>>Capitulo 44 ( continuación...)

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Justin

Luis está de pie delante de mí, en el centro de un círculo de unos quince chicos.

Enrique no está aquí, pero está Marco. Y un par de otros chicos de la escuela. También estoy

rodeado de algunos de los chicos que estaban cuando Alex estaba en los Skins.

―Esto es lo que va a suceder, Justin ―explica Luis―. Mis batos y yo vamos a llevarte a la

habitación de atrás y patear hasta la mierda! por trece segundos. Cuando termine, estás dentro.

―¿Puedo defenderme? ―pregunto.

―No. Si tan siquiera lo intentas nuestros golpes serán más fuertes ―dice, sin perder un

segundo―. Esto es para romperte antes de construirte de nuevo más grande, más fuerte y más

resistente. Como un semental, ese. Cuando hayamos terminado, eres un Skin.

―Terminemos con esto.

―Maldita sea, eres como Héctor. Ese loco hijo de puta era tan impaciente como tú ―dice

Luis.

Todos ellos me llevan a una habitación sin ventanas. Noto manchas de sangre seca en el suelo.

Debería estar asustado, pero no lo estoy. Marco llama mi atención. Él está emocionado, como

si mi ingreso elevara su posición en los Skins.

Algunos de los veteranos están detrás de mí, probablemente asegurándose de que no me ponga

nervioso a última hora y escape.

―¿Estás listo? ―pregunta Luis.

Asiento con la cabeza. Una profunda rabia hierve dentro de mí, desesperada por ser desatada.

No sé cuánto tiempo más podré detenerla.

Luis agarra mi mentón, sus dedos enterrándose en mi piel.

―Tu cara me recuerda a Alex―dice―. Disfruté llevándolo sobre sus rodillas cuando se salió. Qué dulce venganza va a ser esto.

Me quito fuera de su alcance, pero al segundo que estoy libre el duro puño como de hierro de

Luis vuela hacia mi cara. Él debe tener un anillo, porque algo afilado me corta la mejilla.

―Uno ―dice, regodeándose con el daño evidente.

―Dos ―le oigo decir. El resto de los chicos empiezan a cerrarse. Rápidamente protejo mi cara

con las manos y los brazos. Es difícil mantenerlas arriba cuando, golpe tras golpe, mi cuerpo

duele y quiere encogerse en la tierra.

―Tres.

Un golpe a mi lado me da ganas de gritar, pero no lo hago. Lo contengo. Puedo manejar

cualquier cosa, incluso esto. Quiero luchar, pero las palabras de Luis están en mi mente.

“Nuestros golpes serán más difíciles”.

―Cuatro.

Luis me marca la mandíbula cuando muevo las manos por una fracción de segundo. Saboreo

la sangre, pero no tengo tiempo para pensar en ello mientras lucho por mantenerme en pie.

Estoy esperando escuchar el número trece. Habrá terminado a los trece.

-ιиvιsιblє [Justin & tú] TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora