Capitulo 15- Se desata el infierno

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Luc

Agarro el brazo de Frannie mientras se desliza en el auto de Belias. Su mano sale como

una flecha y agarra su otra muñeca mientras hace avanzar el auto, empujando a

Frannie hacia adelante, luego se detiene.

Soy muy consciente de que si Belias y yo jugamos este tira y afloja con Frannie, será

desgarrada... literalmente. Pero también soy consciente de que si la dejo ir, será suya, y no

la tendré de regreso. Dejo crecer mí poder, sopesando los riesgos. Si golpeo a Belias

mientras está sosteniendo a Frannie podría matarla. E incluso si no lo hace, cualquier

represalia lo haría. Mi única esperanza es que se dé cuenta que de cualquier manera el

Infierno pierde. Porque ahora mismo, Frannie está sin etiquetar. Si muere aquí, en nuestras

manos, no hay ninguna duda de que su alma irá en otra dirección... lo que significaría

desmembramiento y Fosa Ardiente para ambos.

Miro hacia abajo a la esfera de poder que ilumina mi puño derecho, entonces alzo la vista

hacia él, lo amenazo claramente con mi rostro. —Belias, sé razonable. Estamos del mismo

lado y ella es mi asignación. Deja que me ocupe de esto.

Sus ojos resplandecen de color rojo y el olor a azufre impregna el cálido aire primaveral. —

Tuviste tu oportunidad. El Rey Lucifer está muy decepcionado. Me lo dijo Él mismo cuando

me ofreció el trabajo de Beherit.

—¿Si? Bueno, ponte en la fila —digo pensando mis opciones.

Desvanecerme de aquí con Frannie es imposible. Su cuerpo mortal no sobreviviría al

cambio. Así que sólo hay una opción.

Todo dentro de mí grita mientras fuerzo a mis dedos a abrirse y soltar su brazo.

El rostro de Belias se tira en una sonrisa que causaría que cualquier mortal se hiciera pis

encima. —Inteligente decisión —dice, liberando la muñeca de Frannie y estirándose para

cerrar la puerta de un empujón.

En ese segundo, convoqué mi poder infernal (más de lo que alguna vez pensé que pudiera

manejar), y le apunté una ráfaga a Belias. Un rayo rojo y caliente de Fuego Infernal sale

disparado de mi puño, iluminando el auto y golpeándolo de lleno en el rostro. Lo golpeo

nuevamente en la puerta. Rechinando mis dientes contra el dolor de la demasiada

cantidad de energía rodando por mi cuerpo, me inclino y saco a Frannie del asiento.

Mientras cae en mis brazos, sacude su cabeza y alza su mirada hacia mí, aturdida, pero

bien.

Salgo corriendo por la calle, con Frannie en mis brazos, pero Belias se desvanece frente a

nosotros, con su rostro sombrío y humeante... literalmente. —Buen truco —dice a través de

sus dientes apretados—. Pero olvidaste algo. —Levanta su puño derecho, brillando rojo y

caliente, y lo apunta hacia mí—. Yo también puedo hacerlo.

Bajo la mirada a Frannie, que yace en mis brazos. —No seas estúpido, Belias. La matarás,

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