Cap 36: "Las personas hieren".

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Hoy maratón de Matt

MATT

Venezia logró quedarse dormida. Agradezco que haya comido aunque sea algo. Me levanto de al lado de ella y veo la lluvia caer, la luz se corta y suspiro. Espero que mi familia no haya tenido inconvenientes en el vuelo a Madrid. La veo a ella, su piel pálida resplandece por la luz de los truenos, se ve un poco asustada y aturdida. Su confesión me había dejado un poco mal, jamás creí que dos personas que te consimaron fueran capaz de hacerle eso a ella o a su mejor amiga, me siento realmente mal. Ella es tan frágil, pero aparenta ser fuerte para no asustarse de los hechos.

Veo las gotas de agua caer sobre la ventana y entonces la luz de un rayo ilumina a alguien fuera de la casa, mirando hacia mi ventana, frunzo el ceño y trato de ver, pero ya no había nadie, la veo a ella descansar tranquilamente, camino hacia la mesita de noche y tomo su celular, ella había registrado mi huella en él así que era fácil desbloquearlo, busco entre sus mensajes el número y me lo paso a mi celular, bloqueo el de ella y busco en el mío el número, no era de esta zona, pero sé que Tomas averiguaría de dónde salió. Le escribo un rápido mensaje a él y le envío el número.

Venezia comienza a moverse y a agitarse aún estando dormida, camino rápido hacia ella y la veo, está sudando y susurrando cosas que no logro entender.

─Pequeña─ la muevo un poco, pero ella no se despierta, comienza a moverse aún más.

─Déjala dormir─ es lo único que logro entender, me alerto un poco y la muevo para un costado logrando que se despierte asustada, de su rostro caían un par de lágrimas que rápidamente se limpia─ ¿Qué...

─Estabas teniendo una pesadilla, pequeña ─ la abrazo, ella sin corresponder mi abrazo se queda inmóvil.

─¿Qué dije?─ sonaba un poco fría.

─Que la dejaran dormir.

Ella sumada en sus pensamientos se levanta hacia el baño, no la sigo, ella necesita su espacio.

VENEZIA

Veo mi rostro en el espejo, la chica que estuvo feliz y alegre ya no estaba. Comenzaba a verme pálida y mis ojeras se notaban aún más, sin pensarlo me lavé la cara y volví a verme; mi cuerpo había sudado y todo en él temblaba, mis sueños podían causarme miedo y alucinar con cosas que no quisiera que sucedan, no ahora.

─¿Todo está bien?─ la voz de aquel muchacho me hacen dejar de ver mi reflejo y salir hacia la habitación nuevamente, la luz se había cortado y la lluvia había comenzado hace ya bastante, se notaba.

─Si─ digo sin más─, debo irme.

Mi repentino cambio hizo que él se levantara y caminara hacia mí, quedando a tan sólo unos centímetros, me sacaba una cabeza y media.

─Es tarde, pequeña. Vuelve a dormir.

Sé que él no me dejará ir, me recuesto en la cama de Matt y trato de cerrar mis ojos, siento el peso de su cuerpo al lado mío, pasa su mano por mi cintura y sé que se durmió, abro mis ojos y lo observo. Sus intenciones han sido las mejores, pero no puedo dejar de escuchar las palabras de mi progenitor diciendo que todo aquel que entrara en mi corazón iba a causarme daño, al igual que todos los hombres. Amo a Matt, lo sé, pero no me puedo permitir que me lastime otro hombre, ya no. En cierta forma tiene razón, cuando nos aferramos mucho a alguien, le contamos nuestras cosas y nos atrevemos a llorar, en algún momento hará algo para lastimarnos y volver a destruir todos esos pedazos que tanto nos costó unir.

─Te amo, Matt─ le doy un beso suavemente en los labios y quito despacio su brazo para levantarme y buscar mi chaqueta negra, me pongo mis zapatos y tomo la perilla de su puerta, lo miro por última vez─ Las personas hieren, Matt, y no dejaré que ninguno de nosotros sufra por el otro.

Dicho eso, salgo de su habitación rápidamente, bajo las escaleras y recorro el camino hacia la puerta principal, todo está oscuro, pero no siento miedo. Gran parte de mi vida me han dicho que el miedo y llorar sólo es para cobardes y yo he tenido ambos; son una total cobarde, pero ya no. Enfrentaré a esos bastardos como se merecen.

MattDonde viven las historias. Descúbrelo ahora