...

—¿Dónde compraste el pastelito? —miró el postre que se encontraba en la barra de mi cocina

—Lo he preparado yo. —sonreí un poco narcisista.

—No te creeo... —me miró emocionada y a la vez un poco embobado—. ¿Puedo probarlo? Se ve muy bueno.

—Claro, es tuyo. —hicé un ademán con la mano.

El rubio se enderezó del sofá para tomar la pequeña cajita de platico, abrirla y tomar solo un poco de betún en la yema de su indice y lamerlo segundos después, cerrando los ojos brevemente y soltando un gruñido de esos que hace cuando algo le gusta, me hacían bastante gracia ya que sonaban como "Yahhh".

—Yahh... Está delicioso. —volvió a gruñir—. Lo dejaré para después que esté en mi casa.

Sonreí enternecido por la situación.

—Qué bueno que te gustará, fue un poco desastre hacerlo... —me rasqué la nuca apenado—. Pero ha valido la pena, ¿no crees?

—Desde luego... —suspiró sonriente también y se recargó en el respaldo del sofá—. Qué aburrimiento, hay que hacer algo, NamJoonnie.

Se me derretía el corazón cuando actuaba inocente este hombre y me llamaba así, tal vez por el hecho que era mayor y no estaba acostumbrado.

—Hmh... —posé mi pulgar sobre mi labio inferior—. Juguemos a algo.

—Bueno, dime qué juego. —asintió pensativo.

—De... Palabras. —frunció el ceño y me miró como diciento: "¿Bromeas?"—Tienes que decir una palabra que empienze con las dos ultimas letras de la mía, por ejemplo... Yo digo mesa y tú dices...Hmh... ¡Sapo!

—Oh, bueno... Me parece divertido, ¿pero sabes cómo sería mejor...? —me miró animado, yo levanté las cejas interrogativo—. Que si repites la palabra o te equivocas, tienes que cumplirle un deseo al otro.

—Wow... ¿Tan seguro estás? —reí, de acuerdo con su idea.

—Pues ya ves... A ver, yo primero. Uhm... ¡Tapa!

—Panza...

—Za... ¡Zapato!

—Tomate...

—Termo... De los de agua, esos. —sé explicó el rubio, apresurado, se veía muy gracioso.

—Ya, ya... —reí—. Ahm... ¿Mostaza?

—Za... Za... —no sé le ocurría nada y empecé a contarle diez segundos, adviertiendo que perdería si no se apuraba—. ¡Za-zapato!

Me comencé a reir fuertemente y el pareció caer en cuenta unos segundos más tarde, había repetido la misma palabra, ahora tengo que pensar en un deseo.

—¡Aish! —se cruzó de brazos y resopló, volandose unos cabellos de la frente, enojado—. Tan seguro que estaba... ¡Es culpa tuya! Si no me hubieras presionado, desgraciado... —miró a un punto muerto, indignado.

—Por estar de engreído, ja-ja-ja. —le fastidié un poco.

—Ya pide tu puto deseo.

—Uy... Qué miedo... —temblé fingiendo a lo que solo rodó los ojos, también fingí pensar en el deseo exageradamente hasta que se desesperó.

—¿Ya? —miró su reloj sobreactuando.

—Ya sé, espera...

Me paré rápidamente del lugar en el suelo de mi cuarto que habíamos elegido para jugar, corri al vestidor y trajé conmigo una corbata negra cualquiera, tenía un plan...

Como dicen... "La curiosidad mató al gato" .

—Okay... —alargué la "y", pensando en cómo llevar a cabo mi plan—. Sientate en la orilla de la cama.

Me miró extrañado e hizo caso a mis ordenes con movimientos un tanto lentos.

—¿Quieres jugar a "50 Sombras de Grey" o algo así? —me miró interrogativo ya en la punta de la cama.

—Oye... Si tú quieres... —me miró horrorizado y decidí continuar y dejar las bromas—. Ya, ya, solo quiero probar algo de lo que tenía curiosidad desde hace un poco de tiempo, pero necesito tu permiso... ¿Sí?

—Es algo... ¿Cómo lo del otro día...? —miraba al suelo y hablaba bajito.

Sonreí como cuando tus padres te pillaban haciendo una travesura y suspiró, después asintió inseguro y miró a otro lado, le devolví la mirada para confirmarlo a lo que el otro cerró los parpados brevemente, dando a entender un "Sí". Le acabé de colocar la corbata.

—Es para... —malditos nervios—. Quería saber si los chicos son tan sensibles como las chicas.

No respondió nada y entendí que tal vez así sería mientrás yo hiciera mi experimento retorcido.

—¿Me... quito la camiseta? —preguntó cabizbajo mientrás jugaba con sus dedos, esto tenía que ser un sueño.

—Oh, por favor. —levantó ambos brazos y le ayudé a despejarse de su prenda.

Cuando ya se encontraba con el torso desnudo, no salió palabra de mi, ya lo había visto sin ella, pero nunca me había fijado bien... Su piel se veía suave y era clara como la nieve en esas partes, un par de pezones rosados y pequeños venían incluidos.

—Wow... Ahora no sé qué hacer... —hablé nervioso de nuevo.

—Ya me tienes semidesnudo, tienes que hacer algo al respecto, idiota.

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Espero les haya gustado, perdón por haberles hecho esperar... No encontraba inspiración para escribir y menos porque... Bueno, ya saben cómo es escribir este tipo de escenas... Creo, hehe. [?]

Actualizaré lo más pronto que pueda, gomennnn.

[Ese Jin es un loquillo, he he. ]

Aún no estoy muy seguro de lo qué pasará en el siguiente... Es decir, ¡ni yo puedo procesar este! Pero ya pensaré en algo piolaaa, sayonaraa.






Chef ҂ NamJinWhere stories live. Discover now