Bianca

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Bianca inspeccionó una vez más la foto, dudando si subirla o no. Se decidió por la segunda opción y ya estaba guardando el celular cuando le llegó un mensaje:

Selena 22:46

Vení

Suspiró y se levantó de su escritorio, lleno de bocetos y muestras de tela. 

Selena 22:47

AHORA!

Bianca corrió escaleras arriba hacia la habitación de sus hermanastras y entró. Selena estaba enfrente al espejo, probándose un vestido verde oscuro que había comprado ese mismo día, junto con los otros cinco que estaban sobre la cama-real, como llamaba en secreto Bianca a esas camas en las que tranquilamente entrarían cuatro personas, y los tres pares de zapatos que estaban desparramados por todo el piso. Miró a su alrededor, buscando a Sofía (su otra hermanastra), pero no la encontró.

-Necesito que laves esa mancha, ahora.-Dijo Selene, señalando la falda de uno de sus vestidos.- Y que me hagas un cinturón que combine con esto- se señaló a sí misma. 

-¿Y el negro que compraste la semana pasada?-Bianca ya tenía muchas cosas pendientes como para hacer un cinturón que probablemente usarían un día y luego quedaría olvidado en el fondo del armario.

-Me aburrí de él- Selena se encogió de hombros mientras se miraba desde diferentes ángulos.-¿Por qué todavía estás aquí? Necesito ese vestido limpio para mañana.

Bianca agarró el vestido y salió de la habitación. No veía la hora en que cumpliera 18 años para salir de ese lugar. Su madre había muerto cuando ella era muy pequeña, y su padre se había casado con Analía Malinverno, una mujer de clase alta. Ella tenía dos hijas, Selene y Sofía, las dos físicamente iguales a su madre, altas, de cabello negro ondulado y ojos grises, y también muy insoportables. Su padre había muerto en un accidente de tránsito cuando ella tenía 13 años, a partir de ahí su vida se volvió casi una pesadilla. Ya cuando su padre estaba vivo la madrastra y sus hijas la despreciaban un poco, pero cuando él ya no estuvo más, todo su odio salió a la luz. Mientras ellas tenían habitaciones gigantes en el primer piso de la casa, Bianca dormía en un pequeño desván, que antes servía para guardar los productos de limpieza. Le ponían muchas limitaciones, pero no se quejaba, había personas que estaban peor que ella. Trabajaba en un pequeño negocio de ropa, lo que ganaba lo usaba en comprar cosas que sabía que nunca le compraría Analía. Además, usaba los restos de tela que le daban en el local para hacerse su propia ropa, le encantaba. Soñaba con irse de esa casa y poner una firma de ropa, que ella misma diseñaría. 

Abrió la puerta del lavadero y se puso a fregar con ganas el vestido, si lo ponía en el lavarropas no estaría seco para el día siguiente. Cuando terminó de sacar la mancha se lo llevó a su habitación y lo puso sobre la silla para que se seque. Después, se dispuso a hacer el cinturón. Como ni se le cruzaba por la cabeza ponerse a hacerlo desde cero, había recogido un cinturón azul oscuro que estaba detrás de uno de los muebles de Selena, probablemente estaba ahí desde hacía unas semanas atrás, ya que tenía una fina capa de polvo. Lo limpió con delicadeza y le agregó unas piedritas brillantes en un extremo y una rosa negra en el otro. Admiró su trabajo, Selena nunca iba a notar que era el mismo cinturón que ella había comprado. Lo dejó en un costado y le dio los últimos toques a un jean que estaba renovando, pensaba usarlo al día siguiente. Revisó una vez su celular, nada. Suspiró y se puso el pijama. Se acostó en su cama y apagó la luz, mientras miraba por la ventana la ciudad. Como estaban en otoño, hacía un frío terrible, por lo que la gente que pasaba iba vestida con todo tipo de abrigos.  Se acurrucó un poco más, envolviéndose en las mantas y se durmió.


Proyecto Hestia: PeligroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora