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-Buenas tardes señorita Morgan -dijo el portero mientras entraba Lady Escarlata a su edifico.

-Buenas tardes Joel -la mujer conocía a todos los empleados de su edificio -A las tres volveré a salir y vendrá Olga a hacer el aseo.

-Por supuesto señorita, le llegó correo. -Se acercó al mostrador y tomó su correspondencia.

-Gracias Joel, te veo mas tarde.

Y sin decir nada mas camino hasta el ascensor y espero a que las puertas de este se abrieran.

Planeaba ir a comprar un vestido para esa noche, era viernes y tenía que tener todo listo.

La semana anterior había tenido que retirarse sin su pago habitual y no pensaba hacerlo de nuevo, solo deseaba que aquel hombre de mirada intensa no se apareciera por el bar del hotel, no tendría las agallas para rechazarlo de nuevo.

Entró a su apartamento justo cuando empezaba a sonar su teléfono, dejó las llaves y los sobres de cuentas en la mesa a un lado de la puerta y corrió a contestar el inalambrico que tenía en la cocina.

-Diga -puso el aparato en su oído.

-¿Kayla? -la voz de una mujer mayor salió por el auricular -¿Kayla Morgan, eres tú?

-¿Quién llama? -estaba algo confundida, muy pocas personas la llamaban, y menos personas aún lo hacían por su nombre.

-¿Acaso no reconoces a tu madre? -podía sentir como todos los vellos de su cuerpo se erizaban, seguía viva.

-Yo no tengo madre, absténgase de esas bromas. -estaba a punto de colgar cuando la voz de la mujer se escucho de nuevo.

-Querida niña, ya te encontré, muero de ganas de estrecharte entre mis brazos.

-No te atrevas...

Pero no terminó de hablar, habían cortado la llamada.

Cuando fue a revisar el identificador de llamadas no logró encontrar un número, pero no era necesario, ella sabía que si Urda la había localizado, no tardaría en tener mas noticias de ella.

Lanzó el teléfono que tenía en la mano, fue seguido por un florero, un cojín, aquel cuadro que se había conseguido en un mercado de chácharas y muchas cosas más.

Se había esforzado demasiado en esconderse, había cambiado su domicilio y se había ido a ocultar al último lugar en que esa mujer se atrevería a buscarla.

Inició con el negocio de Lady escarlata, para poder seguir ejerciendo lo que mejor sabía hacer sin ser detectada, y ahora...

De nuevo tendría que salir huyendo, tomar todo su dinero y correr como un ratón que es encontrado por el gato.

Se levantó del suelo donde estaba llorando cuando escucho el timbre.

Corrió a la cocina y tomo un cuchillo de la gaveta de cubiertos antes de ir a abrir la puerta.

-¿Quién es? -Su voz aún sonaba quebrada y las manos le temblaban.

-Soy Olga señorita, me he dejado las llaves en casa -escuchó a su ama de llaves y soltó el cuchillo.

Abrió la puerta y se dejo caer en los brazos de la amable mujer que miraba todo su desastre asustada.

-¿Esta bien? ¡Por Dios! ¿Qué ha pasado? -la mujer estaba impresionada por el desastre. -¿Han entrado a robar? Señorita Morgan, ¿Le han hecho daño?

-Me dieron una muy mala noticia -dijo cuando se calmó un poco -Lamento el desastre, me quedaré a ayudarte.

-Pero me ha dicho Joel que saldría.

-No, hoy no saldré -dijo caminando por un papel a la cocina para limpiarse el maquillaje de la cara -Creo que me dará gripe y prefiero quedarme esta noche.

-Esta bien, como usted desee, pero si se siente mal, vaya a recostarse, yo me encargo del desorden y le preparare un caldo de pollo para que se sienta mejor.

-Gracias Olga, no se que haría sin ti, eres lo mas cercano a una madre para mi.

-No hay de que – la mujer abrazó a Kayla -No se preocupe por nada, duérmase y cuando despierte todo estará mejor.

-Eso espero, en verdad me gustaría que todo fuese una pesadilla.

Lady escarlata se estaba despostillando, esa muñequita de porcelana estaba a punto de romperse, pero ya pensaría en algo cuando despertara, no dejaría que Urda le echara a perder la vida, no de nuevo.

Lady EscarlataWhere stories live. Discover now