LOCAMENTE CUERDO

CAPITULO VI: LOCURA MORTAL

¿Quién no ha sentido un vacío en el vientre y miles de locuras pasar por su mente?, ¿Quién no ha sentido el tacto frio de un cuaderno hueco?, ¿Quién no ha sentido la precocidad del tiempo y la fragilidad de los cuerpos?...quizá, los realmente cuerdos...

Sentí un frio infernal, nuestra carne es frágil, antes de morder el suelo prefiero volar, la maldad me llamó y no contesté, la envidia me dio cita y la rechacé. Fui otro necio que no aprendió la lección, quise escapar del dolor y grite: - ¡que se joda el mundo! -. No me desesperé y busqué la soledad. Ahogué mis penas en mi locura y me levanté. Qué difícil es saber que puedes perder, que bien es sentirse feliz, que mal es estar solo, pero que maravilloso es disfrutar la soledad con la locura. No dejaré de ser más hombre por haber sufrido, me abrazo siempre que me siento solo, cuando veo que el mundo está podrido, en mi mente retumban sus recuerdos de felicidad. (Aquellos días en que la tierra era el eje motor de la vida y el universo era tan desconocido que su inspiración era inagotable...aquellos días de felicidad prematura).

Quizá te diga algún día que deje de quererte; aunque siga queriéndote más allá de la muerte; y acaso no comprendas, en esa despedida, que aunque el amor nos une, nos separa la vida.

Mi mente vagaba aislada, me corrompían los deseos de venganza, decidí irme de ahí e ir a mi rancho, al cual no iba hace mucho tiempo. Con un corazón aventurero y mil recuerdos empaqué mis ganas de quedarme. Ahuyentando los deseos mortíferos de tender las alas y escapar, sin rumbo, sin regreso. No quería estar cerca de Karina, mi alma estaba destrozada. Dije adiós con una mueca disfrazada de sonrisa y supliqué a mi mente que me dejase descansar por un corto tiempo. Olvidando que de hecho, había dejado el corazón allí.

(Los fantasmas del ser humano son invisibles. Los fantasmas del ser humano tienden a equivocarse siempre que se dejan ver. Los fantasmas del ser humano son persuasiones de una locura poco ortodoxa...los fantasmas del ser humano, no existen).

Al llegar al rancho, me conmocionó la nostalgia, fue como haber regresado en el tiempo, todo estaba igual, no había cambiado en lo absoluto. De nuevo me rodeó aquel aroma a paja y humildad. Los arboles iguales, tan verdes y resplandecientes. Aquel estanque tan puro y cristalino. El rancho de adobe que parecía una muralla impenetrable. No era tanto mi hogar, más bien, mi vida.

Busqué a mamá por todo rincón posible. Duré buscándola mucho tiempo, que di por loco, pues el rancho es muy pequeño y busqué alrededor de diez veces en el mismo lugar. Luego de haber dejado de jugar con migo mismo, entendí que no se encontraba. Entonces cogí camino para el pueblo. Transitando por aquellas vías deterioradas y maltrechas. Las aves merodeaban por el cielo, en grupos inmensos, avisando que la lluvia estaba por venir. Al llegar al pueblo, y acongojarme ante el recuerdo, de aquellos días de infancia y la poca alegría que me producía, no pude hacer más que respirar y tratar de no descontrolarme, o por decirlo así, "enloquecer". Pues quizá el pueblo no me traía nostalgia, más bien algo así como remordimiento. Pude notar como las personas me miraban, no sabía si era porque llevaba mucho tiempo ausente o porque no me recordaban. Me dirigí inmediatamente al lugar donde trabajaba mi madre y con mucho entusiasmo pregunté por ella.

Al hacer mi entrada en aquel bascoso recinto, por donde recorría un infame olor a pecado y maldición, las trabajadoras de allí, se echaron en carrera para dentro. Cosa que me alteró pues no sé qué diantres les había hecho para que huyeran de mí. Sabía que no soy muy elegante, pero no bastaba en mi condición para creer que era tan detestable. Pregunté por mi madre, pues era a lo que venía. El mesero me dijo que no se encontraba. Pregunté dónde podría hallarla y me dijo que quizá en otra vida.

- ¿De qué habla hombre?

- No sabía que la señora tenía otro hijo. Me deja desconcertado.