CAPITULO 26: Rivalidad.

232 22 3
                                    

  

La mañana siguiente, después de lo sucedido con Rousse mi cabeza no dejaba de pensar en lo todo que me había dicho la noche anterior. Jamás creí poder conocer a una persona tan hipócrita que lo disimulara tan bien. Era como esa frase de '¿Cómo saber que es el demonio cuando está disfrazado de Ángel?' Rousse era una mujer hermosa, y su rostro de no matar a ninguna mosca hacía la combinación perfecta, era tal cual como el Señor Serrano la describió y lo peor es que teníamos un parecido.

Estaba más que claro que no podía decir nada a nadie, lo más probable es que me hubiesen tomado como una adolescente celosa que inventa cosas sin sentidos para llamar la atención o destruir a la pareja perfecta de Julian Serrano y Rousse Merle.
Como un sábado más, ordinario y tranquilo, tuve que salir desde la tarde para ir al restaurant de don Paco. Ya tenía suficientes faltas y por supuesto que no me pagarían la quincena completa. Mucho había hecho Don Paco con entender mi ausencia.
Me coloqué el delantal negro que reposaba en el perchero y comencé a atender a los clientes. Uno tras otro. Y así pasaron las cuatro horas siguientes hasta que por un largo tiempo el sonido de la campana de la puerta de entrada sonó dejando pasar a un grupo de cinco chicos riendo entre ellos, y entre ellos estaba Jorge Serrano. En cuanto lo noté entre la multitud casi aventó los platos que llevaba en mano. ¡Jorge Serrano estaba ahí! ¡En mi trabajo!
Quise esconderme debajo de una banca o detrás de la barra pero había sido demasiado tarde. El hermano menor de los Serrano se encontraba con una sonrisa de autosuficiente en su rostro caminando hasta donde me encontraba.
— No sabía que tenías un empleo — Comentó distraídamente.
Era la única de la barra así que me tocó tomar su orden. Con una sonrisa y evitando lo que dijo le pregunté que ordenaría.
— ¿Qué me recomiendas? Supongo que has probado cada uno de los platillos — dijo, recargando los brazos en cruce por la barra, acercándose más a mí.
¡Espacio personal Jorge Serrano!
— ¿Algo ligero o pesado?
Pregunté. Algunas personas por la tarde noche preferían algo ligero como un café acompañado de un pan o simplemente una dona con leche pero también habían que preferían algo más fuerte.
— ¿Qué me dices de las donas? ¿Se ven tan deliciosas como tú?
Chis. Mi cara se puso al rojo vivo. Era como si mi rostro fuera la nariz de Rodolfo el reno.
— La mayoría de los clientes salen contentos con su pedido — murmuré.
Jorge me escaneó, aun con la sonrisa en su rostro. —De acuerdo. Quiero cinco donas con su respectivo licuado.
— ¿Sabor?
— De ti — Respondió con un guiño de ojo. ¡Wow! Estaba segura de que él sabía perfectamente como avergonzarme hasta querer salir huyendo de ahí.
—Jorge...
Él giró los ojos con diversión. —Tranquila fiera, dos de fresa y tres de chocolate.
Asentí y le di la cuenta.
— Considera el cambio como una propina — volvió a guiñarme el ojo —. Por cierto, ¿ya conociste a mi cuñadita?
Sentí como mi expresión cambió rotundamente. Estúpido porqué tenía que recordar a la marmota con pies.
— ¿La perdida? — Me referí a ella.
Jorge sonrió ampliamente, asintiendo — No puedo creer que mi querido hermano sea tan estúpido —tomó una pausa—, Porque si me lo preguntas yo te hubiese elegido un millón de veces primero —. Finalizó dedicándome otro de sus guiños y dirigiéndose a la mesa con sus amigos.
El día siguiente fue Domingo y Yolanda me insistió tanto por la mañana que debía ir a su casa para una parrillada que iban a hacer sus padres, estaba tan emocionada que decirle que no habría sido imposible.
Ella me pidió de la manera más atenta que llevara mi traje de baño o me echaría al agua con toda y ropa si no llevaba nada. Eran eso de las doce del medio día cuando yo ya me encontraba frente a su puerta. Rosa, la señora que limpia me abrió con una sonrisa en la cara. La saludé educadamente y pasé hasta el jardín trasero donde se encontraban. En la piscina estaban tres chicas y dos chicos calculadamente de mi edad. Y además había como tres familias más, hasta el fondo reconocí a Flor y Azul quienes hablaban con una chica baja que no conocía. Entré un poco más y en cuanto Yolanda me vio corrió hasta mí para tomarme de la mano y llevarme a los vestidores que se encontraban ahí.
— Me encanta que hayas venido, Oriana — festejó ella alegremente —, te tengo millones de cosas que contar. Mis padres lucen tan felices que ¡Dios! Por un momento creí que mi mamá jamás se fue. Ella es tan linda. Lo que siempre quise de una mamá.
