Capitulo 22-Rescate

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Frannie

El hospital es bastante frío y brillante y odio el olor. Pero no podía marcharme, incluso

aunque nos dijeron que Luc, no iba a hacerlo. No puedo dejarle aquí. La única cosa,

que me retiene aquí es Gabe. No me deja irme, con sus brazos alrededor de mí como

un capullo, incluso cuando me habían cosido mi hombro.

—No, puedo —digo a través de mis lágrimas—. ¿Él era humano, porque Beherit se tomó tan

mal las cosas del Infierno con él? Que no era nunca más Luc.

Gabe tenía dolor y simpatía en su cara. —Le cambiaste físicamente, pero su fuerza para

vivir, estaba atada al infierno. Ha estado así, durante siete milenios. Realmente no puede

separarse. Y al final, escogió ese otro lado de sí mismo. Él llamó al poder del infierno, para

salvarte.

Pienso en Luc, en su calor y como brilló con su último poder para abrigarme en el campo y

mi corazón se marchita hasta convertirse en una pelota pequeña y dura. Debería haberse

salvado él no a mí.

La gente anda por la sala del hospital, como cualquier otro día. Parece que no se acabó el

mundo. ¿Cómo puede ser eso? El mundo debería caerse alrededor de nosotros.

Me pica el hombro, donde se ha ido la anestesia y puedo sentir el tirón del vendaje y los

puntos, pero ojalá fuera peor. Lamento que Beherit no me matara a mí. Entonces. Tal vez

Luc y yo estaríamos juntos. Escondo mi cara entre mis manos y siento los brazos de Gabe

rodeándome y acercándome hacia su hombro. —Esto no puede estar pasando. Es todo

por mí culpa.

—Lo siento, Frannie.

—Esto no es justo. Él era bueno. Lo sé. No pertenece al infierno.

—No, estaba marcado hacia el infierno. No hay garantía para que fuera.

—Pero dijiste, que Beherit le llevo de vuelta al infierno.

—No, Frannie. Eso no lo sé.

Tomé aliento —Significa, ¿que podría estar en el cielo?

Él acarició mi cabello. —Es posible. Su alma mortal estaba limpia.

Luc

Es tranquilo y blanco... y vacío. Un vacío. Justo como mi mente. Soy consciente de mi

cuerpo, ojalá no pudiera verlo o sentirlo. No puedo ver nada. Estoy tranquilo y me dejo

llevar. Pero entonces, me llevan a través del tiempo y el espacio mareado con prisas al Rey

Lucifer.

Cuando me pongo de pie y el vértigo se disipa, abro mis ojos, seguro que me encontraré en

el alboroto. Pero en cambio, estoy al final de un pasillo largo y blanco que se decolora en la

distancia. En frente de mí, hay un par de puertas de madera balanceándose con un

plástico desconchándose donde se leía LIMBO.

Demonios personalesWhere stories live. Discover now