23 P.I

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Los días pasaron y finalmente llegó el momento que Luke nunca pensaba vivir.

Luego de que Michael aterrizara en Sidney, ambos se dirigieron a la casa del rubio, y allí, después de varios abrazos de parte de Michael— excusandose con que no se habían visto en mucho tiempo—, comenzaron a pensar cómo harían para infiltrarse en la casa de Dallas sin ser descubiertos.

Les costó mucho, demasiado, pero lograron completar su plan maestro, el cual constaba de tres pasos meticulosamente armados:  entrar, buscar las pruebas, salir. Cualquiera que lo viera pensaría que es extremadamente obvio, pero el que hubiese escuchado la discusión que ambos tuvieron se daría cuenta de que es un gran avance.

Así que allí se encontraban, a una cuadra de la casa de Dallas, repasando el plan y tratando de no lucir sospechosos.

—Lo recuerdas, ¿verdad?— preguntó Luke mientras leía atentamente las palabras escritas en el cuaderno que llevaba en sus manos.

—Si, pero aún sigo disconforme con la parte de buscar las pruebas. El plan debería ser así: entrar, romper algo, buscar pruebas, robar algo, salir.

Luke suspiró— ¡Dios, Michael! Ya te expliqué que no podemos tocar nada. Todo debe quedar en el mismo estado. Sólo buscaremos las pruebas y dejaremos todo en su lugar. ¡Nos pueden meter presos!

Michael se cruzó de brazos y miró hacia la derecha— Maricón— susurró.

—¿Qué?

—Nada, ya vayamos.

Ambos caminaron casualmente hasta la gran casa que conocían gracias a que Luke había asistido a algunas cenas allí.

Era grande, exageradamente grande, tal vez para acoger a una familia de siete, pero Dallas era sólo uno. Tenía un gran salon— con un gran sillón en forma de L, el cual Luke envidiaba a muerte—, tres baños y Dios sabrá cuantos dormitorios.

En resumen, era un desperdicio de dinero muy lindo.

Luke miró a Michael y asintió, indicando que era el momento de ponerse en acción.

Miraron disimuladamente hacia alrededor, asegurándose de que no había nadie cerca, y avanzaron rápidamente a la parte trasera de la casa, en la cual Luke juraba haber visto una escalera que llevaba al techo, pero que antes pasaba cerca de una ventana.

—¿Estas seguro de que el tipo no estará aquí?— pregunto el teñido como por décima vez.

—Si, Michael. A este horario siempre se encuentra en sus clases de yoga o alguna de esas mierdas espirituales— respondió Luke mientras observaba la escalera. Subió los primeros escalones y luego miró hacia abajo— Es segura.

—Bien.

Y sin más, ambos subieron, deseando que de alguna forma pudieran abrir la ventana que se encontraba a poco metros de ellos.

—Michael— llamó Luke cuando se encontraron al lado de la avertura—, haz lo tuyo.

—¿Lo mío?

—Que abras la ventana, genio.

—Oh. Muévete.

Luke avanzó unos escalones más, permitiendo que Michael quedara junto a la ventana. La miró por algunos segundos hasta que finalmente soltó:— No sé cómo abrirla.

—¡¿Qué?! Michael, me dijiste que sabías.

—No, te dije que había visto en una película que lo hacían, pero no sé la técnica.

—¡Pues prueba suerte, mierda!

—Bueno, bueno, no te angusties.— El teñido miró hacia arriba— ¿Tienes una tarjeta de crédito?

—Si, en mi billetera.

—Dámela.

—No pienso soltarme de estos barrotes, estamos muy alto.

—¿Y cómo se supone que voy a abrir esto?

—Tómala tu.

Michael suspiró— Bien, ¿dónde está la maldita billetera?

—En el bolsillo trasero derecho.

—Oh, bien, este es un gran momento para tocarte.

—¡Michael!— dijo Luke mientras sentía cómo se sonrojaba—. Concéntrate.

Michael bufó y subió un poco más, hasta que su cara quedó literalmente frente a los bolsillos traseros de Luke. Ágilmente sacó la billetera, tratando de hacer menos incómoda la situación, y volvió a bajar para concentrarse en su tarea.

Pasó algunas veces la tarjeta por debajo de la ventana, sin realmente saber qué estaba haciendo, hasta que escucho un "click" y consideró que lo había logrado. Se inclinó un poco y abrió la ventana, felicitandose a sí mismo por ser tan genial.

Con un pequeño salto, se trepó a la ventana e ingresó a la casa.

—Tu turno, Luke.

—Oh, Dios, tengo miedo— murmuró Luke, sin tener intenciones de soltarse de la escalera.

—Luke, vamos, no te vas a caer. Literalmente estás a menos de un metro de distancia de aquí.

—Me voy a caer— susurró Luke mientras lentamente comenzaba a moverse—. Me voy a caer, y voy a morir. Moriré de la forma más estúpida y tu irás preso— siguió diciendo mientras se estiraba para alcanzar la ventana—. Disfrutemos nuestros últimos momentos felices.

—Luke.

—¿Sí?

—Ya estas adentro, idiota.

—Bueno, sí, pero podría haber muerto.

—Mejor callate y comencemos.

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ese incómodo momento en el que le das a publicar sin querer.
ESTOY DE VACACIONES VIEKAAAA.

the writer who can't write; mukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora