CAPITULO 5: Razones

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  A la mañana siguiente me levanté con los mismos ánimos de todas las mañanas antes de ir a la Escuela.
Flojera.
Preparé un desayuno Express que integraba dos panes de Biombo, huevos y un vaso de leche. Lo dejé dentro de una malla para cuando mi madre despertara lo comiera. Diez minutos después me encontraba corriendo hacia la parada del bus, tenía que tomar a fuerzas el de una hora antes de la entrada.
Agradecí que no me dejara el chofer plantada con la mano extendida.
La ventaja era que como era temprano, pocas personas tomaban el bus, lo cual significaba muchos asientos vacíos, siempre tenía de donde escoger. Escogí el de la segunda hilera, cuarto lugar junto a la ventanilla. Puse mi mochila en mis piernas y saqué mi celular con los audífonos para no ir tan aburrida en el viaje.
Pequeñas gotas comenzaron a depositarse en la ventanilla del bus y yo miraba atentamente una que se deslizaba cayendo. Porque así me sentía: cayendo al vacío de una melancolía que sentía iba a ser eterna.
Finalmente llegué a la escuela, saludé al conserje que me sonrió de lejos y caminé en los pasillos vacíos. El salón, como de costumbre, estaba limpio y en orden. Por un momento imaginé el lugar lleno, donde distintas personas con diferentes formas de pensar se encuentran en el punto. ¿Todos somos iguales? Entonces porque otros obtienen más atención que otros. Porque simplemente a algunos les festejan los errores y los malos chistes mientras que a los otros los tachan de raros ¿Qué es lo que nos hace especial exactamente? Veo a las personas que se clasifican como los mejores e intocables y no veo que no tengan algo que yo no, bueno tal vez sí. Dinero.
Es increíble como las personas le podemos dar valor a unas simples monedas y papeles raros. ¿Qué si en un futuro las piedras sean el dinero? ¿Todos pelearían por ellas? Porque ahora solo ven una y la utilizan para aventarlas o patearlas. El sentido del mundo no tiene una dirección honestamente. Soy un humano, tengo los mismos derechos pero la gente de mí alrededor es quien decide con quien ponerlos en marcha y con quién no.
No me di cuenta del momento en el que los demás compañeros empezaron a llenar el aula. Miré el reloj de mi muñeca y faltaban diez minutos para el inicio de la primera clase.
No entendí el motivo verdadero pero empecé a pensar en el señor Serrano, la forma en qué me había hablado, la forma en qué me preguntó que tanto lo veía. Fue tan extraño pero a la vez normal. Era como si él me estuviese coqueteando, lo que es una total tontería. Negué en mi interior y sonreír.
'Una tontería'
— ¿Sonriendo por la mañana? — Preguntó Yolanda en cuanto llegó a su lugar. Me puse nerviosa. ¿Su papá le habría hablado de mi acoso visual? Qué tal si la había castigado por mil años y ordenado que no me hablase más, y que un hombre la vigilara, le dijera al señor Serrano que hizo lo contrario, que me mandara a secuestrar y los secuestradores metieran mi cuerpo inconsciente en un costal para enviarme al fondo del océano. — ¡Hey! ¿Sigues ahí?
Cuando volví a la realidad, noté la mano de Yolanda pasando frente a mis ojos de arriba hacia abajo. — Emm... sí, sigo aquí.
—Bien —Se encogió de hombros.
—Bien.
Llegó la profesora para dormirme más de lo que estaba.
En la cafetería todo fue normal, Lola y Mariel llegaron para hacernos compañía. Yolanda les contó que había ido a su casa y entonces cuando ella se paró por una soda, ambas me bombardearon de preguntas sobre si había conocido al padre.
Mis sospechas fueron verdaderas, Ellas si acosan al señor Serrano con la vista. Me sentí aliviada al saber que no era la única impura. Porque es obvio que no está nada bien en fijarse en los padres, sensuales y guapos de sus amigas. Probablemente si lo hubiese dicho en una confesión, el padre me mandaría a rezar noventas Padre Nuestro, cincuenta ave marías y otros veinte más de las demás oraciones santas.
Al finalizar las clases Yolanda me convenció de ir de nuevo a su casa ya que el examen era el día siguiente y aun no se sentía lo totalmente convencida de poder pasar el examen con lo que sabía.
Algo me impedía no aceptar, y no desconocido. Por alguna razón saber que me encontraría, probablemente, al señor Serrano me ponía nerviosa. Quería pero no quería verlo de nuevo. Para responder a Yolanda si aceptaba o no tuve que ponerlo en una balanza de mi cabeza.
Veinte minutos después iba rumbo a su casa, arriba de la camioneta blanca con el chofer y ella.
>>Si que soy difícil<<
De nuevo me encontraba dentro de su casa, tímidamente no más que el día anterior caminé por la sala de estar.
—Para no atrasarnos, le diré a mi papá que estamos aquí y subimos. —Me avisó, pero solo en el momento que dijo 'Mi papá' todo lo demás se volvió borroso. Reaccioné de nuevo, saliendo de mi mundo perdido y pude notar que Yolanda ya no estaba.
Un grito por parte de ella, me dio su dirección.
— ¡No lo puedo creer! ¡No lo puedo creer! — Y más como esas expresiones escuché — ¿Cuántas veces te lo he dicho? ¡Papá!
Pude escuchar la voz del Señor Serrano intentando tranquilizarla.
— ¡Quiero que esta puta salga ahora mismo de mi casa!
Fue en ese momento cuando sentí una presión en mi pecho, y supe que era.
La decepción.
Lo que no pude saber es cual fue el motivo de la reacción.

>>conтιnυará<<

Porque Ori esta decepcionada del señor Serrano? Hmmm..

Dias de Otoño *Adaptada* /Orian/Where stories live. Discover now