Capítulo 9: Cenas

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Kagami cotilleaba todos los armarios de la pequeña cocina de Aomine en busca de imaginación para crear algo delicioso. Desde luego, no había mucho donde elegir y tanto Aomine como Tetsu le seguían por todo el espacio observándole. Tetsu con un rostro curioso mientras el moreno no podía evitar sonrojarse al ver lo vacío que estaba todo. Él no era bueno en la cocina, solía pedir todo a domicilio, algo lamentable.

- Desde luego, era verdad que no te gusta la cocina.

- No es que no me guste – comentó Aomine – es más bien... que ella no se lleva bien conmigo y yo tampoco con ella... es un odio mutuo.

Kagami sonrió y abrió el congelador para ver un par de barras de pan, algo de carne picada, un poco de pescado y lo que parecía una bandeja con filetes de solomillo. Hasta su congelador tenía el doble de cosas que éste. Miró asombrado aquel gélido congelador que casi podía criar telarañas de lo poco que se utilizaba.

- Creo que se me ocurre algo – dijo mirando los filetes de solomillo – y estoy convencido de que tendrás lo que necesito.

- ¿Qué necesitas?

- Mostaza y miel. Si traes comida a domicilio, es muy posible que tengas mostaza.

- De las hamburguesas, sí – dijo Aomine señalándole el cajón.

- Toma, ve descongelando el solomillo, yo prepararé la salsa. ¿Y la miel?

- En ese otro cajón – le respondió Aomine – la utilizo con la leche cuando me duele mucho la garganta.

- Ya veo. Espero que no tengáis mucha hambre, porque este plato necesita al menos una hora de reposo.

- ¿Qué? – preguntó Aomine frustrado.

- Hay que mezclar el solomillo con la salsa y dejar que se sazone bien al menos durante una hora, aunque habría estado más bueno si se deja toda la noche sazonando. Pero el tiempo es algo que corre en mi contra al parecer – sonrió Kagami.

- Podemos jugar a algo mientras – dijo Tetsu con una gran sonrisa.

- Claro que sí.

- Pero... quizá Kagami tiene prisa por volver a casa con su novio.

- Mi novio está con los compañeros celebrando que han ganado el caso, créeme... no vendrá hasta tarde, así que tengo tiempo – aclaró Kagami.

Tetsu ni siquiera lo pensó dos veces y, tras ver cómo Kagami terminaba de meter los filetes de solomillo en la mezcla, cogió su mano y se lo llevó hacia el comedor sentándole en el sofá grande, cogiendo él entonces el sillón pequeño, esperando que Aomine no tuviera más remedio que sentarse en el sofá al lado del pelirrojo.

Mientras Aomine llegaba al comedor, Tetsu desplegaba el tablero de juego y elegía las fichas. Aomine sólo tenía juegos de estrategia y de policías en su repertorio. Kagami observó la estantería de los juegos y sonrió, llamando la atención de un moreno que tomaba asiento en ese instante a su lado.

- ¿Qué ocurre?

- Nada, es que... eres desorganizado, ni siquiera tienes ordenados alfabéticamente los juegos. Tendré que venir un día a arreglarlos.

- Oh, no están alfabéticamente, están por nombre del diseñador.

- ¿Vas en serio? – preguntó Kagami sorprendido.

- Sí, soy un fanático de los juegos de mesa – aclaró Aomine – me gusta saber quién lo diseñó.

Kagami sonrió, quizá ese chico tenía un lado friki que le gustaba, con Himuro era complicado pasar un rato tranquilos jugando a algo y menos a simples juegos de mesa. Mientras Aomine ayudaba a Tetsu a esparcir las fichas y repartir las tarjetas de los casos y pistas, Kagami se fijó en la fotografía encima del mueble de la televisión. Parecía el equipo de Aomine, todos vestidos con uniforme de baloncesto y sonriendo con las medallas colgadas en sus cuellos.

Un diablillo se coló en mi vida (Kuroko no basuke, AoKaga)Where stories live. Discover now