001 ✧ Cenizas

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El olor a madera quemada cruzaba el bosque y advertía del ardiente peligro, numerosas casas de una olvidada aldea cayendo presas del fuego y los bandidos que finalizaban de saquear toda riqueza.

Amenazantes llamas crecían y acariciaban el nocturno cielo, el humo incrementando la irritación en los ojos de una niña que intentaba librarse de las lagrimas. La ropa que usaba estaba rota y su delicada piel enseñaba moretones, el miedo a ser hallada por los maleantes evitando que pidiera ayuda ante el incendio que consumía los cuerpos de su única familia.

Aguardó entre los decadentes muros con la esperanza de que alguien se acercara a rescatarla, pero nadie apareció y desespero la embargó cuando el sofoco impidió que pudiera respirar. Instintivamente abandonó los cadáveres de quienes amaba para huir a través de una ventana, en el proceso obteniendo nuevas quemaduras y apreciando como sus descalzos pies bullían al contacto con la tierra hirviendo. Miró alrededor y aguantó el nauseoso ácido en su boca ante el olor a carne asada, las voces de los saqueadores enviando escalofríos que desencajaban con la alta temperatura que la rodeaba.

 Atravesó calles y esquivó derrumbes hasta subir a uno de los montes que rodeaba el asentamiento, sumamente alerta buscando más bandidos hasta que volteó y apreció la dimensión de la destrucción

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Atravesó calles y esquivó derrumbes hasta subir a uno de los montes que rodeaba el asentamiento, sumamente alerta buscando más bandidos hasta que volteó y apreció la dimensión de la destrucción. Cualquier rastro de civilización era extinguido entre gritos de puro sufrimiento por parte de los habitantes que ardían vivos, ante ella presentándose un espectáculo abominable que la perturbó hasta los huesos. Amagó a cubrirse los oídos, pero sus pies hicieron que retrocediera y desapareciera entre el humo que se esparcía por el bosque.

Corrió intentando encontrar algún tipo de refugio, pero la oscuridad era absoluta en esa noche sin luna y llegó un punto donde simplemente prefirió desistir. Tocó tierra y la desolación poseyó cada hueco libre de su alborotado ser, entre jadeos distrayéndose con la clara dificultad de inspirar y exhalar que tenía. Colocó una mano en el pecho y trató dar una bocanada, pero todo su interior ardió y finalizó tosiendo con enorme dolor. Rodó hasta quedar de perfil y liberó unos cuantos quejidos aguardando a que el sufrimiento mermara, pero, en cambio, notó que dejar los ojos abiertos cada vez era más difícil. Luchó en preservar la conciencia, aunque desde el inicio fue una batalla perdida y en segundos abandonó el mundo real.

El tiempo pasó y de alguna manera su corazón resistió las complicaciones, el sol alumbrando cuando un joven de cabello gris apareció. En silencio examinó la penosa apariencia y con un pie le empujó, sorprendiéndose al detectar que seguía con vida cuando la precaria respiración se hizo oír en ese nuevo ángulo. Enarcó una ceja y ladeó la cabeza considerando qué hacer con aquella insignificante existencia, luego de varios segundos decidiendo llevarla a la guarida de su jefe.

Al arribar anduvo sin apuro y descendió varios niveles hasta encontrar una habitación libre, allí usando sus habilidades médicas para vagamente despejar las vías áreas del humo y las cenizas. La indiferencia por proporcionarle bienestar era palpable y pronto la abandonó a su suerte, numerosas horas sucediendo hasta que la niña pudo recuperarse lo suficiente.

𝐂𝐎𝐋𝐌𝐈𝐋𝐋𝐎𝐒 𝐃𝐄 𝐅𝐔𝐄𝐆𝐎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora