➳ Capítulo cinco.

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¿Quién puso todas las normas? ¿Quién dijo que lo perfecto tenía que ser así? Escribía con delicadeza en un pequeño blog de notas, donde dibujaba y apuntaba frases que me gustaría recordar en un futuro, momentos, sensaciones. Recibí un pequeño golpe en la cabeza que hizo que me diera la vuelta. La miré extrañada y fruncí el ceño.
—¿Te han dejado pasar?— sabía que no, pero me gustaba oír sus aventuras.
Miraba a Renee mientras me incorporaba sentándome en mi cama y le dejaba hueco.
—Es fácil colarse por el jardín...
—Avisaré de que lo cierren mejor—Dije sonriendo. 
—¿No quieres que venga?—preguntó enfadada mientas cruzaba los brazos, como una niña pequeña.
—Claro que sí, pero.. quiero que entres por la puerta.— Sabía que la situación no era la más adecuada, pero quería recuperar a mi mejor amiga.
—Ya sabes que aquí no soy bien recibida.
Bajé la mirada e intenté esconder el blog de notas entre mis piernas para que ella no lo viera. Renee se caracterizaba por su curiosidad, y aunque apenas se notó, intentó quitármelo de las manos.
—¿Qué.. es eso? ¿Por qué me lo escondes?
Mi miró curiosa y yo intenté no reírme y mantenía la compostura.
—Nada, el instituto..—hablé con una compañera de clase, no habían dado nada importante, por lo tanto no me preocupó faltar.
—Conmigo no cuela, hoy no has ido.—me sobresalté ofendida. Debía pensar algo. Me mordí el labio y esbocé una sonrisa mientras pensaba que no podía ser más torpe.

—¡Eres tú la que no ha ido!— pensé que colaría, ya que Renee tampoco solía pisar mucho las clases. Me miró, y no hizo falta que dijera nada más. Me descubrió. — Vale. No quería ir..

—Tampoco has estado aquí.

Levanté una ceja mientras un millón de preguntas pasaban por mi cabeza, ¿me había espiado? Que supiera que no había ido al instituto era normal, pero ¿cómo sabía que no había estado tampoco en casa?
—Es..
—Verdad, sé eso, pero no sé donde habrás estado.
—Pues la verdad es que..
Posó su mano en mi pierna mientras su rostro expresaba tristeza.
—¿Has ido al cementerio?
Dos ideas pasaron por mi cabeza como dos bombas, podría contarle lo de Charlie, o podía no hacerlo. Podía mentirle y que sí, había ido a ver a mi madre.
—Pues la verdad es que..
—Tampoco has ido, en serio, ¡me tienes intrigada! A ver, enséñame lo que intentas ocultarme.
Miré para los lados y vi la ventana abierta, respiré y empecé a reírme, mi risa era contagiosa y no tardé mucho en hacerla reír a ella.
—Alice, no en serio, enséñamelo.—Dijo mientras alargaba la mano y la ponía entre mis piernas.
—Renee, de verdad, sabes que lo nuestro no puede ser.
Su reacción fue tan épica que me reía como si fueran los últimos suspiros que iba a dar. Pero tuve un pequeño despiste y ella lo aprovechó arrebatándome la libreta de las manos. Vi como pasaba cada hoja con cuidado mientras ponía caras extrañas y se reía.
—¿Qué es exactamente lo que escribes?—Dijo mientras se acercaba más la libreta al rostro.
—Frases, dibujos, un poco de todo.
—¿Te lo inventas todo tú?
—No todo no.. pero algunas, la mayoría si.—Dije mientras me estiraba y bostezaba, aún tenía sueño.
—Uy, pues me gusta tu imaginación.
Vi que subía una ceja y sonreía tontamente. Me miró y giró el cuaderno para enseñarme que observaba. Toda mi sangre fue directamente a las mejillas, haciendo que me pusiera colorada, había dibujado a Charlie, bueno.. una vez no, sino unas cinco o seis veces, al pasar la mañana con él se me quedó su rostro grabado en mi memoria y quise plasmarlo en algo.. y que mejor forma que hacerlo en papel.
—Muy bonito, ¿dibujo bien verdad?—Dije mientras me echaba flores a mi misma.
—Que tonta eres, de verdad, ¿quién es? ¿Te lo has inventado?—golpeó con los dedos la libreta.— ¡Necesitas un buen novio, que hasta te lo inventas! ¡Ali, que tampoco eres tan fea!
Inventármelo.. a veces dudaba que si ese chico podría ser fruto de mi imaginación, había aparecido de la nada y había entrado en mi vida en un abrir y cerrar de ojos.
—No me lo he inventado, ese chico existe.—repliqué, cabreada.
—¿Otro amor platónico pequeña?
Bajé la mirada e intenté no volver a subirla, pero no pude.
—No es platónico, somos amigos.
—Pero tú te dedicas a dibujarle una.. dos.. —Pasó página por página observando las veces que plasmé su sonrisa y su pelo.—siete.. ocho.. nueve, Alice, mira que te aburres.
—No lo entiendes.
Le quité bruscamente la libreta de las manos mientras la guardaba en una cajón y me miraba en el espejo, haciendo como si ella no estuviera.
—No quiero que sufras solamente, ya sabes las experiencias que has tenido.—se levantó conmigo frente al espejo. 
Me giré por unos segundos mientras la miraba fijamente a los ojos, por desgracia mi mejor amiga era preciosa, y cualquier chico estaba colado por mi, nadie se iba a fijar en una chica que solo tenía los ojos bonitos. 
—¿Crees que le vas a gustar?—Le dije mientras me sentaba en el alfeizar de la ventana.
—No le conozco, no creo, además es tuyo.
—Ya.. siempre me dices eso..—dirigí mi mirada a ella, sabía lo que estaba pensando, no vi necesario decirlo en alto.
Me balanceé varias veces en la ventana, mientras miraba la zona antigua de la ciudad, donde recordaba cada minuto que había pasado allí.
—Alice, tú nunca me dices quién te gusta, y si no me lo dices, ¿como quieres que lo sepa?
—Pues se nota Renee, puede que no te diga, me gusta ese, pero hablarte de él, ponerme nerviosa.. pero nunca te das cuenta.—O mejor dicho, se hacía la tonta, pero eso no podía decirlo.
Vi que se quedaba callada y que ninguna palabra producía su garganta aunque ella moviera los labios. Miré el reloj y vi que era tarde.
—Te tienes que ir, dentro de poco vendrá mi padre.
Vi como poco a poco cogía la mochila y se despedía tristemente con la mano a lo lejos, yo me quedé unos minutos mirando la ventana, hasta que la vi a ella alejarse con la moto. Me introduje y bajé la persiana apenas haciendo ruido, me acerqué a la cómoda y volví a sacar el libro, ella tenía razón, sería otro cuelgue sin sentido, que no tendría futuro, pero estaba equivocada. Salí descalza de mi cuarto mientras encestaba tirando la libreta en la papelera.

Alice FlintWhere stories live. Discover now