Caja de pandora

51 2 1
                                    


Nadie más que Dylan y yo sabemos de mi trabajo, nadie más, aparte de ambos, tiene conocimiento de mis múltiples identidades ni de mis misiones. No la culpo pero no comprendo las razones de su imprudencia.
Esto no logra más que darme la razón en cuanto a que por ser mi última misión todo se saldrá de control. Mis nervios están a flor de piel y de pronto me doy cuenta que inconscientemente me mantengo aferrada firmemente al brazo de Rose ya que esta intenta zafarse algo temerosa. Libero ligeramente su brazo de mi mano pero aun así mi rostro no cede y se mantiene rígido.

―Deténgase aquí―le ordeno al taxista aún muy alterada. Este de inmediato estaciona el vehículo―Tenga y quédese con el cambio―dejo el dinero casi lanzándolo y jalo conmigo a Rose fuera del auto.

―Amanda, niña, ¿Qué pasa?―la oigo decir suplicante a mis espaldas mientras la llevo conmigo a un lugar apartado del parque―Niña Amanda, ¡Me lastima!―intenta librarse pero la llevo firmemente conmigo.

No detengo mi paso y con la vista logro identificar un lugar apartado y escondido del parque haciendo caso omiso a las palabras de Rose.

― ¡Amanda!...

― ¡Deja de llamarme así maldita vieja estúpida!―le grito llena de ira― ¡¿Qué diablos quieres conmigo?!―Su rostro se deforma y lo esconde avergonzada― ¿A caso Dylan te envió?, ¡¿No puede él mismo venir o enviar a uno de sus malditos pelafustanes que tiene?!...

―El joven Dylan no me envió―Responde levantando levemente el rostro y secando una lágrima brusca en él.

―Entonces si tu querido joven Dylan no te envió, ¿Me quieres explicar qué demonios haces entrometida en mi trabajo?―indignada.

―Yo solo debía entregarte algo―Dice hurgando en el bolso que lleva consigo.

Me quedo viéndole intentando tranquilizarme, observo de vez en cuando en todas direcciones para lograr ver si alguien nos observa o algo así, esta es una situación muy vulnerable para mí, de ser descubierta podría irse todo a la borda.
Vuelvo mi vista nuevamente hacia Rose quien sostiene un cofre muy grande en sus manos.

― ¿Qué es eso?―pregunto curiosa.

―Es un cofre que Steve dejó para ti―dice con su voz un poco más dura que al principio.

― ¿Qué tiene dentro?―algo ansiosa.

―No lo sé, aquí tienes la llave―extiende su mano con la llave hasta mi―Descúbrelo tu misma, ten―poniéndome el cofre en mis brazos algo brusca haciendo que retroceda un paso.

―No quieras hacerte la víctima―reprocho su brusquedad―Tú irrumpiste en mi trabajo sin aviso y sin consideración del riesgo que eso significa―aclaro.

―Yo solo debía entregar lo que Steve dejó para ti, o no sé si fue para ti o para la que eras―puedo detectar algo de dolor en sus ojos.

Ruedo los ojos y doy un suspiro frustrada.

―Está bien, si me comporté algo brusca fue solo….

―Te estás volviendo como él, podía ver esos ojos de odio en cada acción que realizara por pequeña y sin importancia que fuese, cada frustración significaba un día en el infierno para todos…―dice haciendo que mi vista baje algo arrepentida―Eso hasta….

Su voz se detiene de golpe y su vista pestañea algo rápido nerviosa, titubeante e incluso algo emocionada.

― ¿Hasta?―Interrogo expectante.

―Amanda―dice seria mientras me mira fijo a los ojos y me toma de ambos hombros.

― ¿Qué pasa?―extrañada.

Hermosa MentiraWhere stories live. Discover now