9. Piezas rotas.

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23 de Junio del 2015








-Estuve enfadado contigo, pero no por eso te olvidé.

El día en el que le entregué la flor, ella se quedó algo paralizada; ese día me miró a los ojos y se quedó observándome un largo tiempo. Yo le di la flor, ella lo cogió poco a poco y se la llevó a su nariz; la olió y se quedó así un rato más.

La acariciaba, la olía, la volvía a acariciar y la volvía a oler. Así por media hora y yo estaba brincando en mi interior de felicidad; le había gustado.

Pero luego, se quedó mirándola por más tiempo y sus cejas se fruncieron, la tiró contra mi y sé cruzó de brazos; sé había enfadado.

Yo me enfadé también y me fui, me fui por varios días. De todas formas tuve que salir para conferencias y estudiar por los últimos exámenes.

Durante esos días, mi padre me llamó diciéndome que Molly había intentado volver a suicidarse.

Entonces llegué y la vi tirada en la cama. Con los ojos abiertos, pareciendo no sufrir, cuando sabía que en su interior todo estaba destrozado. Hasta la más mínima pieza de su interior estaba rota.

-Quiero entenderte Molly.- le dije, buscando su mirada pero jamás me la dio. -Pensé que ya habías superado eso, pensé que ya no querías acabar con tú vida.

Agarrado en los pies de la cama de la habitación me dejé ir, caí mi cabeza hacia abajo. Ya no podía hacer nada más que ser un amigo que le alegra un poco y luego se va. No quería ser su amigo; su doctor; o su enemigo.

Quería ser su llave. La llave que le abra nuevos mundos, la llave que abra sus sentimientos, la llave que salve su vida.

-Es difícil para mí también Molly.

Cuando me giré para irme, sentí como unos dedos suaves y menudos rodeaban mi bícep izquierdo. Me giré totalmente confundido.

Ella me miraba, me miraba directamente a los ojos y por fin, después de un año, sus ojos me habían hablado. Y yo me había enamorado una vez más.

-No quiero que me entiendas.

Fueron sus labios...su boca de la que por fin salieron palabras.

Una voz preciosa.

-Por qué ni yo misma me entiendo, Jadel. Quiero que sigas ayudándome, quiero que sigas alegrándome con tus idioteces. Te quiero. Y quiero que estés conmigo, porque contigo puedo ser yo y haces olvidar un poco ésta pesadilla...-y lloró.

La abracé, la abracé fuerte contra mi, intentado mostrarle que podía reconstruir algunas de sus piezas rotas.

Liberando A Molly. Where stories live. Discover now