Despedidas

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Al llegar al punto acordado por teléfono, corrí hacia el interior del lugar para encontrarme con el equipo de Parker. Estaban todos aguardando en la sala de reuniones, discutiendo sobre el caso y mirando en dirección a la gran pantalla en un costado de la habitación.

-Buenas tardes- saludé a todos, quienes se giraron a verme.

-Jack, ya sabemos todo lo que había detrás del secuestro de Emma- habló Parker-. Se trata de una organización de contrabando que buscaban a mujeres jóvenes para contrabandear con ellas, sacándolas del país.

-Pero eso no tiene sentido- solté-, Emma siempre estuvo aquí, nunca se la llevaron a otro lado. No creo que encaje con el perfil psicópata de Madison.

-Eso es porque Madison se negaba a entregarla por lo mismo, pese a las instrucciones del Dragón.

-¿El "Dragón"?- no entendía a qué se refería exactamente.

-Con ese apodo se le conoce al líder de la organización, cuyo verdadero nombre es Jonathan Stone. Nunca antes se había tenido pruebas concretas en su contra, pero ahora tenemos la declaración de Madison. En este mismo instante un grupo de la SWAT y del FBI están arrestándolo.

-Entonces... ¿Todo terminó?- tenía esperanza de que así fuera.

-De cierta forma, sí. El FBI se encargará del resto del proceso que se viene desde ahora.

-Nosotros debemos volver a Quántico- habló Faber-, queríamos despedirnos.

El equipo se levantó de sus asientos y se alineó a los costados de Parker, mirándome atentamente. Jane se acercó primero y me abrazó.

-Cuídate mucho, Jack- me dijo conmovida.

-Claro, Jane. Tu igual.

Se apartó de mí y fue el turno de Cook.

-Me alegra que todo se haya resuelto. Cuida de Emma.

-Lo haré- prometí.

Todos los otros agentes repitieron el mismo proceso del abrazo y una que otra frase. Cuando todos se despidieron, comenzaron a retirarse de la sala, sólo quedamos Parker y yo adentro.

-Foster- dijo volteándose antes de cruzar el umbral de la puerta-, tienes un futuro dentro del FBI. Si un día quieres dejar la marina, no dudes en decirme. Hay un puesto en mi unidad esperando por ti.

-Muchas gracias, Parker. Lo tendré en mente- le sonreí y se marchó.

Me hizo feliz escuchar esas palabras de parte de un líder como Parker, quien, si bien es muy reservado a causa de su concentración en el trabajo, sabe reconocer el talento cuando lo ve. Lo demostró muchas veces cuando elogiaba o felicitaba a alguien de su equipo al tener algún nuevo logro.

Antes de salir de la estación, un mensaje nuevo me llegó a mi celular. Era David. Informaba que el Doctor Harrison autorizó el alta de Emma y que me esperaban para irse. Conduje agradecido y feliz por la noticia y porque todo había terminado. En breves minutos ya me encontraba en las escaleras subiendo hasta el cuarto de Emma saltando escalones para llegar lo antes posible.

-Hola, cariño- la saludé besando su frente.

Emma estaba en una silla de ruedas con su ropa casual, dejando de lado la clásica bata de hospital, esperándome para llevarla a mi casa, ya que ahí se quedaría un par de días, hasta que su licencia termine y pueda retomar los estudios de la Universidad.

-¿Nos vamos?- preguntó ansiosa.

-Sí, nos vamos.

Conduje la silla de ruedas hasta el ascensor después a la entrada de mi vehículo, acompañado por la familia de Emma y una enfermera, quien fue con nosotros para así poder llevarse la silla al interior del centro de salud nuevamente. Sostuve a mi pareja entre mis brazos y la acomodé en el asiento del copiloto con sumo cuidado, pese a que ella podía subir por sí sola, pero aún así quería consentirla, logrando sacar unas carcajadas de su parte.

Al llegar, mamá ya tenía preparada la cena y el cuarto para Emma. Toda mi vida había pensado que nuestra casa era más grande y con más habitaciones de las necesarias, pero con los Nolan, todo calzaba perfectamente. Además que notaba la evidente felicidad de mamá al estar tan acompañada, en especial por la amistad que había forjado con Mary.

-Buenas noches, Swan- acaricié su rostro.

La cena ya había terminado y luego de haber pasado un tiempo todos juntos en la sala de estar hablando de temas tabú, escolté a Emma hasta su cuarto, el cual se encontraba continuo al mío en el segundo nivel de la casa.

-Buenas noches, Foster-sonrió.

-Si te sientes mal o algo, no dudes en despertarme.

-No te preocupes, estaré bien.

-Okay. Hasta mañana- la acerqué a mí y besé su coronilla.

-Ya te extraño- habló cuando nos separamos.

-Ya te extraño- repetí.

Esperé a que ingresara a su cuarto y procedí a hacer lo mismo. Me cambié de ropa, quedando con el abdomen descubierto y con unas bermudas azul marino. Sí, me encanta el azul.

No tardé mucho en dormir, ya que como la mayoría de los días en los últimos casi dos meses, llegaba completamente rendido a casa y sólo me dedicaba a dormir placenteramente, eso hasta que mi alarma me despertaba a primera hora para ir a ver a Emma. Ahora por fin podría dormir sin interrupciones.


-¡No!

El alarido me hizo despertar bruscamente, pese a que aún sentía el peso del sueño sobre mis párpados. Aguardé unos segundos, con mi espalda apoyada en el respaldo de mi cama, esperando a un nuevo grito o algo así, para a cerciorarme de que no había sido producto de mi imaginación. Pero ningún grito llegó. En lugar de eso, escuché unos sollozos tratando de ser reprimidos.

Me incorporé sin vacilar y caminé descalzo hasta el pasillo, donde comprobé que los sollozos provenían desde el cuarto de mi novia. Sin siquiera preguntar, abrí la puerta y vi a Emma acostada sobre la cama, llorando desconsoladamente, mientras abrazaba sus mantas. Sin la necesidad de esperar a planteármelo, me abrí paso entre el lugar que estaba iluminado solamente por la tenue luz de la luna que ingresaba por el enorme ventanal cubierto por unas delgadas cortinas blancas, y me acerqué a ella.

-¿Qué ocurre, Emma?- hablé preocupado, pero no hubo respuesta- ¿Te sientes mal? ¿quieres que te lleve al hospital?- ella negó- ¿Quieres que te traiga algo? ¿Un vaso de agua?

-Abrázame- susurró.

Me recosté a su lado y la rodeé con uno de mis brazos, ella se acomodó dejando su cabeza apoyada en mi abdomen, pero aún sin soltar la manta, como un bebé con miedo.

-¿Me dirás qué pasó?

-Fue solo otro mal sueño- volvió a susurrar sin mirarme.

-¿Otro? ¿Desde hace cuanto tienes pesadillas?- acaricié su cabello.

Tardó unos segundos en responder.

-Desde que me encontraron.

-¿De qué tratan?

-En mis sueños, tratan de llevarme nuevamente... Pero eso no es lo peor- hizo una pausa.

-Puedes decírmelo, Emma- la alenté.

-Tú morías, Jack- un nudo se formó en mi garganta-. Te mataban por mi culpa- sentí como mi abdomen comenzaba a mojarse a causa de sus lágrimas.

Te necesito, ¿Y tú?Where stories live. Discover now