Crónicas De Un Mago

Capítulo 1: El comienzo[Actualizado]

Comencé desde muy joven dentro del mundo de la magia. A la edad de ocho años salía con mi primo a las calles a realizar unos pequeños juegos con cartas a la gente que circulaba por la acera, el único acto que pasamos días presentando consistía en mostrar unas tarjetas con unos dibujos de animales, entre los cuáles se encontraba una paloma, un conejo, canarios, gatos, perros y entre otros animales domésticos y cotidianos, el público debía escoger mentalmente uno y tras mostrarles una serie de dibujos de otros animales, ellos no lograban ver al suyo, para eso, en un sobre, conteníamos un dibujo que resultaba ser el mismo que la persona había escogido, los aplausos nos alentaban, pero ahí no terminaba nuestro pequeño número.

Agradecíamos por prestarnos atención y hacíamos aparecer una pequeña manta, cubríamos la hoja con el boceto de la paloma que el hombre eligió, unas palabras mágicas y agitamos la tela hacia el cielo y una hermosa paloma blanca desprendía el vuelo hacía el cielo perdiéndose en la distancia bajo los fuertes rayos del sol.

Bajo la mirada de un enorme público asombrado y maravillado, con fuertes palmas por nuestro gran trabajo, aparecí un sombrero y comenzamos a pasar por la gente, quiénes eran muy amables y nos colaboraron felicitándonos por la presentación.

Fue ahí donde descubrí que quería ser un mago y dedicarme por siempre a crecer dentro de este maravilloso arte. Aunque esa emoción duró muy poco, debido a que al ver tanta gente al rededor nuestro y frente a casa, mi abuela llegaba de trabajar y se asustó y nos hizo entrar y nos advertía que a nuestra edad era muy peligroso salir a la calle sin permiso y de esa manera. Sin embargo, mi primo y yo creíamos que estaba celosa porqué logramos ganar más en un día, éramos niños y lo veíamos de esa manera y recordarlo ahora suena de un modo gracioso.

Después de eso, nos alejamos un poco de la magia, mi primo conoció la música y dejó por completo este mundo para dedicarse a tocar la guitarra y cantar, por mi lado, sentía dentro de mí esas ganas de querer seguir aprendiendo y no podía darme por vencido, si era algo que me apasionaba debía seguir firme a esa idea y hacerla realidad, así que decidí  continuar con este sueño.

Encontré un pequeño set de magia que me habían regalado en un alguno de mis cumpleaños, contenía artículos increíbles y sorprendentes, podía ver cartas, un falso pulgar con un pañuelo, también encontré unos cubiletes con unas bolitas blancas de tela, esta caja contenía todo lo que necesitaba para comenzar mi carrera de mago.

Me dediqué a practicar día y noche, molestaba a mis amigos y familiares hasta el cansancio mientras probaba mis nuevos actos, desaparecía pañuelos y hasta logré recrear un clásico de la magia con los vasos, en los cuales las pelotitas la atravesaban y viajaban de un lado a otro, y cada vez que lograba sorprenderlos y ver sus caras de asombro me inspiraban a seguir preparándome más y más.

Veía a grandes magos en internet que bajo las miradas de miles de espectadores conseguían  lo inimaginable y superaba a la realidad, camiones enormes o elefantes se elevaban por los aires y desaparecían a la mitad de la nada, sin duda alguna quería ser como ellos, desapariciones y levitaciones era cosa de locos. Vaya que era una cosa de locos, aún siendo un pequeño niño me enloquecía la idea de que algún día llegaría a esa gran calidad de nivel y hasta pensaba en superarlos.

Me pasé años estudiando técnicas nuevas y la forma de pensar de una persona, pero la cansada y agotadora escuela se robaba bastante tiempo de mi vida, con miles de tareas y cursos aburridos que están de más, deberían implementar un área donde los alumnos puedan expresarse libremente, como unas clases de actuación, danza o incluso magia, pero en nuestra realidad, los colegios siguen siendo igual que hace miles de años y, a pesar de existir un gran avance tecnológico, siguen educando y preparando a los niños para el pasado.