CAPITULO III: LOCURA INICIAL

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Nací en Zareth, un pequeño pueblo escondido entre la vegetación y las grandes industrias que acaban con la tierra que Dios proporcionó al hombre. Nací más o menos hacia el año 1958, por ahí en esos años donde aún se podía admirar la tierra como la madre del universo. Nací del pecado como todos los humanos, aunque según mi madre, (que espero Dios la tenga en su gloria), dijo que el día de mi nacimiento llegó mi padre con agua bendita en sus manos para bendecirme, pues él era de esos que creían en la brujería y lo conjuros. (Quizá pensó que nacería maldito).

En realidad nadie nace loco, nadie se vuelve loco, nadie es loco, en realidad, el "loco" no es más que un término infame y cuerdo. Verán, el loco se origina, se transforma y evoluciona, un hombre que maneje la locura es un gran problema para la humanidad, pues la locura lo lleva a volverse sabio.

De mi niñez tengo muy pocos recuerdos, pues pasó rápida y dolorosamente. No recuerdo muy bien a mi familia; obviamente tenía dos padres. Mi padre era un poco robusto, alto y mala caroso, tenía un diente de oro y una cicatriz que iba desde su ojo derecho hasta su boca. Mi madre era alta, rizada y rubia, era una mujer hermosa y joven; también tenía un hermano mayor, el cual no conocía pues nunca le había visto.

Se llamaba mi padre Zacarías Rojas, un hombre frustrado por la vida, me dijo una vez que él había cometido muchos errores, me lo dijo una de las pocas veces que lo vi, pues en mis treinta y dos años lo vi pocas veces. Quizá no era su opción no estar conmigo, era más bien su obligación. Mi padre era un narcotraficante de drogas y armas; o eso dijo mi madre siempre, e incluso llegue a saberlo el día de su muerte. Obviamente hizo falta un padre, con quien jugar, debatir, pelear. Un padre que hiciese sentir seguridad. Tal vez hiso falta, tal vez no...

Me disculparan ustedes, digo que me disculpen, pues no pido perdón, pienso que el perdón es mucho más que una disculpa y solo se pide perdón cuando se comete un pecado mortal.

Vuelvo al asunto. Disculparan que no hubiese hablado primero de mi madre, pues madre es madre y siempre va primero ante todo y en todo momento. Pero el dolor que me causa hablar de ella es como tener un puñal atravesado en el alma, es un puñal que he cargado toda mi vida, y que atenacea este yermo que es mi alma. Mi madre era una de esas mujeres que venden su cuerpo a cambio de dinero, ¿ella vendía el placer?, o, ¿acaso ella lo compraba?, solo sé que ella siempre dijo que lo hacía para alimentarme. (Aún pienso en la vida que debió haber llevado). Y quizá hoy día me arrepienta por lo poco que pude haberle demostrado y lo muy basto que pude haber sido para con ella. Tal vez no era necesario que viviera por mí, tal vez, solo debíamos vivir, ella en su camino y yo en mis huellas repisadas...

Mi casa, o más bien como me siento orgulloso de llamarlo: "mi rancho", era de adobe y madera, tenía una gran chimenea en la que me sentaba todas las noches, y pasaba horas mirando el fuego, y sentía, al tener caliente la cabeza y los ojos rojos, de tanta atención prestada a aquella hoguera, que el fuego se extinguía cuando no había que lo creara. Entonces decidí nunca dejar apagar mis sueños, siempre los crearía. Como el sol, convertiría mi mente en el centro del universo y repelería todo lo malo.

Afuera había un árbol grande de aliso, el cual brindaba una sombra cálida y acogedora, como una nube. En frente de mi rancho había un pozo en el que tenía cinco peces. Eran mis únicos amigos junto a mi perro Wilford, quien siempre me acompañaba a donde fuese, pues dicen que el mejor amigo del hombre es el perro y hasta el día de hoy no dudo de aquellas palabras. Sé que suena muy acre, pero la justicia es reverente.

Mi cama era hecha de paja y de cobijo tenía un manto que me regaló mi madre. En realidad no quisiera decir que era extremadamente pobre, porque en si nunca sentí que lo fuese, es más, sentía que era afortunado de tener un ranchito tan cálido y hermoso, del cual me siento orgulloso de hablar. No era el mejor ni el más rico, ni el mejor fabricado. Pero para mí, era el mejor hogar para un ser humano.

LOCAMENTE CUERDOWhere stories live. Discover now