Ella hablaba y hablaba sin darse cuenta que me lastimaba tanto y que mi cuerpo reaccionaba de la misma forma que una cirugía sin anestesia.
— Mi tío Jorge no está — informó mientras nos dirigíamos a la parte de atrás de la piscina —. Pero mis primos llegaron de Miami así que te los presentaré.
Busqué con la mirada a Julian. Él se encontraba platicando feliz con dos amigos de él abrazado de su esposa hipócrita quien lo rodeaba con sus brazos por la cintura.
¡Maldita arpía quesera!
Juro por el buda que quería llegar donde ella y golpear su rostro de 'no rompo ni un plato' y gritarle al señor Serrano lo que tenía como esposa.
Al poco rato ya estaba más en confianza con los primos de Yolanda, hombres y mujeres. En todo el tiempo que me encontraba ahí nunca tuve una sola mirada por parte de él, era como si me evitara o ignorara el solo hecho de que existía.
Media hora más tarde Jorge Serrano llegó, saludó a la mayoría de las personas que estaban ahí y enseguida Flor y Azul saltaron de emoción. Aunque desconocían que Yolanda lo tenía más que reservado para mí.
Decidí entrar a la piscina, me quité la camisa larga que traía y quedé en traje de dos piezas. Era demasiado tímida pero la parte baja no era un bikini sino un short alto hasta la cintura. Como los de abuelita pero moderno.
Jorge se metió minutos después, primero empezó a platicar con sus sobrinos pero me lanzaba una que otra mirada ocasionando que mi rostro se pusiera de mil colores. Al cabo de unos minutos después se acercó hasta donde estaba con las chicas platicando, su acercamiento fue demasiado que se colocó justo a un lado de mi y pasó una mano por mi cintura. Su tacto me estremeció.
— Debo enseñarte algo — susurró Jorge en mi oído disimuladamente. Volteé a verlo y encontré la sonrisa de playboy en su rostro perfecto, porque tenía mejor cutis que yo.
— ¿Ahora?
Él asintió. Tomó mi mano y se disculpó con el resto. Yolanda dedicó una mirada pícara y guiñó el ojo como para alentarme a violar a Jorge Serrano. Conocía esa mirada pervertida.
Salimos de la piscina y de la mano de él lo seguí hasta donde me llevara, entonces fue ahí cuando Julian me miró por primera vez, sintiendo esa penetrante e insistente mirada que se impregnaba en mi cuerpo de una manera tan sencilla. Noté como frunció el ceño pero así como él me ignoró yo lo hice.
Venganza Señor Serrano.
Me di cuenta que Jorge me llevó al segundo piso tras finalizar las escaleras. Aun seguía con la incógnita de donde iríamos así mismo que al igual del porqué había aceptado.
— ¿Qué es esto? — murmuré con admiración al ver la cantidad de flores que se encontraba en una terraza. Todo era hermoso y perfecto.
— ¿Tú qué crees? — Preguntó con sarcasmo y soltándome la mano —. Alguien me dijo que te gustaban las flores y decidí hacer esto para que cada vez que subiera hasta aquí me recordara ti.
Parpadeé incrédula. ¡Por dios! Jorge era tan tierno que me odié tanto por no quererlo como a su hermano.
— Así que... — comenzó diciendo, dio cortos pasos hasta llegar frente a mí. Su brazo rodeó mi cintura atrayendo mi cuerpo hacia el suyo haciendo una combinación con nuestros alientos por lo cerca que nos encontramos.
¡Espacio personal! ¡Espacio personal! ¡Espacio Personal!
— ¿Te gustó?
No supe que responderle, así que asentí con emoción... juraría que estaba a punto de llorar porque jamás alguien había tenido esa acción hacia mí.
— Me encantas — murmuró y después atrapó mis labios con los suyos.
Era tan encantador y sus labios tan suaves como la seda, húmedos y calientes pero a la vez mantenían una temperatura acogedora, muy distintos a los de Julian. Me cacheteé mentalmente por compararlos pero hacerlo se había hecho inevitable. Seguí disfrutando de tales emociones hasta que sentí claramente como algo jalaba a Jorge hacia atrás, lo primero que vi fue a Serrano realmente enfurecido y lo segundo, su puño incrustarse con el rostro de Jorge.
Solté un gritito agudo llevando mis manos a la boca.
¿Pero cómo se atrevía? Maldito cobarde hijo de la marrana.
Corrí hacia Jorge en el suelo, sentía su dolor. De un golpe y ya lo tenía con el labio partido.
— ¡¿Por qué lo hiciste?! ¡¿Estás loco?! — reclamé a Julian. Él lucía enfadado, muy enfadado.
No dijo nada, ni se inmuto al ver lo que hizo, solo bufó y salió de ahí dejándome plenamente confundida.
— Jorge... — susurré intranquila —. ¿Estás bien?
Él medio sonrió y llevó una mano a su labio para limpiarse. — Algo así — respondió con un poco de diversión —. Recuérdame no besarte de nuevo. No sabía que golpeaba tan fuerte.

>>conтιnυará<<  

MALDITO JULIAN! ahre Quieren a Jorge?

Dias de Otoño *Adaptada* /Orian/Where stories live. Discover now