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—¡Matt! —chilló al verlo en la puerta y corrió hacia el trepándose por sus piernas hasta que él la tomó en brazos y la levantó mirándola con una sonrisa.

—¡Hola pequeñita! —la hizo girar en el aire, sonreí observándolos.

El la dejó de nuevo en el suelo, pero Leyla aún tenía sus manos sujetadas. Ambos me sonrieron y Matthew se acercó a saludarme dejando un pequeño pero sonoro beso en mi mejilla que envió rápidamente corrientes eléctricas a todo mi cuerpo.

—¿Qué tal haz estado? —sonrió dulcemente, para luego sentarse en el sofá junto a Leyla.

Me senté en el sofá de frente a ellos y di un pequeño bostezo mientras ahora veía cómo mi pequeña se sentaba delante de Matthew, y él le trenzaba el pelo.

—Bien, supongo. —le dediqué una sonrisa débil de lado y me miró durante unos segundos con los ojos entrecerrados.

—¿No dormiste?

Fruncí el entrecejo y volví a bostezar delatándome. Me sequé unas lágrimas que cayeron por aquel acto y suspire.

—No, realmente. No he podido.

Acabó de trenzarle de un lado y comenzó del otro. Leyla se veía atenta y sonriente en un pequeño espejo de mano.

—¿Demasiados recuerdos?

Asentí y me dejé caer en el sofá, cansada y agotada.

—¿Quieres que cuide a Leyla mientras tú descansas?

Me reincorporé y negué frenéticamente, sonreí al ver cómo mi hija se sentaba en el suelo y comenzaba a jugar con su casa de muñecas.

El sillón se hundió a mi lado, el castaño me sonrió y se apoyó en el respaldo aún observándome. Lo sentía, sentía que lo hacía. Su mano sujetó mi muñeca y tiró de ella hasta haberme dejado acomodada a su lado. Me reconfortó contra su cuerpo, apegándome a él y rodeándome con sus fuertes brazos. Aspiré su perfume, deleitándome inmediatamente.
Me había acomodado de una manera que mi cabeza estaba en el hueco de su cuello, y todo mi cuerpo hecho un pequeño ovillo.

—Me agrada que nos llevemos bien, pero eso no quita que ahora mismo siento millones de cosas por ti y tampoco me quita las ganas de besarte que tengo guardadas desde hace tiempo. —murmuró en mi oído, acariciando mi hombro con pequeños círculos.

—No te las tendrías que haber guardado si no me hubieras engañado. —le reprendí y lo oí gruñir. Sonreí, lo estaba fastidiando.

—¿Algún día olvidarás eso?

—No lo olvidaré, pero lo dejaré pasar.

Sentí su sonrisa y como enterraba su rostro entre mi cabello. Su mano subía y bajaba por mi brazo, acariciándolo.

Me volteó lentamente el rostro y me tomó del mentón, subiendo un poco mi cabeza y conjuntando así nuestras miradas. Sonrió, solo como él lo sabe hacer y por un minuto me sumergí en su mirada, en sus hermosos ojos verdes que siempre me habían vuelto totalmente y estúpidamente loca.

Una pequeña mano se interpuso y empujó mi rostro varios centímetros atrás. Fruncí el ceño y me encontré con una Leyla asqueada.

—No vas a probar la saliva de mi mami.

Carcajeé al ver cómo señaló a Matt y el la miró espantado haciendo una mueca de desagrado.

—¿No me vas a dejar darle un besito a tu mami?

—No.

—¿Ni siquiera uno pequeño? —hizo pucheros y reí.

—No. —me miró feo.

WhatsApp, MSB [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora