Augusto

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—Ahghhgh.

Augusto se despertó con el hermoso sonido de zombies agonizando. O por lo menos eso parecía. Inmediatamente abrió los ojos lo cegó la luz que entraba por la ventana abierta. Se tapó la cara con las manos y sintió un inmenso dolor en la cabeza. Era como si le estuvieran haciendo un agujero en el cerebro. Se dio vuelta en la cama y presionó la cabeza contra la almohada.

—Agfghsag.—se escuchó de nuevo desde un costado.

El sonido no hizo más que empeorar el dolor de cabeza.

—¿¡PUEDEN CALLARSE?!—gritó en alemán y se giró para ver la fuente de aquel sonido.

Jacob, que estaba dormido sobre un sillón y hacía esos ruidos de zombie, despertó, sobresaltado.

—¡No es lo que parece!—gritó, mientras intentaba pararse, pero tropezó con sus propios pies y cayó al suelo. Desde ahí alzó la cabeza y miró confundido a su alrededor.- Lo siento, la costumbre.

Augusto resopló y salió de entre las sábanas. La cabeza le iba a explotar. Se dirigió a la valija que estaba al lado de su cama y sacó unas pastillas. Tomó una y se la metió en la boca, bebió un poco de agua de una botella que había en la mesa de luz y la tragó. Esperó unos segundos y sintió como el dolor de cabeza disminuía. Desbloqueó su celular y se fijó la hora: 11:56. Preferiría haber dormido un poco más, pero no podía. Le costaba mucho volver a dormir cuando ya se había despertado. Miró a Jacob, que estaba estirándose. No sabía que hacía él en su habitación.

Intentó recordar que había hecho la noche anterior. Se acordaba de haber salido un poco tarde a la fiesta por quedarse escuchar la conversación de su padre, la que todavía no entendía, y haberse encontrado con Bianca antes de llegar al camino de piedra. Le había resultado extraño que estuviera ahí sin ningún abrigo o paraguas, y que se estuviera yendo de la fiesta cuando todavía faltaba para que terminara. Le había preguntado qué había pasado, pero ella no le había contestado. Cuando se alejó hacia la habitación intentando dejarlo atrás él pensó en dejarla ir, pero la lluvia era fuerte y no quería sentirse culpable después. Así que la había seguido y había usado su campera para protegerlos del agua. Al principio le molestó un poco, ya que su chaqueta se estaba mojando, pero después de unos segundos ya no le resultaba tan irritante caminar bajo la campera con Bianca. Es más, cuando llegaron a la habitación de ella (que Augusto se dio cuenta que era la de al lado suyo), lamentó un poco tener que separarse. Luego de despedirse de la chica (que lo había llamado estúpido a un nivel tolerante, aunque Augusto no se consideraba ningún estúpido) había regresado a la fiesta.

Cuando entró al lugar se dio cuenta que Jacob no estaba, pero no le había dado mucha importancia. Recordaba haber bailado con una chica de pelo oscuro y haber bebido algunas (muchas) cervezas. Luego se había ido a su habitación, con Niall detrás que lo devolvía al camino cuando se alejaba. Pero todavía no sabía en qué momento Jacob había llegado a su habitación. Hizo memoria y se acordó. Cuando se había recostado en la cama habían tocado la puerta, la fue a abrir y vio a Jacob. El castaño había entrado haciendo eses por el pequeño pasillo y se había tirado en el sillón, cuando Augusto se acercó a preguntarle que hacía ahí ya se había dormido. Luego de eso se había ido a dormir.

Resuelto el misterio de qué hacía su amigo allí, se dirigió a cambiarse. Se puso unos jeans, una remera manga larga y un buzo azul oscuro.

—¿Qué hago aquí?— preguntó Jacob cuando Augusto estaba por salir de la habitación para dirigirse al comedor, donde debían de estar por servir el almuerzo.

—Viniste anoche.—dijo, mientras miraba a su amigo que se cambiaba de ropa.— ¿Cómo no tienes resaca? Estabas más borracho que yo, y a mi se me estaba partiendo la cabeza antes de tomarme unas pastillas.— Augusto no entendía como el castaño estaba tan fresco.

Proyecto Hestia: PeligroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora