Capitulo 16-El diablo que conoces

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Frannie

No puedo recordar una vez en mi vida en que haya odiado que fuera fin de semana.

Pero este fin de semana era el infierno. Había pesadillas sobre ladrones de

cadáveres alienígenos y condenados con ganchos para las manos. Había sueños

sobre Luc y Gabe que me ruborizaba solamente de pensarlo. Y dos veces estaba segura

que vi un Shelby 68 negro pasando por delante de mi casa.

Belias, Avaira, yo, todos somos de...

Y hoy todo el día en la escuela me he sentido como si estuviera en una especie de balancín

poseído, de arriba y abajo con Gabe y Luc. Pero después del régimen del último periodo,

no perdí el tiempo, agarrando el brazo de Luc y arrastrándolo hasta el estacionamiento.

Subimos a su coche, y, tan pronto como las puertas estaban cerradas, sus labios se estaban

quemando en los míos. Se siente increíble, por lo que fue realmente difícil apartarlo.

—Dime —le digo en sus labios.

—¿Qué? —dijo él en los míos.

Me forcé a mi misma a retroceder.

—Lo que me ibas a decir el viernes en mi cuarto antes de que mi mamá apareciera.

Él llego a mí.

—No me acuerdo.

Lo empuje más duramente.

—Belias, Avaira, yo, todos somos... —le dije para refrescar su memoria.

Por un segundo, su rostro se apretó en una mueca de dolor.

—Más tarde.

—Ahora.

Sus ojos se endurecieron, como negro obsidiana.

—No es nada.

—No me pareció "nada" el viernes.

Él se inclino hacia atrás en su asiento, cerró los ojos y soplo un suspiro.

—Tú realmente no quieres saberlo.

—Sí, realmente lo hago.

Él tiró de su cabeza fuera de la cabecera y me miro con los ojos torturados.

—He hecho algunas cosas bastante horribles.

Sentí un nudo en mi intestino.

—Entonces, ¿quién no?

—Lo digo en serio, Frannie.

Pero todo lo que pude pensar es que no hay nada que él pudiera haber hecho que incluso

este cerca de lo que tengo. Y de repente mi garganta se cerró y mi pecho se apretó. Y no

hay aire en el coche. Empujo la puerta abierta y me tambaleo hacia fuera sobre el

pavimento. Luc estaba allí en un latido del corazón. El me sostuvo, impidiéndome caer.

—Frannie, ¿qué está mal?

Secretos.

Me apoye en él durante mucho tiempo, respirando con dificultad, luego lo empuje lejos.

Odio que él esté aquí, para ver esto. Y más odio que crea que necesito su ayuda.

—Estoy bien —mentí.

Puedo decir que él no me cree, y no me importa. Pero cuando me envolvió con sus brazos

Demonios personalesWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu