Capítulo 19: Una noche

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El camarero que servía un vaso de cerveza para el cliente de al lado, miraba a ese moreno tratando de apartar a un pelirrojo de la barra sin tener mucho éxito en su objetivo.

- Déjame seguir bebiendo – se escuchó al pelirrojo.

- Déjalo ya Kagami. Vamos... voy a llevarte a casa.

- Yo no tengo casa – dijo sonriendo mientras le indicaba amenazadoramente con el dedo índice – sólo me queda... servirme otro trago.

- No va a haber más tragos esta noche – dijo Aomine cogiendo los dedos de la mano de Kagami y soltándolos del vaso de cubata para alejarlo de él.

- Camarero... otro cubata – dijo Kagami sonriendo.

Todos los presentes miraban la escena y el camarero, indeciso al principio, acabó moviéndose hacia el armario donde tenía los vasos. Al pasar junto al moreno, se fijó en la amenazadora mirada del chico y dudó una vez más si debía hacer caso al cliente o no.

- Si le pones otra bebida, te cierro el local – le dijo Aomine enseñándole la placa de policía. ¿Queda claro?

- Lo siento señor – dijo el camarero hacia Kagami – pero creo que es hora de que se marche a casa.

Aomine sonrió triunfante mientras Kagami miraba con cierto odio a ese moreno que acababa de utilizar un truco sucio para apartarle del bar.

- Eres despreciable – le dijo a Aomine clavándole el dedo índice en el hombro – tú... tú eres el culpable de todo, de que Himuro me haya dejado, de que no tenga una casa, de que esté aquí bebiendo... y ahora encima... vienes a quitarme la bebida.

- Si quieres culparme por todos tus problemas me parece muy bien Kagami, pero ahora mismo te vienes conmigo. No voy a dejarte aquí sólo en un bar.

Aomine cogió el brazo de Kagami pasándolo tras su hombro y le ayudó a bajar de aquel taburete. Caminar con un Kagami borracho no era fácil, se tambaleaba a todos lados, le empujaba y trataba de hablar con todos los del local con tal de no marcharse. Para Aomine era un suplicio, nunca había aguantado a los borrachos y ahora no le quedaba más remedio que hacerlo, porque sentía que Kagami era alguien especial para él, un buen amigo al que no podía abandonar así sin más.

- Espero que no trabajes mañana – dijo Aomine medio cabreado.

- No... tengo libre – dijo Kagami sonriendo.

- Genial por ti... yo tengo que despertarme a las cinco de la mañana – le remarcó mirando su reloj. Apenas le quedaban unas horas para poder dormir – joder – dejó escapar.

Salir del bar fue complicado, pero tener que prácticamente arrastrar a Kagami para cruzar el gran parque hasta la casa de Aomine, fue lo peor de todo. Cada dos segundos, el pelirrojo trataba de fugarse. ¡Que si iba a coger una flor! ¡Mira qué pájaro en la rama del árbol! ¡Sentémonos un rato en la fuente! ¡Qué si me mareo y tengo que parar! Aomine no veía el momento de ver el portal de su casa y poder entrar a descansar. Los borrachos le sacaban de los nervios.

Al llegar al portal del edificio, el portero tuvo que abrirle la puerta a Aomine, quién trataba de controlar a un Kagami que saludaba con efusividad al pobre hombre.

- Una noche movidita – sonrió el portero.

- Y que lo digas. No sé si dejarle dormir o meterlo en la ducha con agua bien fría – sonrió Aomine.

- Una ducha no le vendría mal – sonrió el portero pidiéndole el ascensor al moreno – que pase buena noche – sonrió al ver que la puerta del ascensor ya se abría frente a ellos.

Un diablillo se coló en mi vida (Kuroko no basuke, AoKaga)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora