Capitulo 11: En la bodega

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—"Por fin, buenas noticias." —golpeando Judy con su pata derecha el piso, intentando retener la sobrecogedora furia que se estaba formando dentro de ella.

—"Oye."

Algo suave y blando había tocado su espalda. Judy se sacudió tan fuerte que perdió el equilibrio y resbalo de la mesa de donde estaba agarrada para caer al piso una segunda vez.

—"Ouch..."

—"Torpe coneja." —Nick, quien repentinamente estaba ahora más cerca de ella le dijo en un tono gentil—. "Solo somos tu y yo en esta bodega, ¿de qué tienes miedo?"

—"Tenia la guardia baja" —murmuro la coneja, mientras se levantaba, su enojo le abría paso a la vergüenza—. "Por si no lo sabes, no puedo verte."

—"No necesitas verme" —respondió Nick, con un poco de resentimiento en su voz (lo que ella no podía distinguir es si era fingida o realmente pretendía estar resentido) —. "Y por favor deja de echarte toda la culpa, porque soy yo el que siempre termina recogiendo las piezas de tu destrozada confianza."

—"Oye, yo no..."

—"Shh." —Otra vez, Judy sintió que algo le cubría su hocico, impidiendo que terminara cualquier oración—. "Ya sé lo que vas a decirme, Zanahorias: que fuiste tú quien dejo que los lobos nos encerraran en esta húmeda y estrecha bodega de un sótano aún más húmedo y estrecho; y que gracias a ello tendremos un mal rato con el jefe Búfalo mala cara; que tú no mereces esa placa tan distintiva que orgullosamente usas en tu pecho... básicamente todos tus disparates de conejo de siempre.

—"No son disparates." —Argumento Judy, después de liberarse de la pata de Nick—. "Esta vez es mi culpa."

—"Es nuestra culpa." —corrigiéndola—. "Somos un equipo, ¿no es así? Así que compartimos los buenos y malos momentos."

Por un momento los pensamientos de Judy se congelaron, la calidez de esas palabras eran simplemente reconfortantes, que hicieron que su corazón titubeara por un instante.

Judy intento ver desesperadamente a través de la densa oscuridad que la rodeaba.

Ella quería verlo. Tenía que ver a Nick, sumergiéndose en su abrazo, ya que no había otro animal en el mundo capaz de reconfortarla de la manera en la que solo él podía hacerlo. Era como magia, una hermosa magia que solo los dos conocían y que solo ellos eran los guardianes.

Y fue así, antes de que su cerebro pudiera observar esos pensamientos y realizarlo en algo no menos que embarazoso, los labios de Judy se movieron por su cuenta.

—"Quiero verte" —dijo ella, casi como una declaración.

—"Cuidado..." —respondió Nick, después de una pausa mucho más larga de lo que él estaba acostumbrado—. "Podrías hacer que alguien se enamorara, si usas esa dulce voz."

En ese instante se percató de esas palabras cursis que habían salido de su boca, Judy enrojeció como una fogata.

—"No, yo me refería... a que es bastante irritante que yo no puedo ver nada y tú me puedes ver perfectamente. Estoy segura que tienes una gran y sarcástica sonrisa en este momento, ¿verdad?"

—"Cachorros con siete años dicen mejores mentiras, Hopps. Y antes de preocuparte por mi cara, tal vez deberías de preocuparte más por la tuya."

—"¿Qué... que tiene mi cara?" —Judy intento sonar furiosa, pero tenía miedo ya que no sabía que cara le estaba mostrando a él.

La pequeña coneja no pudo más que tocar sus cachetes, en un vano intento de quitar ese afecto que estaba dejando ver.

—"Nada" —susurro Nick; el sonaba aún más cerca que antes, a tal punto que Judy creyó que incluso podía sentir su respiración en su rostro—. "Es absolutamente adorable, como siempre."

El corazón de la pequeña coneja palpitaba tan fuerte que pareciera que se saldría de su pecho de un salto. Abrió su boca, con la esperanza de que las palabras salieran intentando opacar la vergüenza que estaba sintiendo en ese momento que se había incorporado, pero simplemente su garganta había decidido no cooperar con ella. Así que al final lo único que pudo salir de sus labios fue un insignificante jadeo.

­­­­­­­­­­­­­­—"Eres tan tierna, Zanahorias. Creo que después de todo, si te comería."

—"Eres demasiado injusto, Nick." —ella eventualmente le murmuro, su pequeño mundo estaba boca arriba—. "Te aprovechas de que no te puedo ver. Es como si estuviera hablándole a un fantasma."

Antes de que obtuviera una respuesta a su queja, Judy se encontró aprisionada por un repentino y casi sorpresivo abrazo.

—"Aquí estoy." —Nick vacío un pequeño rio de emociones directo a las orejas de Judy—. "¿Ya te sientes mejor?"

El corazón de Judy, el cual paso de ser un órgano vital de su cuerpo a ser un pequeño instrumento de percusiones.

Ella imploraba en sus adentros que Nick no se diera cuenta de su emoción, pero para su mala suerte las posibilidades de que eso sucediese eran casi cero... o mejor dicho eran cero.

—"De un extremo a otro, eh zanahorias."

Era todo un misterio de como ella podía sentirse tan... protegida (realmente no lo era del todo, pero ella había decidido no indagar más a fondo en la materia), era tal vez la forma en como sus brazos la rodeaban; o tal vez era que sentía la diferencia de alturas algo reconfortante, algo que no podía describir; o tal vez, era la esencia de ese zorro, al final seguía siendo un misterio para Judy y no tenía el interés en descubrirlo.

—"Creo que alguien quiere un abrazo" —bromeo Nick, cuando ella le regreso el abrazo—. "Sabes Zanahorias, para la próxima vez solo pídelo."

—"Tonto." —Judy rió, inmersa en un profundo estado de felicidad—. "Es mejor sostenerme de ti que de una raquítica mesa."

Zootopia - Relatos de un zorro astuto y una torpe conejaWhere stories live. Discover now