Capítulo 18: Comidas.

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- Tetsu ahora tiene a su hermano.

- Y creo que sería mejor que tú tuvieras a ambos. Puedo dejarte la custodia si quieres.

- No... esto no funciona así de fácil Aomine – sonrió Akashi.

- Legalmente sí.

- Pero sentimentalmente no – sonrió Akashi – amo a Chihiro pero... es menor de edad, yo jamás podré estar con él y no puedo pedirle que espere dos años enteros para estar conmigo. Él seguramente ni siquiera se fija en mí – sonrió – pero ahora tiene a su hermano y Tetsu está encariñado contigo y con Kagami, creo que es mejor que tú tuvieras a los dos, además tu tienes ese don para conseguir que los jóvenes se sientan a salvo contigo. La gente te adora.

- Es demasiado riesgo.

- Aomine... tu padre te abandonó por una razón y lo sabes, no tiene intención de meterse en tu vida. No lo ha hecho durante todos estos años y no lo hará – le aclaró Akashi – vamos... te mereces ser feliz sin tener que estar siempre mirando tu propia sombra.

Daiki hecho la cabeza hacia atrás apoyándola contra el mueble de madera, observando la lámpara del techo de la cocina y pensando en las palabras del líder de su equipo. Era cierto que desde que ingresó en la policía había estado reuniendo información sobre su familia. Quería respuestas al motivo de su abandono y cuando las tuvo... ya no supo si debía odiar a su padre o no. Lo único que tenía claro... es que en aquel momento, no podía ir a conocerle, ni podía ir con él y hablar de todo, seguramente jamás lo harían por las circunstancias familiares de su padre.

- La gran pregunta es... - empezó Akashi - ¿Te gusta? O al menos, ¿Te gustó su beso?

- ¿A qué viene esa pregunta? – se sonrojó Aomine.

- Porque sé que nunca antes te había besado un hombre. Y las mujeres no es precisamente que te persigan, todas ven tu cara seria y huyen antes de darte la oportunidad de conocerte. Pero Kagami sí te dio esa oportunidad y quizá... se enamoró sin darse apenas cuenta. Eres un chico increíble Aomine.

- Yo no... él no debería haberse fijado en mí.

- Pero lo hizo y lo hizo porque vales la pena. Tienes que tener más confianza en ti mismo. No todo en la vida es trabajo y lo sabes. No deberías estar solo y de hecho... no quieres estarlo. Por eso acogiste a Tetsu. Abre un poco tu corazón Aomine, quizá descubras que puedes ser feliz. Si te gusta aunque sea un mínimo Kagami... no lo dejes escapar. Hazme caso – sonrió Akashi.

Akashi se levantó volviendo a colocar el resto de platos que faltaban mientras Aomine pensaba en aquellas palabras. Era cierto que su pasado siempre había influenciado demasiado en su vida. Siempre había vivido con cierto temor a que la gente descubriera sus orígenes, a que algo malo pudiera ocurrir. Tan sólo deseaba ser normal y por ahora lo había conseguido al no contactar con su familia biológica.

Se levantó del suelo y observó a los dos chicos jugando. Hacía mucho tiempo que no veía unas sonrisas como aquellas y supo, que no podía volver a separarles, no ahora que se habían vuelto a encontrar.

- Joder – dejó escapar.

- No te queda más remedio Aomine – sonrió Akashi – pero imagino que no tendrás mucho problema con el juez que te dio la custodia, no separaría a dos hermanos y ya ha visto que contigo y con Kagami puede contar. Sois responsables y les cuidaréis bien. Si tienes que hablar con Kagami... yo puedo cuidarles esta noche – sonrió Akashi guiñándole un ojo.

Esa tarde, mientras los cuatro veían una película de dibujos animados que Tetsu había elegido, Aomine no paraba de darle vueltas al asunto de Kagami. Lanzarse no era complicado para él, sabía lo que Kagami sentía y por lo tanto, si fuera a su casa seguramente acabarían teniendo relaciones, pero... seguía pensando en su pasado y eso le echaba para atrás. Decidió que no iría, hasta que a las ocho y media de la tarde, su teléfono sonó con el típico timbre de un mensaje.

