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Un agradable recogido en su cabello dejaba completamente al descubierto su pronunciado escote en la espalda y la dejaba completamente desnuda a la vista de los hombres que por ella esperaban.

Lady escarlata estaba sentada como cada semana en su reservado del bar de aquel hotel, su antifaz de encaje escondía su identidad de aquellos ojos curiosos que la miraban.

Escaneaba con sus lagunas azules a todos los caballeros que portaban corbatas color escarlata, así distinguía a sus clientes, gracias a un buen contrato con ese hotel, solo los hombres que podían pagar sus servicios entraban cada viernes con corbatas de ese tono al hotel.

Un hombre en particular llamo su atención, parecía que había encontrado al que sería su presa semanal, dejo en una mesa frente a ella la copa de champán que tenía, limpio las comisuras de sus labios y se puso de pie.

Parecía un ángel, aquel vestido blanco hasta el suelo la hacía ver como si flotase, toco el hombro de aquel caballero quedó pasmada al mirarlo, su intensa mirada negra la dejo helada y por primera vez en mucho tiempo se quedó sin algo que decir.

-Buenas noches Lady escarlata -habló con voz grave y sin tartamudear como muchos lo hacían -Un placer que me eligiera en mi primera noche aquí, pero yo solo he venido acompañando a un amigo, siento la confusión.

Cuando salió de su estupor, la mujer le lanzó una sonrisa lobuna y una mirada que congelaría hasta el desierto del Sahara.

-Creo que la confusión fue suya -lo miró condescendiente -Yo iba a pedir que me prestara a su amigo -señalo al hombre que se encontraba con ellos viéndolos con sorpresa.

-Oh mi lady -empezó a hablar el señor sorprendido, era algo regordete y para nada agraciado, pero al parecer había sido el gran elegido -yo quiero agradecerle... no sé cómo hacerlo... me gustaría invitarle una copa... es decir... le...

-Basta -dijo ella levantando la voz. -Creo que he causado un lío, me parece que iré a por mí bebida y posiblemente vuelva más tarde.

Dicho esto, se giró y fue a recoger su bebida al lugar donde la había dejado anteriormente, por su mente bajaban unas pequeñas gotas de sudor, delataban lo nerviosa que la había logrado poner la mirada de aquel hombre trajeado, había intentado recuperar la situación, pero lo había estropeado aún más.

Llevaba ya más de una hora intentando encontrar un hombre  con el que pasar la noche, pero sus ojos no dejaban de posarse en aquel señor, también había sentido su mirada en más de una ocasión pero había decidido ignorarla por mas imposible que eso fuera.

Por quinta vez en la noche pensó irse sin estar con ninguno de esos hombres, sería la primera vez que eso pasaba desde que empezó con el negocio, pero no se sentía concentrada.

Caminó hasta el lobby del hotel y pidió su abrigo para irse, cuando lo pusieron en la barra de la recepción cayeron sus llaves del bolsillo, se inclinó a recogerlas y cuando se levantó su abrigo no estaba.

Una tela abrigadora cubrió sus hombros de pronto y rápidamente el aroma de su propio perfume inundo sus fosas nasales.

Ahí estaba aquel hombre de nuevo, poniéndole el abrigo sobre los hombros y sonriendo.

Sintió como toda su espalda se enderezó a causa del escalofrío que la traspasaba, su mano derecha llevó las llaves que acababa de levantar del piso hasta un bolsillo de su abrigo, pero sin separar los ojos de los de aquel nombre que no paraba de estresarla.

-Gracias, con permiso. -Empezó a caminar hacia la salida del hotel, pero ni bien había dado cinco pasos sintió una mano en su codo que la hizo girarse.

-¿Acaso se va sin cobrar el día de hoy? -de nuevo su tono de voz la dejo descolocada.

-Bueno, el día de hoy no encuentro a nadie que me atraiga -dijo en tono burlón -Tal vez la siguiente semana tenga más suerte.

-Yo lo pensé mejor y creo que aceptare pagar por sus servicios.

Aquel hombre la escaneó de la cabeza a los pies y de regreso, pasó su lengua sobre sus carnosos labios y la jalo hasta el elevador.

-Pensé que usted no estaba aquí por mis, ¿Como los llamó? ¿Servicios?

-Eso es lo que son, y tiene razón con lo anterior, pero al verla irse tan decepcionada y frustrada decidí hacerle el favor.

La furia subió rápidamente desde su estómago y le hizo colorear sus mejillas del tono que le dio nombre, jalo su brazo y se alejó rápidamente de aquel hombre.

-En primer lugar -habló con un tono de voz bajo -Yo ofrezco sexo, ese es su nombre y es un trabajo digno y bien pagado, no son simples "servicios" como usted los llamó. -Se giró y así de espaldas al estupefacto hombre prosiguió. -En segundo lugar, señor, no necesito que nadie me haga favores, si quiero puedo irme del lugar sin escoger a un hombre, porque puede preguntar y aquí la que hace los favores, soy yo.

-Y por último -empezó a caminar hacia la salida - ¿Qué lo hace pensar que quiero tener algo que ver con usted?

Y así, sin decir nada más salió al frío de la noche y pidió su auto al valet parking, en cuanto lo pusieron frente a ella arranco, bajo la mirada inquisidora de aquel hombre de ojos negros y sonrisa blanca.

Lady EscarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora