CAPITULO 14: Pensamientos {Parte 2}

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  ¡¿Cómo se atrevía hacerlo?! ¿Cómo tan siquiera lo pensó?
Su cara relejaba tranquilidad mientras que la mía miedo y temor. Mi cerebro no dejaba de fabricar imaginaciones donde yo moría por asesinato gracias a Yolanda. Parpadeé a un más con demasiada ingenuidad al ver el pecho del Señor Serrano, no solo su pecho sino también su cadera y las partes laterales de su tórax.
¡La virgen maría!
— Tienes muchos — Dije aun incrédula. Si los contaba tal vez harían más de diez. Eran diferentes dibujos sin llevar una coherencia, eran cualquier cosa.
El Señor Serrano alzó ambas mangas y casi mi mandíbula cae al suelo. ¡Ambos brazos también estaban tatuados! Siempre vi ese tipo de dibujos como símbolo de vandalismo pero en él se veían con estilo, eran figuras geniales.
— Tal vez algún día quieras hacerte uno — comentó abotonando su camisa de nuevo.
— No, gracias — respondí sonriéndole. Tal vez estaba bromeando pero yo no. Que se vean bien en una persona no quiere decir que en mí igual.
Me sobresalté cuando sentí la mano del Señor Serrano acariciar mis cabellos. Se sentía tan bien ser tocada por él. Cerrando los ojos y sus caricias era ser transportada a otra dimensión donde solo se haya la calma, igual que lo hacían sus besos.
— ¿Me dirás en qué pensabas? — Volvió al tema, sin dejar de acariciarme.
>>Por favor nunca pare<<
Encogí los hombros para restarle importancia. — En la vida.
Él pareció intentar comprender lo que dije. — ¿Exactamente en qué de la vida?
Solté un suspiró y sonreí. Llevé mi vista al frente.
— En la soledad, las personas... la felicidad.
Julian Serrano asintió. Lo miré y ahora él me brindaba su perfil, aproveché para ver cada una de sus facciones así de cerca. Sus pestañas eran largas y un poco quebradas, chocolate al igual que sus ojos. Tenía lunares por el cuello hasta la mandíbula, no en exageración pero si de una manera sexy. Él era sexy. Los labios de él eran pequeños y remarcados, envueltos en una capa rosada y ligera. Además, comprobado por mí. Los labios más suaves de todo el mundo.
— ¿Eres feliz? —Soltó de pronto. Parpadeé varias veces, me había agarrado desprevenida.
Tarde un poco en responder. — Supongo que sí.
— Mi madre siempre dice que para conocer la felicidad debemos primero experimentar la tristeza.
Buena teoría. Era cierto, pero es más para valorar la felicidad. Todos alguna vez fuimos, somos o seremos felices pero ¿Cómo darnos cuenta de ello?
— ¿Usted lo es Señor Serrano?
No me miró, sus ojos quedaron directamente en dirección a los árboles frente a nosotros. — Sí, ya experimenté la tristeza y créeme — Dijo y volteó hacia mí —. No se siente para nada como esto.
Y de nuevo juntó sus labios con los míos.
Probablemente era lo más bello que existía en ese momento para mí.
Me gustaba ser transportada a otro lugar. Me gustaba estar calmada.
— Dile a Yolanda que debes irte — Dijo cuando nuestros labios se separaron.
'¿Para qué? Le pregunté con la mirada.
— Quiero llevarte a un lugar.
¡No! Su oferta era tan tentadora como todo él pero no podía. Una, si ya me iba debía ir a cuidar a mi mamá. Dos, si alguien lo reconociera y supiera quién soy lo etiquetaría como pedófilo.
Y ahí el dilema, estaba más que claro que el Señor Serrano esperaba una respuesta clara y afirmativa pero no podía. Todo era tan difícil, no es como si un chico solo invite a una chica a salir, digo porque él no es exactamente un chico sino un ¡!

>>Continuará<<  

Dias de Otoño *Adaptada* /Orian/Where stories live. Discover now