Capítulo 30

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10 años después...

Bebía un pequeño trago de su botella de agua, más para mojarse los labios que para refrescarse, antes de dejarla de nuevo en la mesita frente a ella.

La fría agua descendía por su reseca garganta mientras Lexa revisaba en su laptop las últimas noticias. Solo había buscado "Alexandria Woods" en Google y ya miles de noticias aparecían en la pantalla sobre su corto descanso del fútbol y su viaje.

"La estrella del fútbol femenino conocida como "Lexa", se toma un break para regresar tristemente a su hogar de la infancia".

"La futbolista Alexandria Woods pide un descanso del campo para visitar a sus parientes en luto".

"Nuestro sentido pésame para la gran futbolista, Lexa Woods".

"Alexandria Woods pierde a un miembro de su familia".

"La comandante ha perdido a un ser importante". Este hacía mención al apodo que le habían puesto sus compañeras de equipo por ser tan mandona, lo hicieron a modo de broma y con el tiempo miles de personas que no conocía comenzaron a llamarla así. Aunque en su equipo tenían un lenguaje de pocas palabras con el que se comunicaban en secreto, donde Comandante se decía Heda, y así era como muchos fanáticos también le decían.

Demasiados apodos, pensó, en un intento de escapar de lo que sucedía.

Esos eran los encabezados de la mayoría de las noticias sobre su vida. Todos hacían alusión a su reciente pérdida.

Tomó una calada de aire y se pasó las manos por el cabello sintiéndose tan mal como lo había estado desde que Aden, su hermano, la llamó para darle la trágica noticia. Tuvo ganas de vomitar apenas terminó su llamada telefónica con Aden. El chico intentaba mantenerse serio y que su hermana mayor no se diera cuenta de su quebradiza voz, no obstante, Lexa podía sentir su dolor en cada letra que profesaba. Ella se sentía igual.

- Señorita Woods, llegaremos dentro de una hora –la azafata de su avión privado le informó tal y como le había pedido Lexa.

Quería que saber en todo momento cuánto faltaba para llegar... cuánto faltaba para volver a poner los pies en tierra y respirar el aroma que ya no recordaba de aquél desdichado lugar.

Si fuera por ella, nunca hubiera vuelto a acercarse ni a mil kilómetros del pueblo que marcó su adolescencia. Prefería cortarse una mano antes que pisar nuevamente ese lugar maldecido. Bastante tiempo llevaba que no iba a la casa de su juventud, que no veía a sus antiguos amigos, que se perdía de festividades en familia, todo por mantener distancia con aquél pueblito de Arkansas.

Claro que, luego de ver esto, su familia prefería ir hasta donde estaba ella para poder reunirse y celebrar juntos. De todos modos, en su mansión todos los empleados trataban a sus allegados como si fueran reyes y ella se encargaba de que la pasaran mejor que nunca en sus vidas. Lexa sabía el buen cambio que era salir de un pueblucho como en el que vivían a un lugar totalmente diferente como era donde Lexa residía. Aunque eso era en su tiempo fuera del campo cuando se acababa temporada. Cuando "trabajaba" se quedaba en su apartamento lleno de lujos.

Las circunstancias la obligaban a regresar. Nunca se perdería el funeral de un ser querido... bastante tiempo ya había perdido alejada.

El dolor de su pecho no desaparecía.

Sabía que volver a ese lugar al que el demonio le tenía cariño sería devastador. Ese pueblito donde tenía tantos recuerdos, algunos peores que otros, la haría sentir fatal. Su memoria abría la puerta para que entraran esos recuerdos y se dejó recostar rendida a ellos en el cómodo sofá de cuero beige.

Miradas (Clexa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora