04.

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Zoe mordió su labio con fuerza, secando la humedad que se había acumulado en su frente y ocultó sus sonrojadas mejillas detrás de su cabello. Ella no podía comprender como era que estaba trabajando aún.


No sólo estaba sonrojada, palpitante y agitada, si no que sus muslos estaban apretados con fuerza y sus pechos dolían, se habían convertido en dos montículos pesados de necesidad mientras miraba a la pareja de desconocidos follar con tanta maestría. Su lado voyeur salía en esas ocasiones aun cuando Elliot le pedía de forma divertida que saliera si así lo deseaba. Zoe sólo sabía bajar la cabeza y asentir profundamente avergonzada. Elliot reía burlonamente y le daba toquecitos en la frente, diciéndole que era normal. Para ella no era así.


Se abanicó con fuerza, tomando una franja de tela de su camiseta y empezó a despegarla de sus adoloridos pechos. Evitó gemir cuando vio al chico chupar el clítoris de la mujer. Sus pensamientos corrieron a varias noches pasadas en dónde le había dicho a Zayn que quería que la comiera. Añoraba esa barba raspando su carne tierna. Cerró los ojos con fuerza y se deslizó fuera de la sala acalorada como siempre terminaba sucediendo.


Caminó por toda la sala, dándose un poco de aire con el cuaderno. Se reprendió internamente al levantar los dedos y ver como estos temblaban mientras acomodaba sus lentes. Tomó el lapicero que estaba oculto entre las hojas del cuaderno y se hizo un moño desordenado en la parte superior de su cabeza. Cerró los ojos y respiró varias veces. Temblando. Era increíble como podía su libido agitarse tan rápido. A veces creía que eran ciertas las palabras que ellos les habían dicho, era muy inocente, corrección, su mente lo era a pesar de cada pensamiento perverso que corría por ella.


Su coño palpitaba y sus pezones se marcaban, dejando su excitación a la vista. No entendió como era que todas aquellas mujeres podían trabajar así. Era una de las tres asistentes, y Zoe no le llegaba a la cabeza como es que las demás trabajaban los otros días. Sonrió suavemente imaginándose a otra chica igual de temblorosa viendo todo aquello.


Abrió los ojos al sentirse observada. Respingó en su puesto, sonrojándose hasta las orejas al verlos. Su corazón tamborileó con fuerza cuando sonrieron a la vez.


Dos noches atrás había jugado con fuego. Había intentado ser coqueta. Mandando aquellos duros y coquetos mensajes. Una sonrisa juguetona estaba sembrada en sus labios mientras tecleaba rápidamente e intentaba provocarlos. Había querido jugar y le había encantado, pero, eso no impidió que al estar plantada enfrente de ellos sus mejillas se tiñeran como cuando era una cría y se sonrojaba por su amor de la adolescencia.


No tuvo la misma valentía de esa noche y sólo pudo bajar el mentón y jugar con sus dedos. Ella trataba con todas las fuerzas de no respirar con fuerza, meciéndose en el mismo lugar de adelante hacía atrás.


Sus ojos volvieron a cerrarse cuando el olor de crema de afeitar y suave perfume acarició su nariz. Sus lentes estaban a punto de caerse. Jadeó, sus ojos chocaron con los de Justin y él acomodó los grandes lentes de pasta en el puente de su nariz. Sus pestañas revolotearon, sus mejillas ardieron y su clítoris palpitó al ver como Justin lamía su labio inferior con lentitud y pasaba al superior, regalandole una deliciosa y cruda sonrisa. Estuvo a punto de desplomarse, pero Zayn evitó su caída, apretándola entre sus brazos.

Messporn → j.b + z.mDonde viven las historias. Descúbrelo ahora