Amigos y rivales

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Kirishima estaba excitado, no por ver a hombres guapos, sino porque era la primera vez que le apetecía ir a un lugar como este, lo sentía como una travesura. Ni siquiera en su juventud había visitado un prostíbulo femenino, y después de la muerte de su esposa, había perdido todo el interés en el sexo opuesto, quizá era momento de darle la oportunidad a su propio sexo.

Se sentó en un lugar alejado a beber tranquilamente y a mirar el show que comenzaba, habían hombres bailando sensualmente, moviendo las caderas, dedicando cálidas miradas y besos al entusiasta público, muchos de ellos ya con harto alcohol y lujuria en el cuerpo.

El hombre que había ayudado a su pequeña en la mañana se encontraba preparando distintos alcoholes, se veía cansado y con sueño, pero aun así sonreía a cada cliente. Luego de miradas constantes en ambas direcciones, decidió que era momento de acercarse, pues más adelante no se atrevería a "comprar" a un hombre y además no sabía que tan caro podría ser y si se lo podría permitir.

— Ho..hola, gracias por el dulce para mi hija, le encanto — Dijo un Kirishima algo sonrojado, no sabía cómo iniciar una conversación. Ante esto Takafumi, solo reaccionó entregándole un vaso de jugo, pues no sabía si al caballero le apetecía alcohol.

— No te preocupes, la verdad actué antes de pensar. Muchos papas en su lugar me habrían insultado, golpeado y dedicado miradas de asco, aunque claro luego te miran como comida cuando su familia ya está lejana... Perdón no debería decirte esas cosas — Terminó de hablar Yokozawa, aunque sus ojos se habían entristecido.

Luego de haber roto el hielo, se pusieron a conversar animadamente de distintas cosas, pero principalmente del lugar, pues Zen le había dicho que nunca en su vida había visitado una casa de estas y no tenía idea cómo funcionaban, aclaró que le daba algo de vergüenza que un hombre de más de cuarenta años no supiera nada de este tipo de atracciones.

Por otro lado Yokozawa se sentía avergonzado de él mismo, pues la realidad lo estaba golpeando, vendía su cuerpo por dinero, sonaba tan sucio y se dio tanto asco de sí mismo, las lágrimas querían salir, pero las reprimió y se excusó, pues ya comenzaba la hora de la subasta de las principales atracciones.

Cuando Ritsu subió a la tarima tan decidido como todas las noches, no pudo evitar ponerse nervioso al ver a la distancia al tipo de los libros, quien se encontraba fumando tranquilamente, mirando todo el lugar pero sin enfocarse en algo, él solo deseaba ser comprado rápidamente y que el sujeto no se diera cuenta que un Onodera estaba rebajado a una casa como esta.

Pero al ser presentado, el más alto posó sus ojos sobre él, y al darse de cuenta de quien era, abrió los ojos en señal de sorpresa. Ritsu se dio cuenta de que estaba perdido, no había sacado nada con ir al otro extremo del país para no ser descubierto, la noticia llegaría a su padre y quien sabe que le harían, incluso temía por su vida.

Intentó mostrar una mirada confiada, pues después de todo, si su meta era ser el mejor de la casa Marukawa, lo haría aunque ese tipo lo intimidaba, ya se estaban atravesando muchas ideas de cómo callarlo, aunque ni siquiera sabía si lo compraría.

Pero su temor más grande fue hecho una realidad, aquel hombre lo compró y puso la mayor cara de satisfacción, el resignado, no tuvo más que sonreír y seguir a su habitación, aunque después de todo había pagado un buen precio por él esta noche.

Misaki por su lado estaba nervioso, aun no se acostumbraba a esto y además no había visto los ojos del peliplata esa noche, así que estaba resignado o pasarla con cualquiera, aunque por un instante pensó que lo vería nuevamente, agitó la cabeza con fuerza, estaba pensando como toda una quinceañera.

Casa MarukawaWhere stories live. Discover now