-No te preocupes, estaremos bien, ¿de acuerdo?

-Tengo miedo- respondió.

-Emmy- le llamé con ternura recordando lo bochornoso pero divertido que le parecía ese apodo, se acomodó y quedamos frente a frente-, estás a salvo, te lo prometo- la abracé lo más fuerte que pude.

Narra Emma.

Era ahí, justo entre sus brazos, donde me sentía segura. Ningún otro lugar me hacía sentir así, ni siquiera cuando estábamos en la Casa Blanca rodeados por agentes del Servicio Secreto pude estar tan protegida. Era en sus brazos donde quería estar por el resto de la eternidad.

El peso de la noche se hizo presente y noté cómo la respiración de Jack se hacía cada vez más lenta y los latidos de su corazón más pausados. Se había dormido. Pensé en todo lo que él también había pasado es último tiempo y cuán agotado debería de estar. Se me ocurrió despertarle para que fuera a dormir más cómodamente a su cuarto, pero en seguida esa idea se esfumó cuando instintivamente me acercó más a él y se acomodó en la enorme cama, mucho más cómoda que la de la universidad. Mis parpados comenzaron a pesar toneladas con forme pasaban los minutos, hasta que caí rendida y me dormí, no sin antes acomodar las mantas para cubrir a Jack y así evitar que se enfermara.

La luz de la mañana entrando a través del cristal hizo que me despertara, pese a mis intentos por ignorarla y seguir durmiendo. Al abrir los ojos me encontré con Jack, quien seguía durmiendo plácidamente. Me detuve a observarlo unos minutos, fijándome en cada una de sus facciones, las cuales a mi parecer, son perfectas. Traté de moverme lo más que pude, pero su fuerte brazo que me rodeaba me lo impedía. Lo miré indignada, aún sabiendo que él no me miraba. O eso creía. Cuando me estiré para besarle, él correspondió inmediatamente y, en el momento de apartarme, una amplia sonrisa se formó en su rostro y supe que había estado despierto, probablemente desde hace rato.

-¡Eres un tramposo!- me quejé zafándome de su agarre y apartándome de él en la dirección opuesta de la cama dándole la espalda.

-Sí, pero un tramposo que te ama- sentí como la sangre subía por mis mejilla, ruborizándome.

Acortó la distancia que le había impuesto y me atrajo a su lado de tal manera que quedamos frente a frente.

-Si mi padre entrara, te mataría- le sonreí.

-No he hecho nada malo- se defendió.

-Aún así, tan solo con verte aquí te ahorcaría.

-Vale la pena correr el riesgo, tú vales la pena- sonrió.

Sin importar nada, puse fin a la tormentosa distancia entre ambos y le besé hasta que mis pulmones me detuvieron pidiendo oxigeno.

-Creo que debo irme antes de que vengan tus padres y piensen cualquier cosa.

-Sí, debes irte.

Se levantó de la cama y fui tras él.

-Déjame ver si hay alguien en el pasillo- hablé adelantándome.

Jack asintió y se detuvo a un metro de la puerta. Giré la manilla lentamente, tratando de no hacer ningún tipo de ruido. Al abrir, saque mi cabeza hacia el pasillo, mirando en ambas direcciones.

-Emma, ya despertaste- me giré bruscamente en dirección a quien habló.

Diablos.

-¡Papá!- casi grité y sentí como mi cuerpo se tensaba- Sí, yo estaba... buscando el baño- justifiqué.

-Pero si hay uno en tu cuarto- objetó.

-Sí, es solo que- dudé-... Yo lo había olvidado.

-¿Te encuentras bien?

Te necesito, ¿Y tú?Where stories live. Discover now