Capítulo 4

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Sus delgado brazos me envuelven por la cintura y con su rostro hundido en mi pecho rompe en un llanto desgarrador. ¿Pero qué demonios ha sucedido?

Por supuesto su gesto me toma por sorpresa, paso mis brazos alrededor de su delgada figura y acaricio su cabello en un intento fallido para calmarla pero sólo logro que llore con más intensidad y me preocupa lo que pueda haberle sucedido.

-Hey, preciosa -hablo con voz suave porque siento un nudo en la garganta- ¿Qué sucede?.

Tomo su rostro húmedo entre mis manos para que me vea pero se escabulle todavía más entre mi pecho.

Esto está mal, está muy mal.

Camino con ella aún abrazada a mi hacia adentro del apartamento y cierro la puerta a mis espaldas, camino hasta llegar a la mesita de centro de la pequeña sala de estar y me inclino un poco para dejar la caja de  la pizza encima.

Melody se separa un poco de mi y se limpia la nariz y las lágrimas de una forma que me resulta adorable, consigue que le dedique una media sonrisa que desaparece en el instante en el que veo su rostro.

Prácticamente la arrastro hasta el sillón para que se siente y examino con más detalle su rostro y el área de su cuello y su clavícula.

-¿Quién te hizo esto? -escupo furioso.

Juro que voy a encontrar al imbécil que le hizo esto y lo voy a matar.

La observo seriamente mientras espero a que me conteste.

-Caleb -es lo que logro escuchar de sus labios.

-No puede ser -esto me hace enojar todavía más-. Quiero matarlo.

-No pierdas tu tiempo...

-¿Que no pierda mi tiempo? -la interrumpo- ¿Melody ya te viste en un espejo? ¿Viste lo que te hizo?

niega ante lo que le acabo de contar, asi que la tomo de la mano y la guío hasta encontrar el cuarto de baño. La pongo de pie frente al espejo y sus ojos de nuevo se llenan de lágrimas al ver la imagen de las horribles marcas rojas que ha dejado ése idiota en su perfecta piel blanca.

No puedo permitirme verla sufrir y no hacer nada al respecto, asi que la abrazo fuertemente contra mi pecho.

-Por favor, no me vayas a negar el placer de hacer sufrir a ése infeliz -mi voz se encuentra cargada de un dolor y una ira profundos.

-No lo haré -niega para mi sorpresa.

Se separa de mí y se da media vuelta para caminar de regreso a la sala. 

-¿Quieres pizza? -es una pregunta que me resulta contrastante con respecto a toda esta situación pero sé que lo que no quiere es quedarse sola.

Acepto y busco entre su alacena dos platos para servir la comida y unirme a ella en el sofá en donde nos cubre con una manta a ambos mientras empieza la película que ella puso.

-¿Qué hacías con mi pizza? -interrumpe mi concentración de la película.

-Venía a verte y me topé con el repartidor, así que le ahorré la molestia -me encojo de hombros mientras intento seguir viendo la televisión.

-¿Cómo sabes en dónde vivo? -esta vez si me dedico a observarla mientras medito mi respuesta.

-No lo entenderías -niego-

-Tal vez si, cuéntame.

-Entonces no querrás saberlo.

-Cuéntame -exige, ¿Por qué es tan testaruda?

DanielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora