Capítulo 13. Por miedo al qué dirán.

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Mi hermana Francesca me mira para luego resoplar.

—Vale —termina accediendo ella.

Es ahí cuando mi madre, mi padre y Ulises, se adentran por la parte izquierda de la tienda, donde está la ropa de chicos, mientras que Francesca y yo vamos por la derecha para la ropa de chicas.

Mi hermana comienza a examinar con detenimiento cada prenda de ropa que toca. Yo por mi parte les doy una mirada rápida.

—¿Crees que esto me quedaría bien? —me pregunta Francesca sosteniendo un vestido negro demasiado ajustado para la edad que tiene ella.

—No creo que eso vaya acorde con tu edad —le respondo enarcando una ceja. Ella blanquea sus ojos, acompañadolos de un bufido que muestra resignación.

Una hora, quizás dos, son las que Francesca y yo nos pasamos deambulando por el lugar hasta que recibo un mensaje de mi madre, donde me dice que nos están esperando en la cafetería que está situada en frente de la tienda.

—Tenemos que volver con mamá y papá —le comento a Francesca, quien está observando una camisa verde de mangas largas y con cuello alto.

Al escucharme mi hermana deja la prenda en su sitio y se da la vuelta para mirarme.

—Vale, vamos —son las únicas palabras que me dice.

Ambas salimos de la tienda sin habernos comprado nada. Si soy realista tengo que admitir que no había nada que llamara mi atención. En el caso de Francesca ha sido porque todo lo que se probaba tenía algún fallo, o al menos eso es lo que decía ella cada vez que salía el probador y yo le daba el visto bueno.

Observo la cafetería desde fuera. Tiene un letrero que pone "Westons" con unas grandes letras negras y que de vez en cuando parecen iluminarse. La puerta por donde pasamos Francesca y yo para entrar, es de cristal.

Una vez dentro buscamos con la mirada a nuestros padres. Cuando los encuentro me sorprendo bastante al ver a quién tienen a su lado, acompañándoles mientras se toman un café.

—¿Ese no es el novio de tu amiga? —la pregunta de Francesca me saca de mis pensamientos.

Como respuesta asiento con la cabeza.

—¿Qué hace él aquí? —musito para mí misma.

Francesa es quien toma la decisión de caminar hacia dónde están ellos y yo simplemente la sigo.

—¡Hijas! —nos saluda con efusividad nuestra madre nada más llegar a donde están ellos sentados junto a Eiden y lo que parece ser su familia.

Un hombre de pelo castaño y con unos ojos iguales a los de Eiden se levanta de su asiento para saludarnos.

—Encantado de conocerlas señoritas, yo soy Alfred, el padre de Eiden —el hombre comienza a presentarse—. Y estos son Wendy, Sandy y Eiden —añade primero señalando a una chica de unos poco años de edad, quizás tendrá la edad de mi hermano. La niña es bajita, tiene el pelo negro y unos ojos de color azul como el mar que le resaltan su mirada.

Cuando dice el segundo nombre señala a una mujer más mayor, quien parece ser su esposa y la madre de Eiden. Ella al igual que su hija tiene el pelo oscuro. Sin embargo, sus ojos son de color verde.

El club de las C Donde viven las historias. Descúbrelo ahora