Capítulo 26: ¿Qué tal nos vemos?

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En multimedia: Gabrielle Aplin - Salvation

~Blair~

Había pasado tanto tiempo desde que había visto por última vez a Ethan que, cuando he escuchado la respuesta, después de diez intentos fallidos, me han temblado las piernas, los brazos, el estómago y me atrevo a decir que el alma. He esperado tanto, he estudiado tanto, he dormido tan poco y he vivido a medias desde aquel día que los sentenciaron.

Setenta años... aún duele pensarlo, recordarlo... aún escucho al juez arrebatándome cualquier esperanza. Pero, lo que más dolía recordar es: el desprecio de Ethan. Me he esforzado tanto por él, cada cosa que he hecho ha sido para buscar una solución, claro que, también para demostrarme a mí misma que puedo y que puedo mucho; sola, por mis medios, por mi conocimiento, porque soy fuerte, porque soy una mujer completa y autosuficiente.

Pero, mi mayor empuje, mi mayor motivo ha sido sacar a mis amigos de ese maldito lugar y también al desgraciado que no quiso verme todas las veces que fui a verlo. La emoción que experimentaba creyendo que cada vez sería diferente, que se rendiría a ese amor que nos consumió, envolvió y nos hizo tan feliz, que al menos se despediría, algo, joder, necesitaba algo, por muy pequeño que fuese y solo recibí nada.

Después de todo lo que había hecho, de todas mis decisiones, de quedarme a su lado sin importar qué pasara, de perder a todo el mundo, de quedarme sola, de morir en vida... él no pude darme la cara. Podía hablar con los demás, asegurarme de que estaban bien, sanos, salvos, sin heridas ni golpes, ni enfermedades. Los abrazaba, me grababa en la memoria cada uno de sus rostros. Menos con él.

En el fondo, aunque lo disfrutaba, y me alegraba de verlos a todos, no era igual que verlo a él... sin Ethan, se sentía como si mis viajes no tuvieran sentido. L.A era una ciudad prohibida desde que todo salió a la luz y yo me arriesgaba cada vez más, me he arriesgado estos últimos años al volver e instalarme, al poner mi propio bufete con mi nombre público como si no hubiese sido perseguida en el pasado por haber amado con tanta intensidad.

Pero sin Ethan, todo eso, era nada.

¿Por qué nunca quiso verme? ¿Por qué nunca respondió ningún mensaje que le envié con los chicos? Kim me dijo que se escribían cartas, recuerdo haber tenido un ataque de celos interno. Yo también quería escribirle cartas, quería recibirlas, yo lo amaba con toda la fuerza de este jodido planeta, pero no merecía recibir ni sus letras, pensé, según él, claro. ¿Por qué con Kim seguía comunicándose y no conmigo?

¿En serio Ethan? ¿En serio?

Joder, pasé por todo un proceso, lo odié por muchos meses por hacerme eso. Quería que fuese feliz, lo sabía, pero no podía serlo sin él, nunca pude y no porque mi felicidad depende de él, sino porque, ¿cómo puedes ser feliz cuando la persona que más te importa en el mundo está encerrada, pasándola mal, y no puedes comunicarte con ella?

Se olvidó de todo lo que pasamos, de todo lo que perdí, de todo lo que sacrifiqué, carajo, le di mi vida a ese hombre, hubiera muerto por él y no quiso regalarme ni cinco segundos de su tiempo.

Practiqué por días, meses y años lo que le diría si algún día volvía a verlo, y por un momento creí que solo me esforzaba tanto para conseguir el nuevo juicio para poder verle a la cara y gritarle todo lo que pensaba, lo que sentía, aunque al final de toda esa telenovela que armaba en mi mente, me podía ver corriendo como colegiala hasta él, lanzándomele encima, llorando como una tonta y sintiendo, después de ocho años, que podía respirar totalmente... otra vez.

—Señorita, Stoms, ¿me ha escuchado? —preguntó quien me estaba dando la noticia.

—Sí, muchas gracias —apenas dije. No me reponía. ¡Lo había conseguido!

Peligrosa Atracción III (Siempre)Where stories live. Discover now