Vamos a clases

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La estruendosa y terrible alarma comenzó a sonar. En serio odiaba ese ruido del demonio, siempre despertaba con mal humor gracias a esa maldita cosa.

—Alguien apague eso por favor —Haechan se cubrió la cabeza con su almohada blanca.

Al escuchar la voz adormilada de su amigo, levantó la mitad superior de su cuerpo como si un resorte lo hubiera impulsado, sentándose rápidamente sobre su cama, miró a su alrededor, notando a todos aún acostados sobre su respectivo colchón. No se le hizo extraño despertar así sin más en su cama después de anoche; siempre, después de cada noche transcurrida dentro de la habitación, despertaba ya sobre su cama, sin saber cómo había llegado a ella, pues nunca recordaba haber salido del rosado lugar para así acostarse a dormir en la habitación normal.

—Vamos chicos, cinco minutos para que SeñorDebenEstarListosALas7enPunto llegue —advirtió Mark; al ser el mayor, era el responsable de que la revisión matutina fuera perfecta.

Totalmente adormilados, y aún con los ojos cerrados, cada uno comenzó a quitarse la pijama para vestirse con el clásico uniforme de todos los días; intercalaban acciones: mientras algunos se vestían, otros entraban al pequeño baño de la habitación que compartían, haciendo pis o lavándose los dientes y cara –cada habitación del instituto consistía en un cuarto con siete camas individuales, a veces un par de literas, siete pequeños escritorios de madera, y un baño con escusado y lavabo, las regaderas se encontraban a parte, al final de cada pasillo–.

Renjun, frente al espejo del baño, no podía acomodar ese rebelde mechón de pelo que insistía en levantarse a pesar de los litros de gel fijador que se ponía encima; los demás chicos se encontraban alisando perfectamente las sábanas de las camas. La puerta se abrió de pronto, exaltando a los niños, quienes rápidamente se formaron en la clásica línea horizontal de todos los días. El Rector Gu, como siempre, se paseó por enfrente de ellos, analizando el aspecto de la habitación y el de cada uno de ellos.

—Jeno, faje bien esa camisa —señaló la parte desfajada con su característico látigo, ese que llevaba a todos lados, nunca lo había usado en los alumnos pues no está permitido, pero eso no impedía que lo usara para asustar a los pequeños. Siguió caminando, observando hasta el más mínimo detalle, los chicos simplemente permanecían rectos y en silencio con la vista fija al frente—. Renjun, está demás decirle que su peinado no es el adecuado para asistir a clases, ¿cierto? —revolvió con la mano el cabello del mencionado, despeinándolo aún más.

—Sí, señor, lo lamento, me haré cargo de ello —contestó casi como un cadete.

El Rector inclinó la cabeza en dirección al baño, obviando lo que debía hacer el pequeño, quien corrió a echarse más gel encima.

—Y no se atreva a entrar a clases hasta que no tenga el aspecto correcto, joven Renjun —y sin más, salió de la habitación, cerrando la puerta tras de sí, lo que significaba que ahora debían dirigirse a la primera clase del día.

Nadie habló durante el camino a su respectivo salón debido a que estaban demasiado adormilados como para siquiera mantener los ojos abiertos y no chocar con los demás alumnos que también iban camino a clases.

El que sus amigos estuvieran tan callados preocupaba a Jisung, pues después de lo que pasó anoche en la habitación suponía que al menos Haechan estaría rebosante de alegría y no dejaría de hablar sobre ello e incluso se lo contaría a toda la escuela... miró a Haechan, ni siquiera se le notaba una pizca de entusiasmo en su mirada. Comenzaba a preguntarse si todo ello no era nada más que una mala pasada de su mente. ¿Es que ya se estaba volviendo un lunático? ¿Desde cuándo lo era? ¿Los demás sabrían sobre su estado mental?

Come into my Dream [Mark & Jisung]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora