Vete o quédate un poco más

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¿Mami?, ¡Mami!

Oigo una voz que grita insistentemente en medio de todos los transeúntes que le ignoran por completo y me pasan a llevar una y otra vez sin dejarme avanzar.

― ¡Mami!

Oigo una vez más. Un fuerte empujón me lleva directo al suelo e intento sentarme con dificultad.

― Mami está por cruzar la calle, tranquila.

Oigo con recelo la voz de Dylan y mi rostro se vuelve de furia.

― ¡¿Dónde estás?!, ¡¿Dónde la tienes?! ― Golpeo el suelo con mis palmas y araño el concreto de la acera furiosa empuñando mis manos.

Un grupo de gente que obstruye mi visión se aparta dejando a mi vista a mi pequeña del otro lado de la calle observándome y sonriendo radiante mientras Dylan sostiene su pequeña mano.

― ¡Mami! ― Exclama alegre mientras me saluda con su mano libre.

Siento como si mi corazón se paralizara y mi respiración se entrecorta cuando comienzo a dejar salir mi emoción en forma de llanto.

― Mi bebé ― Mi voz tiembla ― Por favor tráela aquí ― Suplico llorando amargamente.

No puedo levantar mi cuerpo del suelo, por más que lo intento es como si estuviese atrapada a este lado de la calle y amarrada al suelo.

― Es hora de volver a casa ― Dice Dylan Llevándola consigo sonriente.

― ¡No!, ¡Por favor déjame verla un poco más! ―Imploro mientras me arrastro y estiro mi mano inútilmente.

― Adiós mami.
Mi niña se aleja dando saltitos alegres.

― ¡Alicia! ― Grito lo más fuerte que puedo ― ¡Alicia! ―Vuelvo a gritar y esta vez siento que mi garganta se rompe junto a mi alma al verla desaparecer entre la multitud.

― ¡Alicia! ― Me siento de golpe en la cama.

Mi corazón late a mil por hora, mi boca sutilmente abierta deja salir dificultosas bocanadas de aire mientras intento asimilar que todo se trató de una terrible pesadilla. Llevo mis manos a mi pecho y siento mi corazón como de a poco se tranquiliza y mi respiración se normaliza de a poco y al fin puedo dejar salir mi llanto que yacía atrapado en mi angustia.

― Alicia ― susurro con un hilo de voz.

Entre sollozos intento recordar su imagen y conservarla en mi mente mientras lloro.

De pronto el sonido insistente del timbre me saca de mi angustia y la vuelve extrañeza al ver que ya es de madrugada y sin la más mínima idea de quien se puede tratar seco mis lágrimas algo brusca, tomo mi bata y me dirijo a la puerta principal con diligencia. El timbre sigue sonando insistentemente y para cerciorarme que nada vaya a ocurrir observo a través de la mirilla de mi puerta. Un hombre de edad avanzada toca sin cesar con su rostro angustiado. Por mi mente pasa el pensamiento que se trata de alguno de mis vecinos que puede necesitar ayuda. Acerco mi mano a la perilla y dudo un segundo sobre si abrirla o no, pero llevo muchas desgracias en mi conciencia como para sumarle una más asique al fin abro. Mi rostro de extrañeza se vuelve terror al ver que de la nada aparecen dos tipos fornidos detrás del hombrecillo que se retira tranquilamente con un par de billetes en la mano. Intento cerrar mi puerta desesperadamente pero es inútil, mi oposición solo logra lanzarme lejos pero antes que pueda tocar el suelo los tipos me atrapan de ambos brazos bruscamente.

Hermosa MentiraWhere stories live. Discover now