➳Capítulo diez.

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Aunque no fuera mi sangre sentía la sensación de que se había derramado por mi culpa. No besarle fue el colmo que hizo que se intentara suicidar o eso pensé. Lo peor fue verla tirada en el suelo. Recuerdo esa situación como si hubiera sido hace unos minutos. Ese charco de sangre que le rodeaba.

Alguien golpeó la puerta y entró. Una bata blanca se asomó y sonrió al verme.

—¿Eres el chico que ha llamado?—Me dijo mientras se llevaba a la espalda la información médica de Alice.

—Sí, soy Charlie.

—¿Hermano?

Negué con la cabeza y me entristecí, debería haber estado a su lado.

—¿Novio?—Me volvió a preguntar al ver que no había acertado.

—No, no lo soy—Me sonrojé, la situación no era la adecuada y eché la vista hacia la camilla.

Estaba demasiado delgada, y presentaba diversos moratones y arañazos, pero lo que hacía estremecerme eran sus muñecas.

—Bueno, como me han dicho tú has sido él que ha estado ahí.

Asentí y me levanté para estar más cerca del médico.

—Le has salvado la vida, si no hubiera venido antes abría perdido demasiada sangre y—decidió no continuar al ver mi expresión de solo oír eso.—os dejo solos, a lo mejor se despierta, y puede que se alegre al verte.

Le esbocé una sonrisa y me acerqué a ella. Miré cada uno de sus moratones y heridas, solo podía habérselas producido su padre, pero no sabía ni cómo, ni por qué. Llevé la vista a la ventana y vi que estaba nublado, el invierno se acercaba. Odiaba esa época, en la casa de acogida apenas había calefacción y los inviernos eran muy duros, él único calor humano que quería era el de Alice, pero no la veía  dispuesta en estos momentos.

Sentí como alguien rozaba la yema de mis dedos. Rápidamente bajé la vista. Se había despertado.

—Char—la interrumpí.

—Calla, tienes que descansar.—La arropé con la manta y me quedé mirándola.

Me quise dar la vuelta, pero su débil mano agarraba la mía.

—Gracias por estar aquí—Dijo con mucha dificultad.

—No dudes, que después de que estés bien, te vas a llevar la tuya—Todavía no me creía lo que había hecho, todavía no me creía la situación en la que me había encontrado. Al principio me costó reaccionar, pero llamé a tiempo.

—¿Mi padre sabe algo?—Dijo mientras intentaba ponerse de lado, pero al ver que no podía se rindió.

—Le han estado llamando, pero no da señales de vida.

Rechistó y sonrió.

—Es un cabrón, nunca se ha preocupado por mi, y tampoco creo que lo haga ahora.

Los dos miramos a la puerta, alguien estaba entrando. Me imaginé que sería su padre y la rabia se apoderó de mi.

—Soy yo, tengo que hablar un momento con Alice—entró y dejo medio abierta la puerta.

Me echó una mirada con intenciones de que me fuera.

—¿No se puede quedar?—Dijo mientras me soltaba la mano y suplicaba a la enfermera.

—Es mejor que se vaya, luego si quiere que entre.—dijo convencida.

Obedecí y salir sin apenas hacer ruido, la enfermera se sentó al lado de Alice y empezaron a hablar.

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⏰ Last updated: Jan 06, 2017 ⏰

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Alice FlintWhere stories live. Discover now