Pensó en no cogerlo, pero luego también creyó que podría ser importante, así que lo tomó entre sus manos y observó con detenimiento que era del pelirrojo. Akashi también observó el rostro de Aomine, cambiando a uno de preocupación.

- Yo me ocupo de ellos. Les mandaré a la ducha, les prepararé algo de cena y todos a dormir – sonrió Akashi.

- ¿Estás seguro? – preguntó Aomine.

- Venga, vete. Se ve en la cara que te necesita.

- Gracias, Akashi.

Aomine se levantó del sofá buscando sus cosas para irse. Tenía el coche aparcado abajo así que no tardaría mucho tiempo en llegar donde estaba Kagami. Le preocupaba la situación, no iba a mentir y es que... parecía que la ruptura de esos dos era definitiva.

Al entrar por el bar, lo vio en la barra, con cuatro vasos vacios a su lado y uno a mitad de beber. Estaba claro que no llevaba muy bien la ruptura y seguramente, tampoco el desplante de aquella mañana. Se acercó hasta él y colocó su mano en el hombro para llamar su atención.

- Ey Kagami, venga... ya has tomado suficiente, vamos a casa.

- ¿A casa? – preguntó divertido – yo no tengo casa. Himuro es quién paga la mayor parte de la casa pero... él quiere vivir con Reo – dijo borracho.

- Seguro que estás cambiando sus palabras. No te ha echado de casa, sólo te ha planteado una visión. No tienes que irte inmediatamente pero así son las rupturas.

- ¿Así intentas consolarme? – preguntó Kagami – claro... tú no consuelas a nadie, porque tú también me rechazaste.

- No te rechacé, me pillaste por sorpresa y creía que tenías novio. No me hablaste de la ruptura. Dame tu móvil – le ordenó Aomine, pero al ver que Kagami no colaboraba, él mismo lo cogió de su bolsillo.

Buscó en la agenda el número de Himuro, más que nada para confirmar qué era lo que estaba ocurriendo. No podía fiarse de la imaginación de un borracho en aquel momento. Cuando Himuro contestó, se notaba en su voz la preocupación.

- ¿Kagami? ¿Dónde estás? Te he estado llamado ¿Por qué no contestabas? – preguntó con un tono casi desesperado.

- Lo siento Himuro, soy Aomine. Estoy en un bar con Kagami, no te preocupes, sólo está borracho.

- Gracias a Dios – dejó escapar aliviado el chico.

- Escúchame... Voy a llevármelo a mi casa, al parecer está diciendo que le has echado de casa.

- Dios... este chico siempre malinterpreta las cosas. Sólo hemos finalizado la relación y he comentado que no podemos seguir viviendo juntos. No sé de donde ha sacado esa absurda idea. Podemos vender la casa y repartir a medias, o incluso puede pagarme mi parte si quiere y quedarse con la casa – comentó Himuro– pero tendremos que hablarlo. No le he echado.

- Me lo imaginaba – dijo Aomine algo más tranquilo – me lo llevaré esta noche a mi casa si no te importa y mañana le comentaré que hable contigo cuando se le pase la borrachera. Imagino que con este cambio en la relación vais a tener que hablar de muchas cosas.

- Gracias Aomine, muchas gracias por llamar. Estaba preocupado por él.

- Ya... lo supuse. No te preocupes más, está bien. Voy a ver si consigo separarle del vaso – sonrió Aomine.

- Está bien. Cuídale, por favor.

- Lo haré. Buenas noches.

- Buenas noches, Daiki.

Aomine colgó el teléfono y se lo guardó en su bolsillo para evitar que Kagami lo perdiera. Ahora venía lo más complicado, alejarle del bar y llevárselo a su casa en ese estado lamentable de embriaguez.


Un diablillo se coló en mi vida (Kuroko no basuke, AoKaga)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora