Cato y Clove . Una Historia Especial!

Capítulo 22 • Preparativos

Maratón 4/4

El sábado había llegado más rápido de lo que pensé.

El atardecer iba cayendo y la noche apareciendo.

Y, en menos de lo que me di cuenta, todas estábamos frente a la casa de Lavinge.

O mejor dicho, esa mansión que ella consideraba casa.

Después de bajar del auto con las miles de bolsas y cajas con los accesorios, la reciente impresión de la casa en mí, no fue para menos.

Ni siquiera me di cuenta cuando las cajas resbalaron de mis manos.

Pocas había visitado su casa, pero no recuerdo la última vez que lo hice.

Pero puedo asegurar que las cosas habían cambiado.

De dos pisos, techo alto y pisos relucientes, la casa apenas contaba con algunos adornos que su hermano había colocado.

-¿Que pasa Clove? No actúes como si no hubieras venido- Lavinge toca mi hombro, mirándome.

-Buenos días- saludo la mamá de Lavinge con una gran sonrisa.

Una hermosa mujer de ojos lila se acercó a nosotras.

Me envolvió en un cariñoso abrazo.

-Es bueno volver a verla señora- le dije, mientras frotaba su espalda un poco.

Cuando nos separamos, la señora siguió abrazando a mis amigas, en unos nuevos y calurosos abrazos.

-Que bueno que han podido asistir- dijo, cuando terminó de abrazarnos- Se que harán un gran trabajo decorando nuestro hogar. Que también es el suyo, debo añadir-.

Todas reímos.

-Es un placer poder ayudarle- respondió Lizzie.

-Es mejor que empecemos- dijo Lavinge, subiendo por la amplia escalera de dos divisiones- Dejemos esto arriba.

-Con permiso- dijimos al unísono y seguimos a la chica.

El cuarto de Lavinge era casi del tamaño de la planta de arriba de mi casa, y no era para menos.

Dejamos ordenadamente nuestros vestidos sobre su cama y aventamos las demás bolsas y cajas a los pies de ésta.

Corrimos hacia abajo.
Y cada paso que daba temía por mi vida.

Su madre se había encargado de contratar a algunas amables personas que ayudarían a limpiar un poco, antes de comenzar a pegar todos las tiras y pequeños globos.

Y empezamos: Las mesas que se encontraban al centro, formando un círculo hueco, eran para dejar un amplio espacio para poder bailar.

Colocamos unos manteles blancos para cubrir la superficie. Tenían unos finos garabatos en un lila muy suave.

Colgamos globos blancos por todas partes.

Y Levin le colocó un lindo trajecito blanco con rosa al esponjado gatito de la familia.

Que al final de dejo un rojo rasguño a lo largo de su brazo.

Llevamos los bocadillos hacia la cocina, listos para meterse al horno.

Cuando iba saliendo pude oler y admirar los exquisitos platillos que la familia había cocinado: Cordero con algún tipo de crema encima, estofado de raíces con carne, pasta con salsa de tomate encima, una enorme ave asada con hierbas...

Y lo más delicioso: los postres.
Había gelatina, mousse de chocolate, pequeñas galletas con untado de crema de avellana, flan y muchos más.