nous 𖦹 kakashi hatake

006

seis
sí, señor
parte dos

en el mundo ninja, la guerra es inevitable y la paz una ilusión. narumi hayashi lo sabía mejor que nadie. sabía que la guerra era parte de su vida, y la muerte, un requisito en cada shinobi. como kunoichi, le habían entrenado para no mostrar sus emociones. sin embargo, aunque su rostro estuviera serio e indiferente, por dentro, una manada de sentimientos se batían y golpeaban entre sí.

no actúes de forma impulsiva. le repetían sus superiores una y otra vez. pero, cuando un vio al enemigo traspasar con su katana envenenada a kakashi, solo actuó. algo dentro de ella la obligó a interferir y finalizar dicha batalla. de alguna u otra forma, logró acabar con el adversario, ignorando por completo los insistentes: ¡huye! ¡olvídate de mí! del peliplata.

— he perdido mucha sangre —balbuceó kakashi, apretando con fuerza su abdomen, para detener la hemorragia. un gran charco de sangre le rodeada. de forma milagrosa, continuaba despierto.

— senpai —la kunoichi se acercó a él y se arrodilló, para ayudarle a ponerse de pie. estaba pesado y bastante herido—. le ruego que no vuelva a pedirme que me olvide de usted —hizo que le rodeara los hombros con su brazo y de esta forma, ella le sujetó dándole algo de estabilidad—. somos compañeros. no me pida que ignore sus propias enseñanzas —le dio una sonrisa y ayudó a bajarle la banda ninja, para cubrirle el ojo.

— fuiste imprudente, narumi —aún en esas condiciones, él seguía regañandole—. pudiste perder la vida. además, agotaste demasiado chakra. si hubieses fallado, yo no hubiera sido capaz de defenderte.

— ningún enemigo puede contra mí, cuando de proteger a esas personas importantes en mi vida se trata.

— ¡arriesgaste irresponsablemente tu vida!

—no me importa. ahora, cierre la boca y déjeme llevarle al área médica. está perdiendo mucha... —de no ser por sus rápidos reflejos, el hombre hubiera caído al suelo. se había desmayado—. resista, senpai. yo cuidaré de usted.

kakashi despertó sintiéndose algo mareado. estaba agotado y su cabeza dolía. recordó lo que había sucedido y apretó sus puños. ¿y si a ella le hubiese sucedido algo? tragó saliva y sintió algo cálido a su lado. volteó su rostro y la encontró dormida.

ella era tan valiente y arriesgada. era una característica que le encantaba y al mismo tiempo odiaba de la chica.

— no sé qué haría si te perdiera, narumi —murmuró él, dejando una caricia con sus nudillos vendados, en la mejilla de la kunoichi.

porque sí, él la amaba en secreto. la razón por la que lo ocultaba era obvia: tarde o temprano ambos caerían muertos en batalla. no quería perder a nadie más. estaba cansado de las muertes, a pesar de que eran parte de su vida. ella merecía algo mejor. él estaba destruido por dentro, o eso era lo que creía.

— senpai —susurró ella, despertando. se sentó y estrujó sus ojos—. me he dormido, lo lamento. ¿cómo se encuentra?

— gracias a ti, con vida.

— me alegra —dijo sincera y aliviada.

— no vuelvas a arriesgarte así, por favor —le suplicó él, mirándola fijamente—. no quiero perderte.

— no lo ha entendido, ¿verdad? —ella esbozó una sonrisa—. no me importa perder la vida por usted. porque yo... yo le a... —él le cubrió la boca con su mano.

— no, no lo digas —ordenó el shinobi.

— ¿por qué? es lo que siento —replicó ella.

— porque no me haría responsable de mis actos.

— senpai...

— soy tu superior —le recordó.

— ¡y eso no fue impedimento para enamorarme de usted! —la chica alzó la voz. por fin lo había dicho. se le había confesado a su amor platónico.

— no puedo corresponder tus sentimientos —kakashi volteó el rostro, para aplacar esa fuerte sensación de vulnerabilidad.

— ¿por qué?

— porque somos ninjas y... no soportaría...

— ¿perderme? — la chica negó con la cabeza—. soy yo quien teme perderle. por eso no me importó enfrentarme a ese sujeto.

— no quiero verte sin vida, narumi. mereces algo mejor que yo—aclaró su garganta y volvió a su tono de voz autoritario—. estamos en medio de una guerra. no debemos permitir que esto afecte nuestro desempeño.

ella asintió, resignada y cabizbaja.

— sí, señor.

— hablaremos de esto en casa, ¿entendido?

— sí.