XIII

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Al salir de la habitación estuvimos frente a un corredor totalmente oscuro. Por suerte no había guardias merodeando la zona. Por precaución Hiena salió último, sosteniendo firmemente a Martín. Caminamos hasta llegar al final del corredor, dónde había una curva a la izquierda. Al momento de tomar esa curva me detuve y retrocedí: un guardia se dirigía a nosotros. No me alcanzó a ver por el hecho que iba con la cabeza gacha tarareando una canción. Hiena al ver mi reacción, susurró que acabará con él. Quedé paralizado por un rato. Nunca había matado a alguien realmente y tenía miedo de hacerlo. Pero en ese momento no había tiempo para cuestionamientos, mucho menos, espacio para la ética. Esperé unos segundos hasta estar seguro que el guardia se encontraba cerca. En ese instante lo tomé por la boca para impedir que gritara. El guardia estaba tan sorprendido que tardó en darse cuenta de lo que pasaba. Tomé mi cuchillo. El guardia empezó a tratar de asestar patadas. Sin pensarlo dos veces clavé el cuchillo en su espalda. Sentí como el cuchillo entraba en su piel, músculo y hueso. El guardia dio un último respingo seguido por un grito que quedó ahogado en mi mano. Dejó de ejercer fuerza y se desplomó del todo. Lo dejé en el piso, pero luego me dieron náuseas y vomité al lado del cadáver desangrado. Búho y León no tenían reacción: estaban totalmente idos. Hiena después de aprobar mi acción dijo que siguiéramos avanzando. Tomamos el corredor de la izquierda, pero los otros dos se hallaban inmóviles frente al cadáver. No era el momento adecuado para estar así. Le di dos cachetadas de ida y vuelta a cada uno. En ese momento reaccionaron al ver el cadáver.

- Perdón...no sé qué me pasó- Búho sonaba perdido.

- Estabas en shock. Pero vamos parece que te encuentras mejor.

- Sí...eso creo...

Sin embargo el brazo de León seguía gravemente herido y no teníamos recursos para poderlo atender. Volví a dónde Hiena. Al mirarnos retomó el camino. Al final del corredor había una bifurcación: un letrero en forma de flecha apuntaba a la izquierda e indicaba el quirófano.

- Hiena, debemos buscar a Mateo.

- No podemos hacerlo ahora, ¿¡qué no ves el lío en el que nos encontramos?!

- No lo dejaremos atrás. No en el estado en el que se encuentra.

- Podemos enviar a otro escuadrón en su búsqueda, ahora vámonos

Quedé firme. No pensaba moverme de ahí. Búho nos veía sin saber que hacer exactamente y León tenía un aspecto moribundo. Titubee un rato y finalmente corrí hacia el quirófano. Sea el resto escapaba o me acompañaba en mi deseo suicida de salvar a Mateo.

- León tú quédate aquí. No estás en buen estado para pelear.

Se acomodó en el piso para esperarnos. Búho me acompañó, mientras Hiena reñía. Se decidió por acompañarnos también, aunque él debía ir caminando para evitar que Martín escapara. La puerta del quirófano era la misma que se encuentra en los hospitales: dos puertas sin cerradura que con solo empujarlas se abrían. Nos preparamos con Hiena para acabar con todos los que estuvieran adentro. Cogimos nuestros cuchillos, nos tapamos la cara con un trapo negro y entramos muy rápido. En la entrada había dos guardias armados. Nos lanzamos directamente a ellos clavándoles el cuchillo en la tráquea. Cuando estaban en el piso tomamos sus armas. En ese tiempo, uno de los médicos activó la alarma. Con la alarma activada no nos importó disparar a todos. Cuándo todos estaban en el piso fuimos por Mateo. Sus heridas más grandes ya estaban cosidas, pero aún tenía un aspecto desastroso. Tener a dos heridos en ese momento no era lo mejor, por lo que me puse a considerar mi plan.

- Mateo... ¿te encuentras mejor?

Regresó a ver con los ojos entreabiertos.

- He estado mejor.

Resistencia BWhere stories live. Discover now