Capítulo X:

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Capítulo X:

Miré a Sesshomaru esperarme junto al dragón de dos cabezas, Jaken y Rin. Sonreí al ver a la pequeña, aunque ella solo estaría con nosotros hasta que encontráramos a Koga, luego volvería al castillo junto a Jaken.

Me di media vuelta y vi a los tres gobernantes y a Irasue en las escaleras. Todos mirándome con orgullo.

–Buena suerte reina Kagome– dijo Irasue con la cabeza en alto. Asentí y les sonreí a todos.

–Muchas gracias a vosotros por entrenarme– dije mientras me inclinaba y hacia una reverencia. Vi mis botas negras, luego cerré mis ojos con fuerza.

Al levantar la cabeza vi a Irasue bajar las escaleras, se puso a mi lado y empezó a andar a la par mía. No nos dijimos nada, pero el silencio no me parecía incómodo, era igual que con Sesshomaru, el silencio era cómodo y reconfortante, incluso tranquilizador y acogedor.

Sonreí mientras caminaba con orgullo de lo que me había convertido.

–Espero que mi hijo la cuide como es debido, mi reina– dijo, la miré. La mirada de Irasue se fijaba en Sesshomaru, su piel pálida y fina parecía de porcelana.

Kagome, reprime tus deseos estúpidos de tocar su cara.

Pensé volviendo mi vista al frente.

–No se preocupe, Sesshomaru me cuidará muy bien, lo presiento.

Irasue no dijo nada más.

Echo de menos a mi madre.

Hacia un mes y unas cuantas semanas que no la veía. ¿Estaría preocupada por mí?

Cuando estuvimos cerca de Sesshomaru nos paramos, me di media vuelta y vi a Irasue.

–Gracias por todo– ella asintió y por primera vez sonrió. Abrí mis ojos asombrada, su sonrisa demostraba calidez, por un momento vi a mi madre reflejada en esa sonrisa y no pude evitar abrazarla.

Irasue con lentitud correspondió mi abrazo, supongo que hacía tiempo que nadie la abrazaba.

Una lágrima bajó por mi mejilla. Cuando me separé le sonreí y con disimulo me limpié esa lágrima. Me di la vuelta y caminé hacia Sesshomaru.

– ¿Nos vamos?– pregunté con una sonrisa en mi cara, Rin se subió en el dragón de dos cabezas y Jaken empezó a andar mientras cogía de las riendas al dragón.

Sesshomaru también empezó a andar.

Detrás de nosotros las puertas del castillo se iban cerrando poco a poco. Cuando se escuchó el cerrar de la puerta me di la vuelta y vi a los dos soldados que se encontraban vigilando la entrada.

Admiré el castillo como si fuera la última vez que le veía.

Me volví a dar la vuelta y corrí hasta Sesshomaru.

– ¿Podemos ir a la aldea de la anciana Kaede?– pregunté con miedo.

–Para qué– preguntó con su vista al frente.

–Quiero visitar a mi madre– susurré con un deje de vergüenza.

Sesshomaru chasqueó la lengua y siguió su camino.

Tomaré eso como un sí.

Pensé mientras sonreía.

–Por cierto, tengo que darte tu anillo– dije mientras sacaba su anillo del bolsillo de mi chaqueta azul.

La reina de la nieve [Inuyasha]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora