Epílogo

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—¡Déjame en paz! —gritó Leyla fuertemente dando un estruendoso portazo que resonó por toda la casa.

Suspiré cansada, mientras me limpiaba las manos con un trapo y lo arrojaba sobre la mesa. Subí las escaleras ya algo desgastadas por las extrañas carreras de colchones que hacían Leyla y sus amigas esperando una explicación de la nueva pelea entre ella y su ex mejor amigo. .
Matt me frenó en las escaleras con el ceño fruncido.

—¿Cariño? —me analizó con la mirada, y frunció el entrecejo—. ¿Todo en orden?

Tomé aire, preguntándome si todo estaba en orden o no, si debía comentarle lo que sabía o no; preguntándome qué contestarle a mi esposo.

—Eso creo. —murmuré—. ¿Por qué gritaba Leyla?

—Peleaba con Adam. —se encogió de hombros con simpleza—. A él no le agrada que ella y Nick estén juntos.

Puse los ojos en blanco y me apoyé en el respaldo de la escalera sujetándome la cabeza con ambas manos.

—A mí tampoco me agrada. —Matt gruñó en respuesta y negué mientras seguía subiendo las escaleras.

Se supone que debe ser un padre celoso, y proteger a su hija de los hombres. No dejarla que esté con uno mirando películas en su habitación.

Y con la puerta cerrada.

—¿Dónde está Jackson?

Miré a Matt incrédula y pateé el aire rogando para que la tierra se lo tragara.

—¡Te dije que vayas a recogerlo a su práctica de baloncesto hace dos horas Matthew! —grité mientras observaba el reloj de mi muñeca— La semana que viene tiene una competencia, es importante.

Negué con la cabeza observándolo. Volví a bajar las escaleras y tomé la llave del auto rápidamente. Abrí la puerta con el afán de salir pero Lía apreció allí. Miré al cielo con odio y gruñí.

—¿Qué quieres? —hablé borde y la chica se cruzó de brazos.

—Busco a Nick. —contestó con una sonrisa de triunfo y la miré raro.

—¡LEYLA, NICK! ¡ABAJO!

A los segundos ambos bajaban las escaleras rápidamente y sonrientes. Los miré con preocupación pero deduje que luego hablaría con ella. Él se despidió y se fue a casa con su madre mientras yo me subía al auto en busca de mi hijo que mi esposo dejó olvidado.

Costaba acostumbrarme a tener que ver a Lía todos los días, a medida que los años pasaban y nuestros hijos iban juntos a las diferentes instituciones ella y Matt se hicieron grandes amigos. Al igual que nuestros hijos. Nick literalmente vivía en nuestra casa por lo tanto tenía que ver a Lia cada vez que iba a dejarlo o recogerlo.
Ese niño no era nada parecido a su madre pero aun así no era de mi agrado.
Adam lo odia, y lo entiendo. Cuando Nick y Leyla comenzaron a llevarse mejor que nunca apartó a Adam a un lado dejándolo fuera de todo. Ya no se veían, ni se juntaban, ni pasaban tardes juntos. Y no importaba si Maddie venía con él a pasar la tarde con nosotros, el pobre niño se quedaba escuchando nuestras absurdas conversaciones de nuevos chismes y otros temas triviales sin importancia.

Mi hijo de doce años se metió al auto más que molesto, dejó su bolso en la parte trasera del auto para colocarse el cinturón y como acto final se cruzó de brazos con el ceño totalmente fruncido a más no poder. Fijó la vista en la carretera ignorándome por completo, tomé aire y di un gran suspiro.

—Jackson. —llamé, y apenas se movió de su sitio—. Perdóname, olvidé que tenías práctica hoy.

—No mientas, mamá. —se volteó a verme con sus ojos verdes cristalinos— Es Viernes, papá debería pasar por mi. No es algo raro que se olvide, estoy acostumbrado.

WhatsApp, MSB [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora