Diecinueve

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Pasos, pasos y más pasos, eso era lo que NamJoon escuchaba desde su camilla, su cabeza apenas lograba recuperar pequeños trozos de recuerdos que además eran borrosos y confusos.

—¿Y mis amigos? —la enfermera rodó los ojos y siguió tratando su brazo.

—Muchacho, ya es como la décima vez que preguntas, yo no te puedo decir nada.

NamJoon parpadeó varias veces y se quedó observando el blanquecino techo de la sala, para ser exactos, todo era blanco.

Después del accidente, los habían llevado a los cuatro al hospital; el único que se podría decir estaba mejor, era Jimin, él no había sufrido más que unos cuantos rasguños, increíble, ¿no?

Todos estaban en diferentes habitaciones, menos Jimin y Yoongi, ya que Jimin había despertado mucho más antes y además casi ileso, llevaba ahí todo el tiempo, solo observando al pálido dormir mientras sostenía su mano e intentaba callar sus sollozos.

El más grande de los cuatro había sido el más afectado, además de romperse algunas costillas, había sufrido un golpe fortísimo en la cabeza, los doctores solo esperaban a que el joven despertase, pero... ¿Cómo dar ese tipo de noticias?

¿Cuánto llevo aquí? —Kim volvió a hablar.

—Llegaron en la madrugada, son... —la chica miró un reloj negro que adornaba las vacías paredes—. Las diez en punto.

—¿Cuándo me puedo ir? —NamJoon sabía que siendo mayor de edad le darían de alta en cuanto pudiera.

—En unos minutos vendrá un doctor, te dará recomendaciones para que te cuides y así tu brazo roto sane. —la de uniforme azul guardo los artefactos y salió con una sonrisa amable.

«Jin, Jin, ¿donde estás? ¿estás bienNamJoon soltó un suspiro alargado y saboreó inconscientemente la lágrima que se había deslizado hasta sus labios.

[...]

Jimin se encontraba con la cabeza hundida entre el brazo y las costillas de Yoongi, se sorbía los mocos y se limpiaba las lagrimas cada dos por tres, dejando aún así, cada vez mas humedas sus mejillas que contrastaban con sus húmedos y cansados orbes.

Suspiró una vez que parecía ser la milésima, se colocó la capucha de su sudadera y salió por algún snack, llevaban bastante ahí y aún así no le había dado hambre, pero sabía que tenía que comer.

Caminó por los blanquecinos pasillos con pasos cansado, casi arrastrando los pies uno tras otro; al divisar la maquina expendedora, buscó rápidamente monedas en su bolsillo, selecciono unos dulces y dos sodas, solo por si Yoongi despertaba dentro de poco.

Volvió con las sodas en mano y los empaques de golosinas casi saliendose de sus bolsillos; Yoongi estaba mirando al techo cuando llegó, casi corrió del golpe de felicidad y alivio que le había dado de una manera tan repentina.

—¡Yoongi, Yoongi estás bien! —comenzó a palpar las mejillas del pálido llorando de nuevo, pero esta vez eran lágrimas de alegría.

—Para, mocoso. —le apartó las manos sin ser brusco—. ¿Traes eso para mi?

Jimin volteó a ver sus bolsillos, lo había olvidado.

—Uhm, no. —le sonrió malicioso, Yoongi gruñó—. Tal vez te comparta si te disculpas... Solo tal vez. —colocó su índice en su labio, fingiendo pensárselo.

—¿Disculparme? ¿yo? —fruncía su ceño.

—Sí, tú, Agust D, rey del swag, genio pensador. —rodó los ojos.

Chef ҂ NamJinWhere stories live. Discover now