Capítulo 35

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  "El perdón no cambia el pasado, pero engrandece el futuro". 

PAUL BOESE.

Lexa tuvo muchos momentos dolorosos en vida, momentos que la marcaron y que la hicieron quien es ahora. Para algunos, el dolor te forja y te construye, haciendo un muro invisible casi impenetrable para que con el pasar de los años no se tuviera que sufrir tanto. Te podía volver más frío y distante como medio de protección, te alejaba de lo que fuera que podría lastimarte y eso solo conllevaba a separarte de prácticamente el mundo entero; porque todos podrían herirte. Tu enemigo, tu amigo, tu amor, tu familia, tú mismo... todos eran máquinas destinados a crear dolores, pero esa solo era la parte negativa de la humanidad. Había otro lado que podía ser más fuerte, pero también menos presente. Comparados con las más de siete mil millones de personas que habitaban en el mundo, el lado positivo de la balanza estaba mucho más arriba que el negativo que hacía más peso. Y es que por algo el mundo está como está. Así hubieran miles, millones de personas buenas en el planeta, no había igualación con la contraparte.

Pero Lexa había tenido un poco suerte al final, aunque por momentos no lo creyera, era así. Siempre tuvo a alguien para que la acompañase en lo malo de su vida y la ayudará a salir adelante. Primero fue Aden, su instinto protector la hizo más fuerte cuando niña. Después fue Indra, quien la salvó a ella y a su hermano. Y seguido, habían venido muchas personas que la hicieron inmensamente feliz sin importar cómo terminará todo. Sus amigos, sus ex parejas, sus compañeros, su familia...

A pesar de que no tuvo "miles" de personas buenas a su alrededor, sí tuvo un puñado que la ayudó muchísimo cuando lo necesitó. Y prefería calidad antes que cantidad.

Estar ahora en el patio de la casa de Kael Woods, su padre y una de las personas que más la lastimó, era increíble. En el sentido literal de la palabra. Jamás se hubiera esperado estar en el mismo sitio que él sin pelear o chantajearlo para que se fuera y dejara a su familia en paz. Sencillamente... estaban coexistiendo por Aden. Porque esa era la única verdad. Si fuera por ella; jalaría a su enclenque por la oreja y lo obligaría a montarse en el coche para irse.

Pero Aden ya no era un niño pequeño, a pesar de no ser precisamente un adulto, era mucho más maduro que el resto de las personas de su edad y lo demostraba a diario, aunque su terquedad y poca paciencia pudieran decir lo contrario.

Estaba alejada del resto de las personas que comenzaban a despedirse para llevar a sus niños a casa, también lejos de sus conocidos y de cualquiera que pudiera hablarle. No es que no quisiera conversar, es solo que no le apetecía hacerlo con ellos.

Pasó un buen rato jugando con Reese y sus amigas, pero pronto la embargó el sentimiento de estar traicionando a sus dos madres fallecidas estando en ese lugar con Kael, así ni hubieran hablado por miedo de ambos

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Pasó un buen rato jugando con Reese y sus amigas, pero pronto la embargó el sentimiento de estar traicionando a sus dos madres fallecidas estando en ese lugar con Kael, así ni hubieran hablado por miedo de ambos. Lexa sabía de sobra que su padre, al que conoció de pequeña, era un sujeto que daba una apariencia dura e intimidadora al resto de las personas que no fuera su familia. Era protector y poco hablaba, solía ser callado y solo decía lo necesario, bastante como ella en su adolescencia antes de que la ciudad le diera un cambio de aires. Pero no conocía verdaderamente al actual Kael, siempre estuvo a la defensiva con él y jamás lo dejó hablar mucho en sus breves llamadas donde le pedía seriamente que se vieran y ella lo rechazaba, o en sus pocos encuentros a lo largo de su vida. Él era un desconocido que tenía un pasado que Lexa conocía.

Miradas (Clexa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora