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Aquella simple invitación a tomar algo terminó en ambos adultos riendo escandalosamente mientras hablaban en la pequeña zona de la cafetería que aún seguía abierta. Sus mentes estaban en las nubes, parte por el alcohol y parte por el buen momento que estaban pasando.

—¿Qué persona considera adecuado tratar de prender fuego su chaqueta?— preguntó Luke mientras soltaba una gran carcajada. En su mano derecha sostenía una cerveza a medio tomar, y con la izquierda comía algunos de los trozos de queso que habían pedido.

—Era un adolescente muy idiota— aclaró Michael mientras sonreía y le quitaba el queso a Luke para meterlo a su boca—. ¿Y tu?

—¿Yo, qué?

—¿Eras un idiota?

«Fui, soy y seré» pensó el rubio mientras le daba un trago a su bebida.

—Siempre lo fui.

—Cuentame algo que hayas hecho.

Luke pensó, pero todas las cosas que se le venían a la mente eran totalmente patéticas. Su vida no era la cosa más interesante del mundo, y eso cualquiera lo podía notar.

—Creo que no he hecho algo tan genial como incendiar mi ropa. Nada genial, en resumen.

Michael sonrió, pero no dijo nada. Sólo se limitó a observar a Luke de forma cálida, lo cual confundía al rubio.

—¿Qué?— preguntó finalmente.

—¿Por qué no eres feliz?

Aquella pregunta despertó un sentimiento de alerta en Luke. ¿De dónde había salido?— ¿Por qué lo dices?

—Luces tan preocupado siempre— comenzó Michael, alargando la «a» de «tan»—. A veces te ves desorientado y triste, como si no supieras dónde debes estar. ¿Por qué?

«¿Por qué?» Una pregunta, varias respuestas y un gran problema; responderla. El por qué de las cosas nunca había sido la especialidad de Luke, puesto que ni él mismo sabía la razón de sus actos. Era simplemente porque sí, porque así era su vida.

—La vida no me trata bien— respondió mientras miraba sus manos entrelazadas sobre la mesa.

—La vida nos da con el mismo caño a todos, el secreto está en cómo lo enfrentas.

—¿Tu lo haz enfrentado bien?— preguntó Luke, tratando de evitar que Michael siguiera interrogándolo.

—He tenido momentos jodidos, ¿sabes? Pero sigo aquí, y estoy bien, así que sí, lo he hecho bien.

Luke se sorprendió ante aquella respuesta. Michael no parecía el tipo de persona que ha tenido una vida complicada, pero el rubio simplemente había sido estúpidamente cegado por sus prejuicios.

La curiosidad lo invadió, así que con algo de vergüenza preguntó:— ¿Qué te ha pasado?

Michael lo observó fijamente mientras tomaba un largo trago de cerveza. El rubio se sintió totalmente intimidado, y se arrepintió al instante de haber preguntado.

—¿Pregunta equivocada?— susurró.

—Sí.

Y sin más, Michael se paró y se retiró del lugar, dejando a Luke completamente solo y perdido.

Se sentía como la mierda. Su pregunta había estado tan fuera de lugar que tuvo ganas de inventar una máquina del tiempo y impedirse a si mismo hacerla. Michael realmente parecía dolido, y Luke no iba a olvidar eso fácilmente. Le debía una disculpa al teñido, tal vez más.

Con la leve luz proveniente de una lámpara cercana, el rubio sacó su cuaderno y comenzó a escribir una disculpa, puesto que en persona lo arruinaría todavía más.

—«Querido Michael»— murmuró mientras comenzaba a escribir, pero al instante lo borró—. No, es demasiado fino.

Y así siguió por horas, terminando con un simple pedazo de papel garabateado en sus manos y el bartender pidiéndole que se retire.

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I'm so sick, infected with
Where I live
Let me live without this
Empty bliss, selfishness
I'm so sick.

the writer who can't write; mukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora