7. Charla entre padre e hijo

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2 de Mayo del 2015






-Por favor papá...dame permiso para salir con ella. Aunque sea por los alrededores.

-Jadel, es de Molly de quién estamos hablando.- fruncí el ceño.

-No sé a que te refieres con eso...-si lo sabía, pero seguía confiando en ella.

-Sí lo sabes Jadel, no eres tonto. Sabes que Molly puede darle una crisis fácilmente y...

-Hace meses que no le dan, podremos dar una vuelta. Papá, no vamos a salir a la calle...no aún.

Papá suspiró. En todos estos meses, casi un año, Molly no sólo se había colado en mi corazón, sino que también lo hizo con el de mi padre, y seguido con el de mi madre; que hace un mes vino a conocerla.

Por eso él tenía miedo; de que a Molly le volviesen a dar esas crisis peligrosas, de esas que casi acaban con su vida.

Pero yo estoy ahí. Ahora estoy con ella.

-¿No vas a parar, cierto?- sonreí complacido.

-Ya me conoces, no paro hasta que lo consigo.

-Jadel...-me volví a girar para mirarlo, ya que estaba apunto de salir para decirle a Molly la sorpresa.

-¿Sí?

-Quiero darte una charla. Una pequeña charla, de verdad.

Me alcé de hombros y me volví a sentar dónde estaba. Papá me miraba con profundidad, quería ver a través de mis ojos algo.

-Molly...¿es algo más que tú paciente,  cierto?- mi estómago hizo cosquillas.

El hecho de que alguien más viera lo que yo sentía por Molly hacía el sentimiento más real.

-Eh...

-No me lo digas. Yo te veo. Cuidas a más personas, pero cuándo estás con Molly...sé que te sientes diferente. Noto que te gusta, que la quieres.

-¿Es malo?- me lo pregunté más a mi que a él.

-Por supuesto que no, Jadel. Sentir amor hacia alguien...es espectacular. Pero Molly...ella quizás no, quizás ella no sienta nada. Y quizás tú seas el que salga mal de todo esto.

-Ella no siente nada papá.- confirmé. -Pero yo puedo ayudarle a que vuelva a hacerlo, sé que puedo. Y lo haré, cueste lo que cueste.

Después salí con Molly a dar vueltas por el jardín del hospital . Su brazo rozaba el mío sutilmente, ella miraba todo, pero en realidad no miraba a nada.

Quizás no esté bien así. Quizás al ver a todas éstas personas con problemas mentales, hablando, llorando y gritando solas no se sienta cómoda.

Molly se quedó mirando a una mujer mayor que estaba sentada en una silla, debajo de un árbol que la cubría del sol de Mayo y haciendo puntos de lana.

-Tú debes de ser Molly.- le dijo la señora con una sonrisa maternal. -Soy Lea, ¿te gustaría aprender hacer puntos?- entonces Molly se sentó frente a ella mientras Lea le hablaba de su vida.

Y por primera vez en todo éste tiempo, me miró. No duró mucho pero fue una mirada de agradecimiento.

Molly ya tiene una nueva amiga.

Liberando A Molly. Kde žijí příběhy. Začni objevovat