué rápidamente la remera antes de que la puerta se abriera.

Los disparos volvieron a sonar, pero ya no eran de la película. Alguien ejecutaba una pistola allí afuera.

¿¡Dónde está mi maldita remera!?

Alguien entra rápidamente a mi casa. No eran mis padres, ni mis hermanos, no era Zedd, ni Oliver. Ninguno de esos últimos tienen las llaves de la casa. No entiendo por qué esta persona sí.

Grité al ver al extraño entrar mi casa.

¿¡Ustedes qué hubieran hecho!?

Salté del sillón corriendo a la cocina en búsqueda de un objeto que pueda utilizar contra él. Pero ni bien tomo el cuchillo, el sujeto me lo quita de la mano y me obliga a esconderme detrás de la mesada de la cocina.

Escucho pisadas, fuertes y pesadas. Dos personas más entran a mi casa.

-Ni siquiera pronúncies una sola palabra- me dijo el chico.

Las personas entran a la cocina y le dan vuelta a la mesada, pero el chico y yo nos movemos lentamente hacia el otro lado y nos escabullimos al living donde nos escondemos detrás del sillón.

Me clava el cuchillo en la cintura, pero no con intención si no accidentalmente. Lo quito rápidamente y lo escondo debajo del sofá.

Empiezo a patalear y gemir de dolor. Él me toma del abdomen y interrumpiendo la sangre que comienza a salir, me tapa la boca, pone mi espalda contra su pecho y mi cabeza en su hombro. Sigue apretando su mano contra mi boca.

Durmiendo con el enemigo Where stories live. Discover now